Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 3 de septiembre de 2002
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Editorial
 
 
MEXICO-CUBA: NUEVOS DESFIGUROS

SOLLa orden de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) de cancelar los festejos patrios que tradicionalmente celebra la representación diplomática de nuestro país en La Habana, y por extensión todas las actividades culturales, recreativas y protocolarias bilaterales asociadas al 15 de septiembre, constituye una nueva expresión del deterioro de la diplomacia mexicana del gobierno de Vicente Fox y un dato sobre la manera en que el canciller Jorge G. Castañeda convierte sus fobias personales en lineamientos de política exterior.

La carta distribuida por la embajada mexicana en Cuba el viernes pasado no deja lugar a dudas: la SRE -señala la legación diplomática-"nos ha indicado no organizar ni participar en celebración alguna con motivo de las fiestas patrias". El argumento ideado por Tlatelolco para explicar la cancelación de varios de esos festejos en función de la austeridad presupuestal resulta desmentido por el hecho de que en La Habana varias empresas privadas se habían comprometido ya a sufragar los gastos principales de las celebraciones.

En tales circunstancias, la orden a la representación que encabeza Ricardo Pascoe de no festejar el 15 de septiembre no sólo es un agravio innecesario al gobierno de Fidel Castro sino, sobre todo, un insulto para los cubanos y mexicanos que habían programado un sinnúmero de actividades en torno de esa fecha y una ofensa injustificable al pueblo de Cuba en su conjunto.

Cabe preguntarse ahora si la "política exterior para los nuevos tiempos", a la que se refirió el presidente Fox en su segundo Informe, conlleva la labor de zapa sistemática a tradiciones de amistad y hermandad como las que vinculan a cubanos y mexicanos, y si la cancelación de exposiciones de pintura y cerámica, de fiestas y colocación de ofrendas florales -por no hablar del boicoteo de actividades culturales conmemorativas de nuestra independencia, que los cubanos mantendrán, pese a todo- resultan maneras adecuadas de "promover y defender, con congruencia y firmeza, los intereses de México y los derechos de las y los mexicanos en el extranjero".

Es tiempo de que el titular del Ejecutivo se dé cuenta de hasta qué punto Castañeda ha convertido la dependencia que dirige en un instrumento de sus desfiguros ideológicos y pasionales y cuánto daño hace con ello al gobierno al que dice servir, a la tradición diplomática nacional y al país en su conjunto.
 

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