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Foro de la Cineteca

Los niños del cura

C

reced y multiplicaos. La propuesta de Los niños del cura, una de las escasas muestras exportables de la incipiente cinematografía serbo-croata, es atractiva. Su director, Vinko Bresan, transforma una pequeña isla mediterránea en un microcosmos social donde se escenifica y parodia, en tono de comedia ligera, uno de los problemas más agudos que enfrenta hoy el continente europeo: el bajo índice de natalidad y el consecuente envejecimiento de su población. A este problema se añade el de las temibles invasiones de nuevos inmigrantes, amenaza siempre latente que enciende las obsesiones xenófobas de no pocos habitantes de la isla. La solución a estas cuestiones la tiene literalmente a la mano Don Fabián (Kresimir Mikic), un joven párroco de imaginación siempre fértil que está convencido de que incluso los milagros requieren de una pequeña ayuda para funcionar.

Alarmado por el uso indiscriminado de preservativos en la isla, mismos que se venden libremente en los puestos de periódicos, y a los que recurren jóvenes estudiantes y maridos infieles, el padre Fabián solicita la ayuda de uno de los comerciantes para perforar con un alfiler cada condón en venta con el fin de impedir tanta promiscuidad y tanta contracepción indeseada. Esta estrategia singular de fomento a la natalidad da lugar a situaciones equívocas y pintorescas. La intención inicial del joven sacerdote, en apariencia inofensiva, es evitar que se merme todavía más la población de una región ya antes afectada por los prolongados conflictos bélicos. Sin embargo, la iniciativa tiene el doble filo de penalizar las conductas inmorales y exacerbar de paso los ánimos nacionalistas, sin mencionar el desdén absoluto que muestra el párroco, en obediencia a la línea del Vaticano, ante las crisis de salud pública que podría prevenir el uso del condón.

El realizador Vinko Bresan aprovecha con astucia los elementos humorísticos de la propuesta, desde las reticencias de los comerciantes hasta los chantajes morales del sacerdote, pasando por la adaptación del condón a sus múltiples usuarios (colores, sabores y tamaños) y la iniciativa complementaria de remplazar los anticonceptivos por vitaminas. Hombres y mujeres involucrados por igual, y a pesar suyo, en una misma cruzada en contra de ese villano de la modernidad, el instrumento del demonio en que la Iglesia católica ha querido convertir al condón. Un desenlace inesperado tiñe con una ironía crítica lo que aparentaba sólo ser una comedia ligera. Se exhibe en la sala 1 de la Cineteca Nacional. Sábado: 12 y 18:30 horas. Domingo: 16 y 21 horas.

Twitter: @CarlosBonfil1