Un riesgo, que se incluya en la reforma laboral
una jornada de trabajo más flexible, dice
Sobrexplotados, 25 por ciento de los obreros, asegura
investigador
"Seguramente se llevará al Congreso un anteproyecto
que responda a intereses de empresarios"
FABIOLA MARTINEZ
El ritmo de trabajo de al menos 25 por ciento de los obreros
del país es de "sobrexplotación", ya que cumplen jornadas
de más de 48 horas a la semana e incluso lapsos más intensos
mediante horas extras y doble ocupación.
Este desgaste de la fuerza laboral "ya llegó a
sus límites", por lo que incluir en la ley jornadas más amplias
-incluso sin pago extra, como lo propone el sector patronal- sólo
afectará a la mano de obra y los niveles productivos, advirtió
el doctor Enrique de la Garza Toledo, investigador de la UAM y premio nacional
de Economía.
En
el estudio Estructura industrial y condiciones de trabajo en la manufactura,
próximo
a publicarse, explica que la intensificación del trabajo no sólo
atenta contra la resistencia física del trabajador, sino también
contra la "resistencia social".
Con base en cifras oficiales (INEGI y Encuesta Nacional
de Empleo, entre otras), el investigador afirma que esta problemática
no ha cambiado mucho en los pasados 12 años, particularmente en
la industria de la transformación, en la que al menos 74 por ciento
de los empleados reportan jornadas de más de 40 horas por semana;
es decir, en el límite máximo de lo que ordena la ley.
De la Garza -con posdoctorado en estudios sociales- detalla
el perfil actual de la fuerza de trabajo manufacturera: varón, joven,
con estudios de nivel secundaria, jefe del hogar, obrero no calificado,
con jornadas elevadas de trabajo y muy bajo salario.
El verdadero peligro
Sobre la propuesta del gobierno foxista para reformar
la Ley Federal del Trabajo (LFT) y hacer de ésta una normatividad
"moderna para el siglo XXI" señala: "seguramente se llevará
al Congreso un anteproyecto con base en la opinión e intereses de
la Secretaría del Trabajo y de los representantes de la iniciativa
privada, que incluya una jornada laboral y contratación más
flexibles que las actuales; ese es el verdadero peligro", señaló.
A ello se agrega que poco más de 40 por ciento
de los obreros no cuenta con prestaciones económicas, un tercio
no tiene algún tipo de contratación (colectiva o individual),
y los pagos por productividad no han registrado aumentos significativos
desde los convenios firmados en 1994.
Respecto de las empresas extranjeras en México,
el investigador expone que si bien aplican esquemas de organización
laboral enfocados a la calidad, en el fondo persiste la división
del trabajo, que asigna a los obreros tareas poco calificadas respecto
a las de técnicos e ingenieros, e incorpora más fuerza joven,
femenina, de gran rotación externa y bajo salario.
"Lo anterior es probable que contribuya al mantenimiento
de un círculo poco virtuoso para el desarrollo industrial, en especial
entre las empresas grandes y exportadoras, por lo que una LFT moderna de
ninguna manera pasa por la modificación de la jornada o contratación
individual a prueba", comentó.
De la Garza afirma que la eventual iniciativa de reforma
a la LFT no será por consenso; si acaso, "llevará una nota
o un par de corchetes para indicar que algunas organizaciones obreras que
no forman mayoría -como la Unión Nacional de Trabajadores-
no estuvieron de acuerdo en cambios en la jornada laboral, huelga o libertad
sindical".
Por ello, agregó, el reto de los sindicatos puede
ser la defensa de derechos ya contenidos en la legislación vigente,
y vigilar los estándares laborales mínimos.
"Salvo que alguien apueste al estallido social tipo Argentina,
el proceso de reconstrucción del movimiento de los trabajadores
debe ser de abajo hacia arriba...
"Los modelos de producción promovidos por el neoliberalismo
sirven de basamento social para la reconstrucción del movimiento
de los trabajadores", concluyó.