
Política
Velan cenizas de Onésimo Cepeda en el panteón Francés San Joaquín

Ciudad de México. Desde esta mañana son veladas las cenizas del obispo emérito de Ecatepec, Onésimo Cepeda Silva, en el panteón Francés San Joaquín.
Al lugar acuden familiares, entre ellos su hermano Enrique Cepeda Silva, y amigos cercanos del prelado, cuyas exequias se realizan en la capilla Alpes de dicho panteón.
Esta tarde, el secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano Ramón Castro Castro oficiará una misa en donde son veladas las cenizas del obispo emérito. También están presente en el lugar Leonardo Barragán, rector de la Catedral de Ecatepec y Luis Martínez Flores, canciller secretario de la misma diócesis.
Cepeda Silva falleció por complicaciones del COVID-19, luego de ser internado e intubado.
Alrededor del 25 de diciembre el obispo emérito comenzó a sentir síntomas, similares a los de una gripe, con tos, y después “se complicó”. Luego vino la baja oxigenación, entonces se determinó su hospitalización.
El prelado contaba con su esquema de vacunación completo y su refuerzo, pero pese a ello ocurrió el contagio del SARS-CoV-2 y se agravó.
Algunos colaboradores de su casa, que acudieron al sepelio recordaron lo “muy buen jefe” que era y lo que lo estimaban.
Su sentido del humor, “lo queríamos, lo amábamos”.
Las cenizas del polémico obispo serán llevadas a la Catedral de Ecatepec, la misma que él construyó en tan solo un año y medio.
Felipe Monroy, especialista y articulista de asuntos religiosos dijo a La Jornada “que se está yendo una generación de obispos de la primera época del papa emérito Juan Pablo II, cuyo ministerio parecía estar confrontado entre la iglesia progresista y la iglesia conservadora. Ya muchos murieron o son eméritos, y no tienen peso”.
Agregó que ahora “hay un episcopado que ya le tocó última Juan Pablo II, más diplomáticos, menos políticos, menos mediáticos. Son obispos, arzobispos y cardenales más diplomáticos, menos polarizados y más enfocados a la liturgia y al trabajo curial”.
Añadió que aunque Cepeda Silva fue un prelado polémico, escuchándolo en sus homilías en la Catedral de Ecatepec, fue un gran predicador, tenía facilidad de palabra y cercanía, con sus feligreses y también con los sectores acomodados.
“Se sentía más cómodo con los ricos, pero era complaciente con los humildes. Su prédica conmovía a mucha gente, daba homilias largusimas e interpelaba a su auditorio y a veces era muy folclórico en su lenguaje.
Monroy recordó que en su última homilía antes de dejar la titularidad de la diócesis de Ecapetec “pidió disculpas por si sus expresiones habían ofendido a algún feligrés o sacerdote”.