Se estima que debido a la cancelación de clases por la pandemia de Covid-19 habrá pérdida de conocimientos básicos y habilidades sociales en los alumnos –como ocurre en las vacaciones de verano cuando los niños no retroalimentan sus aprendizajes– y más en aquellos que nunca ingresaron presencialmente al sistema educativo, como los de preescolar que empezaron con clases en línea o los que pasaron de un nivel educativo a otro.
En el contexto del Día Internacional de la Educación, que se conmemora este domingo, investigadores señalan que en general se perderá un año completo, como si no hubiera habido ninguna actividad.
La académica del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE), Judith Pérez Castro, indica que la Unesco estima que alrededor de mil 478 millones de niñas, niños y jóvenes han sido afectados por los cierres parciales y totales de sus instituciones, lo que representa 84.5 por ciento de la matrícula total a nivel mundial.
Los alumnos más pobres sufrirán mayores afectaciones por no tener apoyo académico en casa, porque sus padres no les pueden ayudar con las tareas, carecen de equipo de cómputo o acceso a Internet, o bien porque deben salir a trabajar para apoyar a sus progenitores, quienes dejaron de percibir ingresos.
“La Northwest Evaluation Association estimó que en Estados Unidos los chicos van a perder, en español, alrededor de 30 por ciento de sus aprendizajes, y en matemáticas, 50 por ciento, con todo y que continuaron las clases en línea”, indica Pérez Castro.
El investigador emérito del IISUE, Ángel Díaz Barriga, señala que en México se debe pensar en la escuela pospandemia completamente distinta a la de hoy: debe ser más cercana a los alumnos.
“Si la autoridad educativa piensa que la escuela de la pospandemia es la que teníamos con tecnologías, está desaprovechando la oportunidad de repensarla. Hay que atreverse, el futuro del sistema educativo mexicano no puede ser homogéneo, no puede haber más ‘la escuela mexicana’, sino ‘las escuelas mexicanas’, que estén enfrentándose a los problemas de sus alumnos de acuerdo con cada uno de sus entornos”, insiste.
Judith Pérez Castro asegura que “las computadoras, el Internet, la televisión nos han ayudado en este periodo, pero el trabajo que hace el profesor, la relación que tiene con sus estudiantes, el trabajo conjunto y el diálogo con los padres de familia no se puede sustituir con ninguna tecnología”.