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El guanajuatense falleció ayer en el DF

Chucho Castillo era un cabrón bien hecho: Olivares

El Púas pide reconocimientos en vida

 
Periódico La Jornada
Miércoles 16 de enero de 2013, p. a15

“Chucho Castillo era un cabrón bien hecho”, así lo recuerda su eterno rival y amigo Rubén Púas Olivares. El héroe de la Bondojito respira profundo y lamenta la muerte de quien fuera uno de sus contrincantes más enconados sobre el cuadrilátero, a quien enfrentó en una legendaria trilogía a principios de la década de los 70.

Jesús Castillo (Nuevo Valle de Moreno, Guanajuato, 17 de junio de 1944) murió ayer en un hospital de la Ciudad de México por las complicaciones que sufrió tras una cirugía. Apenas se conoció la noticia y el Consejo Mundial de Boxeo declaró tres días de luto por la muerte del ex campeón mundial de peso gallo.

Se ha ido un verdadero guerrero que se moría siempre en la raya, dice el Púas con pesar, porque le duele hablar del fallecimiento de un rival que estuvo muy ligado a su propia biografía.

“Nos enfrentamos tres veces y fueron combates durísimos porque Chucho era un pegador tremendo”, recuerda a Castillo, quien sumó 67 peleas y fue uno de los mejores peso gallo en la historia del boxeo mexicano.

El primero de esos combates ocurrió el 18 de abril de 1970 en Los Ángeles, California, y era una prueba de resistencia, en la que ambos peleadores se dieron golpes durante 15 asaltos. La victoria fue por decisión para el Púas, ídolo descomunal en aquella época.

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Castillo, quien se enfrentó tres veces al Púas Olivares, fue uno de los mejores peso gallo en la historia del pugilismo mexicanoFoto tomada de Internet

Ese mismo año, en octubre, volvieron a verse las caras. Chucho ganó después de atizar con violencia a Olivares y el 3 de abril de 1971 culminó la trilogía con una cátedra de mano izquierda de Olivares, que se llevó la pelea de forma inobjetable.

Antes teníamos condición para aguantar 15 asaltos, pero también sentíamos una mayor vergüenza profesional... éramos más cabrones, comenta el Púas.

Por eso dice que debe aprovecharse este momento de gran dolor en el boxeo para recordar que muchas glorias de este deporte han caído en el olvido, que deben ser recuperadas para las nuevas generaciones, para que reconozcan hombres hechos de otra arcilla.

“A Chucho se le quedó debiendo un verdadero reconocimiento. Hay que hacerlo cuando los peleadores están vivos porque después ya no tiene mucho caso”, recomienda Olivares.

Incluso piensa que Castillo debe tener una calle con su nombre en su natal Guanajuato y una sepultura digna de su memoria.

Luego suspira y lamenta: Se me fue mi eterno rival y mi eterno amigo.