Aunque México ha realizado importantes avances normativos en materia de ordenamiento territorial y desarrollo urbano, es necesario que dichos alcances se lleven a la realidad de manera más efectiva, en particular mediante los llamados Institutos de Planeación (Implanes), mediante los cuales se puede resolver la segregación socio-espacial de las ciudades y combatir los efectos del cambio climático.
Así lo afirmó Bernd Pfannenstein, académico de la licenciatura en Geografía Ambiental, de la Universidad Autónoma de Querétaro, quien consideró que dichos organismos deben ser independientes de cualquier gobierno con el propósito de trascender los ciclos políticos y romper el modelo de crecimiento horizontal y expansivo que aún siguen las grandes urbes de México.
En entrevista con La Jornada, el especialista consideró que, tras la Cumbre Mundial de Hábitat III –realizada en 2016 en Quito, Ecuador–, México sentó las bases para la visión unificada del desarrollo territorial por conducto de normas como la Ley General de Asentamientos Humanos, Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano.
Con la reciente reforma de dicha ley en relación al rol de los Implanes, declaró, se establece el protocolo en pro de implementar soluciones concretas; sin embargo, es necesario determinar con mayor claridad de qué manera van a funcionar dichos esquemas.
“Deben ser organismos descentralizados, que no dependan del ciclo de las administraciones (políticas), y tener un perfil plenamente técnico, con grupos interdisciplinarios y financiamiento suficiente con el fin de tener independencia de los gobiernos”, enfatizó.
Una de las principales tareas de los Implanes, según Pfannenstein, es “cesar la expansión urbana descontrolada, fragmentada, extensa, segregada y disfuncional de las ciudades, y recuperarlas con un sentido de recompactación y densificación”.
Además de lo anterior, los mencionados institutos deben enfrentar desde lo local el “reto esencial” que significa el cambio climático, el cual, sin duda, “amenaza de manera profunda a la humanidad”.
Un ejemplo concreto de cómo puede repensarse el entorno urbano, explicó el académico, son dos proyectos actuales que tratan sobre el diagnóstico de la huella de segregación socio-urbana, que están llevando acabo los gobiernos municipales de la capital de Puebla, y de Tecate, Baja California, mediante los cuales se estudia dicho fenómeno y se identifican las zonas urbanas desintegradas.
Para lograr su encomienda, manifestó, es fundamental que los Implanes generen espacios de diálogo entre autoridades de los tres niveles, la iniciativa privada y los propios habitantes, que son los principales “expertos” en lo que significa vivir allí.
“Necesitamos un nuevo modelo que no dependa del automóvil, sino que haga énfasis en la bicicleta y el transporte público, pero sin imponer esquemas de otras partes del mundo, sino un modelo mexicano de desarrollo.”