n un ambiente nacional de tensión, también en la educación aquí y allá hay brotes de inconformidad, casi siempre provocados por autoridades con irredimibles tendencias verticales y autoritarias. La lista es larga, pero además del tema de la CNTE, dos casos más llaman la atención. Uno es el de la Universidad Pedagógica Nacional, donde, para no toparse con los reclamos de los estudiantes, desde hace meses la rectora no sólo no dialoga, sino que simplemente no se presenta al plantel. Y hartos, las y los jóvenes cierran calles y vías como el Periférico.
Y en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), un nuevo nombramiento de autoridad a espaldas de su comunidad genera una sorda pero generalizada inconformidad. Es un episodio más de la llegada de una nueva concepción en la forma de hacerse del poder en las universidades y, por tanto, en la manera de conducir la institución. Los neoliberales establecían normas, pero en el nuevo mundo derechista aun eso, si es obstáculo a lo que se concibe como mejoría definida arbitrariamente, es visto como mero accesorio opcional, como una más de las respetables pero simbólicas y básicamente prescindibles consideraciones.
En este contexto es ilustrativa la manera como el doctor Leonel Pérez Expósito, considerado el candidato oficial, acaba de ser nombrado director de la División de Sociales en la UAM-X por el consejo académico y donde votan funcionarios y también representantes de estudiantes, profesores y administrativos pertenecientes a las tres divisiones: la de ciencias Sociales, Biológicas y del Diseño, y preside la rectoría (doctores Soria y Buendía). Anteriores nombramientos han pasado tranquilamente, pero no éste. Hay tensión por decisiones autoritarias (despidos, recortes de fondos) y por la carrera de funcionarios, cueste o no, hacia puestos más altos. Y la sesión de consejo no ayuda.
La rectoría tiene prisa y anuncia que se trata de votar y ya, y cuando los consejeros estudiantes piden la palabra para denunciar que se les ha presionado para que voten por determinado candidato, se les niega rotundamente y se les disuade de seguir insistiendo. Los consejeros administrativos (personal de apoyo) los defienden y apoyan su petición, pero la rectoría se exaspera y se vuelve aún más tajante su negativa. Viene entonces la votación y gana el candidato oficial, el doctor Leonel Pérez Expósito, el favorecido por las autoridades.
Pero hay un problema: las cifras no cuadran. Días antes, en la votación de consulta que se dio por separado entre estudiantes, académicos y administrativos de cada departamento de toda la División de Sociales, el candidato Pérez Expósito sólo ganaba en tres de nueve votaciones. Sin embargo, en la votación en consejo, el candidato oficial arrasa, pues gana por 22 votos contra 16 de su contrincante más cercano. ¿Qué pasó?
La explicación que aquí damos es la siguiente: al conocerse el resultado de la consulta previa a favor del otro candidato, el doctor Alfonso León, cundió la alarma en el campo oficialista: iban a perder. Y decidieron algo drástico: echar por la borda un probado acuerdo que tiene o tenía décadas. Según éste, cuando una división define por consulta mediante el voto quién debe ser su director o directora, las y los representantes de las otras divisiones olvidan cualquier otra preferencia y votan a favor de ese candidato. Esto evita precisamente lo que ocurrió ahora: que el candidato con un apoyo muy menor en su división sea elegido como director y con ventaja considerable gracias a los votos de otras divisiones. Esto se logra mediante cabildeo personalizado entre los representantes y con los funcionarios de las otras divisiones directamente por el candidato o sus allegados. Incluso en esta ocasión se habla de una profesora de la División de Biológicas que al oído les aconsejaba que votaran por el candidato oficial: “Si no, vamos a perder”. El video de la sesión la muestra brevemente.
Ganar a cualquier costo, incluso creando un precedente muy serio que puede romper la concordia entre divisiones, paradójicamente es legalmente posible, pero hablando de una decencia más allá de lo formal, ha sido muy mal visto desde un punto de vista ético que busque crear situaciones estables y certidumbre. Vienen más nombramientos, pero ahora hay un contexto deteriorado, y más con la grave anuencia silenciosa de las actuales autoridades. Pero además, si la Junta Directiva decide nombrar rectora a la doctora Buendía, el grupo que ha venido fortaleciéndose a fuerza de nombramientos tendrá ahora una aliada muy especial. No se olvida que castigó quitándole por un año la mitad de sus ingresos a un reconocido académico y ex jefe de departamento en la División de Biológicas, el doctor Luis Ortiz, porque una estudiante se inconformó con su calificación, pero no se considera que el profesor fue perseguido y amenazado hasta su laboratorio por los parientes de la quejosa. Así la marcha hacia la estabilidad.
* UAM-X










