Opinión
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Penultimátum

Algo se pudre en Italia

¿Q

uién es el más irresistible? ¿Quién el más bello? ¿Quién es el Jeque, el único, que trata a las mujeres como princesas? De esta forma se refieren al primer ministro Silvio Berlusconi los programas de crítica política que han logrado sobrevivir a la censura impuesta por el dueño de los principales medios electrónicos italianos. Las críticas son todavía más devastadoras en los teatros de variedades y en la prensa, donde los caricaturistas hacen de las suyas al describir las fiestas que Il Cavalieri celebra con guapas jóvenes en sus propiedades de Cerdeña y Roma.

Los comentarios mordaces de los editorialistas también aluden al político de derecha que, ante las acusaciones de que gratificaba a las jóvenes por asistir a sus saraos, alega que Nunca he pagado por una mujer. Nunca he entendido qué satisfacción puede existir si no existe el placer de la conquista. Y Berlusconi se considera un conquistador nato, no alguien que, como alegan las autoridades que llevan el caso, es sospechoso de cometer el delito de inducción a la prostitución por las damitas de lujo que asistieron a sus fiestas. Sin contar los favores que les dispensa a muchas de ellas que, a cambio de destacar en la televisión, comparten con Papi y sus amigos íntimos los ratos de ocio.

Muy en su derecho, si no fuera porque a veces se usaron recursos públicos para el traslado de las bellas hasta las propiedades del conquistador. Otras, sus amigos pagaron a las edecanes de la televisión y de otros espectáculos por irse de fiesta con el primer ministro que siempre se ha manifestado en favor de lo mejor, es decir, por la moral y las buenas costumbres, por la familia cristiana, y contra la prostitución, los inmigrantes, el aborto, las bodas gay y la eutanasia.

Él alega que se trata de un proyecto subversivo para derrocarlo y de la invasión a su intimidad. Porque, como él mismo afirma: Los italianos me quieren como soy: generoso, honesto y fiable. Por eso no cambiaré. Por eso mismo no tiene nada de qué ofrecer disculpas ante la opinión pública de su país, escandalizada al saber que su líder, el que arrasa en las elecciones y es amigo y aliado del Vaticano, gusta de ser el centro de las noches blancas, en alusión a la cocaína que en ellas consumen los participantes; una opinión pública que comprueba cómo algunos amigos de su líder tienen antecedentes criminales y hacen negocios con el gobierno.

Quienes deben ofrecer disculpa son los periódicos que publican la novela XXX de sus aventuras, Viagra de por medio. Los directores de los diarios que me atacan son los que deben avergonzarse por su proceder y excusarse, sentenció el Don Juan romano.

Algo se pudre en Italia cuando algunos obispos critican a quien apenas ayer elogiaban por defender la religión y luchar contra la degradación moral de la sociedad.