Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 15 de agosto de 2002
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Política

Martí Batres Guadarrama

La censura

1. No sé si la película El crimen del padre Amaro es buena o mala. Y no lo sé porque simplemente no la he visto. Apenas el día de mañana llega a la cartelera. Sí sé que Gael García es un excelente actor y que ha participado en películas muy reconocidas. Como también sé que buena, mala o regular, toda película puede ser vista por quien lo desee, pues el mismo derecho tienen sus productores para realizarla como el posible auditorio de apreciarla o criticarla.

Me llama mucho la atención, en este sentido, que ciertas personalidades de grupos extremistas, como Pro Vida, promuevan la censura de una película y llamen a no verla porque la consideran "una porquería". Si no la han visto no entiendo cómo pueden descalificarla a priori; pero si ellos ya la vieron, lo que es posible porque hablan de la misma, detalle a detalle, es inadmisible que pretendan que los demás no lo hagan. Aquí encontramos una contradicción que nos llena de hilaridad, pues estos señores pueden reunirse hasta colectivamente para ver la misma producción que niegan o pretenden negar a otros.

Más allá del absurdo de su irracionalidad, que sólo los descalifica a ellos, preocupan las amenazas que han vertido en contra de quienes exhiban o vean dicho filme. Y no podríamos pasar por alto que en esa actitud envalentonada de la derecha cavernícola tiene una gran responsabilidad el gobierno, que alienta ese tipo de expresiones con su propia conducta, violatoria de la ley.

2. Casi al mismo tiempo se anuncia un gran programa de bibliotecas para las escuelas públicas. En el mismo están ausentes títulos de autores de prestigio universal como Miguel de Cervantes Saavedra, Sor Juan Inés de la Cruz, Carlos Fuentes y Octavio Paz, entre muchos otros. Lo peor no es la ausencia sino la explicación. No se trata de ningún descuido. Tampoco los seleccionados se escogieron al azar. No faltó presupuesto. No es la primera fase del programa. Simplemente, el gobierno decidió que los niños de este país no deben leer ciertos libros que no son "adecuados" para ellos. Por supuesto que en muchos establecimientos comerciales podrían adquirirse dichos títulos, pero lo grave es la decisión de un funcionario, o de un grupo de funcionarios, de retirar premeditadamente un conjunto de obras literarias.

3. En el mismo contexto se anuncia un "pacto educativo", un compromiso social con la educación, y se decreta la creación del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación. En el acto de anuncios tan importantes que tienen que ver con la educación pública aparecen ministros de la Iglesia católica, y en el consejo consultivo del mismo se incorpora a la archienemiga de la educación pública y laica en nuestro país: la Unión Nacional de Padres de Familia.

En el acto mencionado el interlocutor central es una personalidad que no es funcionaria del gobierno foxista ni formalmente dirigente sindical de los mentores. Simplemente es "la maestra". Al viejo estilo, el gobierno federal reconoce a un poder fáctico por arriba de las instituciones establecidas como el operador real de sus decisiones. Aquí se olvidó el respeto a los propios funcionarios del gobierno y, más aún, la necesaria reforma democrática de los sindicatos. Lo único que sobresale en todo esto es una mezcla de intereses fácticos, religiosos, sindicales y privados, listos para intervenir en la orientación de un proyecto gubernamental claramente dirigido hacia la derechización de la vida nacional. Nada más contrario a la pluralidad democrática.

4. Entre tanto, en la Cámara de Diputados se discute quién debe presidir la mesa directiva de la misma y responder el Informe presidencial. Aun antes de que inicien las negociaciones sobre el particular, Acción Nacional salta a la escena y grita: "cualquiera, menos el PRD". No pueden dejar desprotegido a su Presidente, afirman, y tratan de convertir la ceremonia del Informe en un espacio donde se garantice la censura a un pensamiento distinto al de ellos. Y para ser más precisos, a un pensamiento de izquierda. "šQuién sabe qué le vayan a decir al Presidente los perredistas!" Y como si tuvieran autoridad moral, cuestionan la capacidad de los legisladores perredistas para pronunciar un discurso institucional. Y todavía todos recuerdan aquella contestación de un legislador panista al quinto Informe de Ernesto Zedillo, que ha sido la más electorera y burdamente partidista que se haya conocido.

5. Todo ello sucede, prácticamente, de manera simultánea, y no es una casualidad. A la derecha mexicana ni le importa el cambio ni la democracia ni la pluralidad. La derecha está envalentonada y hasta quiere llevar al altar de los hombres ilustres a Tomás Mejía, en Querétaro. Quiere amagar y quiere censurar. Porque, como diría el hoy escritor prohibido Octavio Paz, "la derecha no tiene ideas, sólo tiene intereses". Lo único diferente que pretende aportar el gobierno del cambio es que quiere traernos de regreso a los años 30, pero del siglo XIX.

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