Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 3 de septiembre de 2002
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Política
REPORTAJE /GUERRA SUCIA EN EL MAGISTERIO

Testimonio de la represión a la disidencia hidalguense

Jonguitud, ''sangriento''; Gordillo, ''cruel y refinada''

Pedro Palma murió en una marcha emboscada por gatilleros enviados por caciques de Hidalgo y el ex líder potosino, denuncia Roberto Meza. ''Si no hubo más muertos fue porque no nos dejamos''

CLAUDIA HERRERA BELTRAN

El magisterio disidente de Hidalgo vivió en 1982 uno de los peores episodios de represión en su historia. El maestro Pedro Palma fue asesinado y seis docentes más resultaron heridos durante una marcha mayoritariamente femenina, que fue ''emboscada'' por pistoleros de caciques estatales y del entonces dirigente del gremio, Carlos Jonguitud Barrios.

A partir de entonces, afirma Roberto Meza, quien encabezó durante tres años un comité ejecutivo alterno en la sección 15 de Hidalgo, eran comunes los enfrentamientos con ''pandilleros'' enviados por Jonguitud, las casas de representantes magisteriales baleadas y, cuando Elba Esther Gordillo fue secretaria general del gremio, los ceses masivos de maestros.

''Si no hubo más muertos fue porque no nos dejamos'', afirma en entrevista el maestro de primaria, quien participó en las movilizaciones estudiantiles del 68 y en los noventa fue diputado local por el desaparecido Partido Auténtico de la Revolución Mexicana.

Al rememorar aquella época, concluye que las agresiones contra los maestros hidalguenses no fueron gratuitas. Después del asesinato de Misael Núñez Acosta, originario de Chapulhuacán, Hidalgo, los maestros simpatizantes de la disidente Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) en la entidad se ''radicalizaron'', inclusive bautizaron con el nombre de Misael el local sindical que arrebataron a los institucionales tres años.

Los ataques a maestros hidalguenses son ''historia vieja'', dice Meza, quien lo atribuye a que ''Hidalgo siempre ha sido un estado de caciques. Hasta la fecha no ha habido gobernadores que no sean caciques y que no hayan manejado a golpeadores sindicales en todos los municipios para aplacar a los maestros''.

Las protestas de los profesores de la sección 15 datan de principios de los setenta, cuando todavía no se fundaba la CNTE. Durante la presidencia de Luis Echeverría, el local sindical fue asaltado ''a mano armada'' por enviados de Jonguitud cuando éste le quitó el poder a Manuel Sánchez Vite, entonces dirigente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).

Con la llegada de Jonguitud, en 1972, se inició una ''era sangrienta'' en el sindicato, pues recurrió a todas las formas de control para mantener su poderío. ''Fue un cacique sangriento desde siempre; tenía hampones y matones que estaban dispuestos a matar al que se les ponía enfrente''.

Pistoleros contra Pedro Palma

A principios de los ochenta, los maestros de Hidalgo formaron su Consejo Central de Lucha (CCL) -una de las estructuras de la CNTE- y encabezaron incontables protestas con tres exigencias fundamentales: un ''escalafón limpio'' -que los maestros ocuparan los puestos y no los recomendados-, democracia sindical e incremento salarial.

El clímax de las manifestación se vivió el 15 de febrero de 1982. Los recuerdos de la marcha que marcó la historia de la movilización en Hidalgo todavía están frescos en la memoria de Meza.

''Fuimos en una manifestación a exigirles democracia sindical a los charros vanguardistas, encabezados por Ernesto Ordaz Labra, entonces secretario general de la sección y actualmente director general de primaria en el Instituto Hidalguense de Educación. La asamblea había tomado la decisión de ir al edificio que estaba en la calle de Torres Cravioto, en la colonia Doctores. Eran más de 5 mil compañeros, básicamente mujeres.

''Antes de llegar al lugar nos avisaron que gente de Ordaz Labra y pistoleros de Jonguitud estaban esperándonos en los parques y en las azoteas. Pero los maestros ya habían tomado su decisión y siguieron en marcha. Al llegar al edificio nos recibieron a balazos. Hubo siete heridos, uno de ellos Pedro Palma, que era maestro de educación indígena del valle del Mezquital.

''El maestro Palma se había escondido tras un montón de arena, pero la bala le atravesó el cuello. De inmediato lo trasladamos a México y estuvo agonizando un mes, hasta que falleció (20 de marzo de 1982). Está enterrado en su pueblo, San Juanico, en el municipio de Ixmiquilpan, Hidalgo".

Según las crónicas periodísticas de la época, que mostró el propio Meza, algunos docentes de la disidencia también efectuaron disparos, pero no en la cantidad ni del calibre que salían de las azoteas, detonaciones de las que quedaron pruebas, porque llegaron a estrellarse en árboles y jardineras del Parque Hidalgo.

''Después de la refriega nos regresamos al gobierno del estado, fuimos a dejar a los lastimados al ISSSTE y ahí supimos que había judiciales heridos y que eran de San Luis Potosí, del estado de Jonguitud'', rememora el docente.

Tras ese enfrentamiento, los trabajadores de la educación de Hidalgo nombraron un comité ejecutivo paralelo, que Meza presidió tres años, y que sobrevivió resistiendo los embates de los institucionales en la entidad y de Jonguitud desde el centro del país.

''En ese tiempo fuimos víctimas de muchas agresiones. Mi casa fue balaceada por los charros en 1983, y eran habituales las quejas de maestros golpeados por enviados de Miguel Angel Islas Chío, que era secretario general de la sección y ahora es secretario de Educación de Tlaxcala.

''Los golpeadores de Islas Chío nos retenían maestros y nosotros también lo hacíamos con los suyos. A veces nos llegaban charros de otros estados. Los teníamos que retener para que nos devolvieran maestros que habían secuestrado. De todas las agresiones levantábamos averiguaciones previas, pero ni nos daban copia. Había complicidad del gobierno del estado'', encabezado entonces por Guillermo Rosell de la Lama.

''Las maestras rurales también eran seguidas por pistoleros cuando iban a sus comunidades, y tenían que defenderse como podían; había algunas que hasta cargaban una pistola en su bolso. Fue una época marcada por la sangre y la persecución''.

Para dar cuenta de la fuerza que tenían los grupos disidentes, refiere que los institucionales decían que en la sección había 33 mil maestros, aunque 5 mil eran aviadores. ''De ellos nosotros éramos 12 mil 300 y lo digo con seguridad, porque hicimos un congreso que fue certificado por notario''.

Los ceses masivos con Elba

Con la caída de Jonguitud y el nombramiento de Elba Esther Gordillo como secretaria general del SNTE cambiaron las tácticas de represión, según comenta el profesor. ''Fue más cruel y refinada, porque cesaba a los maestros y los dejaba sin comer''.

La represión, comenta, se volvió administrativa, y empezaron los despidos masivos. ''Pero nosotros nos movilizábamos y reinstalábamos a los compañeros por la vía de acuerdos con el gobierno estatal y con el Instituto Hidalguense de Educación.

''Sin embargo hubo cesados por miles. Creo que nosotros no tuvimos desaparecidos ni muertos como en Oaxaca y Chiapas, porque no nos dejamos. Los institucionales sabían que si nos buscaban nos íbamos a defender''.

A consecuencia de esta táctica de despidos masivos, el movimiento se fue desgastando. ''Cesaban a compañeros de una delegación completa. A los maestros de la secundaria federal número 2 de Pachuca, un año les suspendieron el salario y los padres de familia los siguieron manteniendo, porque había apoyo popular''.

Fue una larga lucha de resistencia en la que los disidentes en ocasiones respondieron con la misma moneda a los institucionales. "Fue cuando empezaron las expulsiones mutuas. Si había maestros democráticos en una zona los corrían de su trabajo y si había maestros charros nosotros también los expulsábamos, pero no podíamos hacer mucho, porque ellos tenían la fuerza".

En esa época, cuando Gordillo era lideresa del SNTE, el secretario general de la sección 15 de Hidalgo era Roberto Cerón Sánchez, quien -según Meza- aplicó una supuesta estrategia de diálogo con los disidentes, pero que terminó fracasando porque fue una ''farsa''.

Como parte de las promesas de Cerón se agregaron cinco carteras al comité ejecutivo seccional y se asignaron a los disidentes, que las aceptaron. Según Meza no les quedó otra alternativa que sumarse, porque la violencia era muy fuerte en las escuelas y en las comunidades. ''Poníamos en riesgo nuestro trabajo y nuestra vida.

''Pero esa estrategia no duró ni dos meses, porque no nos dejaron trabajar. Eran puestos simbólicos, y tuvimos que renunciar y seguir recurriendo a los mitines y marchas para que nos atendieran''.

A consecuencia de ese experimento, de las divisiones internas y de la continua represión al movimiento disidente de la sección 15 de Hidalgo, siguieron el declive y la desaparición del comité ejecutivo alterno, pero para la historia del SNTE esa época quedó inscrita como de represión.

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