Opinión
Ver día anteriorDomingo 27 de julio de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
El despertar

Ventajas del estado de chueco

G

abriel Zaid descubrió que vivimos en el estado de chueco. Somos incapaces de llegar al equilibrio en que no abusamos ni permitimos abusos. En el estado de derecho las autoridades se someten a las leyes, les guste o no, les convenga o no. La población los imita e incluso se siente muy orgullosa. Lo que no puede pedirse es que el pueblo se someta a las normas que son violadas sistemáticamente por el gobierno y por los grupos de interés. Es cierto, la modernización política efectiva acabaría con el estado de lo chueco, nos llevaría a la paz, la continuidad y la estabilidad. Pero parece que estamos muy lejos de lograrlo y quizá de desearlo.

El estado de chueco resulta cómodo: usted puede pasarse los altos, construir su casa como quiere, escandalizar hasta el alba, bloquear aceras con botes llenos de cemento, sacar los trámites más rápido dando una lana, robarse la señal de cable, poner diablitos. Nos gusta el relajo y la indisciplina. Hay gentes que viven en el estado de chueco como peces en el agua. Además, esto tiene raíz histórica: España tenía la pretensión de imponer el orden jurídico en la lejana Colonia. Pero al llegar aquí todo se torcía, se imponían las costumbres y los intereses locales, de ahí el curioso obedézcase pero no se cumpla, que permitía no molestar a los poderosos con leyes progresistas.

En el estado de chueco la ley no es mandato fijo, sino invitación a la negociación. La autoridad mide lo que le conviene, y si no tiene más remedio, reconoce el derecho de los súbditos o utiliza la ley para amenazarlos, pero no se sujeta a ella. Rinde culto a la norma, pero no la cumple. Los súbditos lo saben y lo aceptan. Fatalistas, hacen chistes, se ponen cínicos y mueven la cabeza como diciendo: no tenemos remedio.

El estado de chueco funciona como un embudo, es como la pirámide social, pero al revés. En el cono superior fluyen las ventajas y recursos y se canaliza hacia abajo en favor de unos cuantos beneficiarios: altos burócratas, partidócratas, políticos con posgrado en el extranjero, oligarcas, los grandes influyentes. Hagan lo que hagan, nunca pisarán una cárcel, nunca responderán de sus tropelías y errores: pueden violar la ley laboral, defraudar a los consumidores, no pagar impuestos, robarse las elecciones, vender bienes públicos, comerse las pensiones… aquí no pasa nada. La impunidad es su estado de gracia, el estado de chueco es un anticipo del paraíso. ¿Cuándo terminará? Cuando los perjudicados dejen de ser dejados, podrá empezar a debilitarse. La rendición de cuentas, la democracia, el estado de derecho tienen su costo, son caros, pero sin ellos no saldremos de pobres ni del establo en que hoy vivimos.

Twitter: @ortizpinchetti