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Desde otras ciudades

Madrid margina a seropositivos

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Taxistas en MadridFoto Tomada de Internet
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n pleno siglo XXI, la ciudad de Madrid tiene una legislación en vigor que impide ser taxistas a los enfermos con el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida). Lo que cualquier otro ciudadano sí podría, en la capital española se mantiene una prohibición que se aprobó en la década de los ochenta del siglo XX y que hasta la fecha mantiene la marginación a un colectivo de personas que durante décadas ha tenido que luchar contra la discriminación, la ignorancia y los agravios.

Es un nuevo escándalo que se suma a un gobierno, el de la esposa del expresidente José María Aznar y alcaldesa de la ciudad, Ana Botella, una mujer de costumbres y creencias ultraconservadoras y que ha protagonizada numerosos gestos y declaraciones con tintes homófobos. Y ahora, a pesar del clamor y de que en menos de dos semanas se han reunido más de 50 mil firmas, la postura del gobierno de la capital es inflexible y se mantiene esa prohibición, inspirada en gran medida en las leyendas fruto de la ignorancia que suscitó la enfermedad en la década de los ochenta del siglo pasado, cuando tenía poco tiempo de haberse detectado y propagado de forma masiva.

La ordenanza señala que ninguna persona podrá ser taxista si padece enfermedad infecto-contagiosa, según el artículo 31 del Reglamento de los Servicios de Transporte Público. Con esta prohibición, Madrid es la única capital europea con una discriminación tan grave en un trabajo como cualquier otro y que, como ocurre en la realidad, los enfermos de sida lo podrían efectuar sin problema y sin poner en riesgo a sus pasajeros.

De hecho, la alcaldesa de la ciudad no solo se negó en redondo a cambiar la legislación, sino que además precisó que en el futuro para ser taxista también deberán haber terminado la secundaria y tendrán que ir bien vestidos, ya que muchas veces es la primera cara que ven los turistas al llegar a Madrid.

La Coordinadora Estatal de VIH-Sida tildó la normativa de un acto de discriminación, inaceptable en una sociedad moderna y abierta como la madrileña, al precisar –por si hacía falta en pleno siglo XXI– que el VIH es un virus que no se contagia, ya que se transmite de forma no casual con prácticas muy concretas. A pesar de la postura inflexible del ayuntamiento, se mantiene la recogida de firmas, que en menos de un mes ya supera las 50 mil y a la que se han sumado grupos políticos y organizaciones de defensa de los derechos humanos.

Armando G. Tejeda, corresponsal