México D.F. Jueves 11 de noviembre de 2004
MELON
Luis Angel Silva
EL DIA DE LOS FIELES difuntos me hizo recordar
con cariño y admiración a muchos amigos y compañeros,
los más recientes Celio González y Beto Avila, a quienes
conocí, curiosamente, en el puerto de Veracruz.
CON EL FLACO DE ORO coincidimos
en un baile celebrado en el viejo parque España del puerto jarocho.
Compartimos tarima con la Sonora Veracruz, en aquel tiempo comandada por
Toño Barcelata. Al final del baile se formó una descarga
sensacional, cantando por primera vez Celio con Lobo y Melón con
su grupo.
LAS VISITAS DE Celio al 33, donde actuábamos,
se hicieron familiares y culminaron con una comida que nos ofreció
en su departamento en Nueva York cuando volvió a integrarse a la
Sonora Matancera. Volvimos a vernos en un mismo escenario; en esta ocasión
en el Palladium de la gran manzana con Eddie Palmieri y la Perfecta, quienes
completaron el cartel.
SUS
EXITOS SON conocidos por todos los que gozamos con la música
con jícamo, pero a mí me gustan de manera muy especial Atribulado
y Madre rumba, que grabó a dueto con La señora
son Celia Cruz y el marco de la sonora.
VERACRUZ, NUEVA YORK, Acapulco y Los Angeles fueron
lugares donde gozamos de verdura. Por lo tanto, sé que el
Flaco de oro se fue contento, pues era un gozador natural. Por mi
parte, sólo puedo decir que descanse en paz.
A BETO AVILA lo vi por primera vez jugando con
los Indios de Cleveland en 1949, en un entrenamiento en El Paso, Texas.
Por supuesto, fue antes de convertirse en estrella, recién ingresado
al equipo que lo vio posteriormente convertirse en campeón bateador
y que Jesús Martínez Aguiñaga señalaba en su
composición Hermano veracruzano de una manera, según
mi opinión, bella y sentida: "Beto Avila fue campeón/ bateando
en la americana/se alegraron la bocana/los muros y el malecón".
AL PASO DEL tiempo lo conocí en el café
de La Merced del puerto bello. Siempre me trató con amabilidad en
cada ocasión que compartimos un café y conversación
en ese lugar donde se le podía encontrar todas las tardes disfrutando
de un puro y la compañía de sus muchos admiradores y amigos.
A PROPOSITO DEL compositor de Hermano veracruzano,
también ya fallecido, al que decíamos Guarapo, fuimos
compañeros en la primaria. Cantaba con gran sentimiento, tocaba
el bajo y puedo decir que era considerado una bellísima persona
y sonero de corazón.
POR SUPUESTO QUE guardo recuerdos de todos aquellos
que fueron mis compañeros en los diferentes conjuntos a los que
pertenecí, entre ellos, Panchito Morales, Mario Flores (El Chato),
dos cantores de polendas, Eduardo Periquet, trompetista genial, y desde
luego los que pasaron por Lobo y Melón con su grupo por orden de
desaparición:
ANDRES LOPEZ MONTENEGRO (Mucha trampa),
Crescencio Paredes (Chencho), Carlos Daniel Navarro (Lobo),
Manuel Osorno Buendía (Manolo), Mauro Enrique Chávez
Vergara (Gallina), Angel Romero Donís (Chamaco), con
los que compartí tristezas y alegrías pero, sobre todo, jícamo
y saoco a raudales; por lo tanto, espero estén a la vera del supremo
hacedor.
LUGAR MUY ESPECIAL en mi memoria tienen tres soneros
hoy casi olvidados, pero con una calidad que merece ocupar un lugar en
la historia de nuestro son, sus nombres: Luis González Pérez
(El Viejo), Pablo Zamora Peregrino (El Gordo) y Pepe Bustos,
sin duda son de lo mejor que ha dado México. Con los tres tuve la
oportunidad de trabajar por largo tiempo, gozando de su calidad.
POR SUPUESTO, HUBO otros de gran valía,
pero esos tres brillaron con luz propia en una época llamada de
oro del son cubano en nuestro país. Espero en un futuro no muy lejano
poderle platicar, mi querido yeneka, de lo que fue aquella época,
que por suerte pude gozar y por desgracia se fue para no volver.
A MODO DE final, mi más sentido pésame
a Cheo Feliciano por la desaparición de la autora de sus días.
¡Vale!
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