ermítanme presumirles de un detalle. En 1979, en la efímera revista Imágenes, dirigida por Emilio García Riera, se me encomendó escribir una serie de artículos sobre el nuevo cine hollywoodense de entonces. En uno de ellos, afirmé que, de todos los cineastas representativos, Martin Scorsese me parecía el mejor. Afirmación con la que nadie en la revista estuvo de acuerdo. “¿Cómo?”, me decían, “¿mejor que Coppola? ¿mejor que De Palma?”.
El tiempo, sobra decir, me ha dado la razón. Como ninguno de sus compañeros de generación, Scorsese se ha mantenido relevante a lo largo de seis décadas y nunca ha dirigido una película indiferente, ya no digamos mala. Incluso ha hecho remakes – Cabo de miedo (1991) y Los infiltrados (2006)– sin perder el sello de su autoría.
Todo eso viene a cuento porque en la plataforma Apple Tv+ se está exhibiendo una serie documental, Mr. Scorsese, dirigida por Rebecca Miller (hija de Arthur), sobre la vida y distinguida obra del cineasta neoyorquino. De cinco episodios, la serie sigue en orden cronológico los principales incidentes y casi todas las películas hasta la fecha en la existencia de Scorsese. Desde que era un niño enfermizo del barrio de Little Italy hasta su relación actual con su hija Francesca, pasando por su tiempo en el seminario católico, sus diferentes esposas (creo que perdí la cuenta), sus vicios y, lo más importante, su religiosa devoción al cine.
Miller ha realizado una larga entrevista con el propio Scorsese, pero también con diversos testigos que lo han acompañado en diversas etapas de su biografía. Están sus padres, los amigos hampones con posibles nexos con la mafia (sorprende que el apodado Sally Gaga siga vivo) y los numerosos colaboradores de su obra que se han convertido, por razones obvias, en sus mejores amigos. Sobresalen, por supuesto, Robert de Niro y la virtuosa editora Thelma Schoonmaker, quien lo ha acompañado desde que ambos trabajaron en la realización del documental Woodstock (1970), cuyo crédito como codirector le fue negado por el gandalla de Michael Wadleigh.
El retrato no es totalmente ensalzador. Scorsese se ha sometido al interrogatorio con la honestidad de quien está en el confesionario. El realizador admite sus defectos, su mal carácter, pero sobre todo su adicción a las drogas que estuvo, a fines de los años 70, a punto de causarle su muerte. Fue De Niro, precisamente, quien le salvó la vida al ofrecerle el proyecto de Toro salvaje (1980), que en un principio no quiso dirigir por su desinterés en el boxeo.
Por razones de importancia, Miller les dedica más tiempo a las primeras películas de Scorsese. Las más recientes son revisadas con algo de prisa y uno tiene la impresión de que la serie pudo haber durado por lo menos el doble de episodios, sin perder el interés. Y hay una omisión grave: no se menciona a La invención de Hugo Cabret (2011), la película sobre el invento del cine que sobresale por ser una de las pocas hechas en 3D donde el artificial recurso tiene mucho sentido.
Pero no le hagamos reproches a lo que es un testimonio valiosísimo de la vida y milagros de quien es, insisto, el mejor cineasta estadunidense de nuestra era. Mr. Scorsese es, además de buen título, una lección para los críticos confianzudos que, sin conocerlo personalmente, le llaman Marty.
Mr. Scorsese
D: Rebecca Miller / F. en C: Ronan Killeen / M: Michael Rohatyn / Ed: David Bartner / Con: Martin Scorsese, Jay Cocks, Robert De Niro, Thelma Schoonmaker, Steven Spielberg, Spike Lee / P: Apple Studios, LBI Entertainment, Moxie Pictures. Estados Unidos, 2025.
X: @walyder










