La dirigencia nacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD) continúa en silencio tras la derrota electoral de la coalición Por México al Frente, que formó con el derechista Acción Nacional (PAN) a pesar del rechazo de sus militantes, quienes demandan adelantar el proceso de renovación de su dirigencia, programado para octubre y diciembre próximos.

Entre el sector femenino del partido genera inquietud también la pretensión de Jesús Zambrano Grijalba de impugnar ante el Tribunal Electoral la integración del listado de senadores plurinominales, que lo deja sin curul, ya que estaba inscrito en el cuarto lugar de la primera circunscripción y con la votación que obtuvo su partido no alcanza escaño.

Antes de Zambrano, en el tercer lugar de la lista, se encuentra inscrita una mujer, hecho que el dirigente de Nueva Izquierda trata de controvertir para desplazarla y quedarse él como tercero de la lista y con el cargo de senador.

Las bases perredistas reclaman se respete a cabalidad el postulado de igualdad de género en la conformación legislativa y acusan a los chuchos (Zambrano y Ortega) de causar la estrepitosa caída del perredismo a escala nacional.

En las filas del sol azteca se plantea como prioridad hacer pública la postura del partido sobre la relación que tendrán con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Los caminos a seguir sugeridos por aquellos perredistas que reprochan la conducción de las tribus son: relación sin sumisión y colaborar con la nueva administración, sin renunciar a los principios de igualdad que pregona el PRD.

Sin duda hay legitimidad del nuevo gobierno, pero ello no debe inmovilizar al PRD porque tenemos una agenda sólida en materia de derechos humanos, de combate a la pobreza, de mitigación de las desigualdades sociales y de impulso al desarrollo del país.

Otra ruta para reconstruir al PRD se concentra en diluir a las corrientes (o tribus que se apoderaron de la conducción de la vida interna y de las relaciones con el exterior del partido), pues como corrientes de opinión no existen; se han integrado como grupos de presión que por vía de la fuerza y el chantaje dirigen al grupo político, refirió a este diario uno de los integrantes del CEN perredista que pidió no revelar su nombre.