Lourdes Juárez, campeona supermosca del CMB, sostuvo un combate de entrenamiento con Anabel Ortiz, ex monarca en peso mínimo de la AMB, en una visita al gimnasio privado donde Lulú trabaja con su hermana, la pionera del boxeo La Barby Juárez.

Fue antes de que La Avispa Ortiz perdiera el título ante la estadunidense Seneisa Estrada, el fin de semana pasado. No fue una sesión formal de trabajo, sino más un encuentro de compañeras. Lourdes piensa que si hubieran trabajado como equipo, La Avispa quizá habría defendido con éxito su cetro.

“Le falló la estrategia. Nosotras la habríamos ayudado en este tema si nos lo hubiera pedido”, apunta la campeona; “Seneisa sí la trabajó, apostó por la velocidad y no darle tregua, lo que anuló por completo a Anabel. Claro que era capaz, pues tenía ocho años de campeona, pero no supo cómo plantearle la pelea”.

Lourdes reconoce el trabajo atlético y la experiencia que tienen las estadunidenses, con experiencia olímpica y algunas medallistas, pero las mexicanas también tienen recursos para competir.

“A mí también me gustaría entrar al mercado estadunidense”, reconoce Lourdes, “desde luego por la paga, porque aquí hemos avanzado deportivamente las boxeadoras, pero aún estamos demasiado lejos de recibir sueldos justos frente a lo que les pagan a los hombres”.

La industria del boxeo en Estados Unidos no se abría al boxeo femenil, pero recientemente vive un momento de esplendor. Muchas peleadoras mexicanas, algunas con trayectorias muy sólidas, lo ven como una oportunidad para destacar y mejorar su situa-ción financiera.

“No sólo es por el dinero”, aclara Lourdes, “me gustaría medirme con las chavas que están destacando allá. Que vean que acá también hay con qué y de paso ganar un mejor sueldo”.