Viernes 7 de noviembre de 2025, p. 12
Los diputados federales se perdieron el respeto y utilizaron el chisme como discurso y agravio. En una madrugada de delirio, durante la discusión en lo particular del Presupuesto de Egresos de la Federación 2026, se enfocaron al escándalo y no en el gasto público.
Cuando los priístas desplegaron la manta con la foto de la dirigente nacional de Morena, Luisa María Alcalde, y el diputado Arturo Ávila Anaya en una playa, el coordinador Ricardo Monreal atribuyó el enojo del vocero de su bancada a que “defendió el honor de su pareja”.
Pero Ávila rechazó la relación.
Después del jaloneo entre diputados de Morena y PRI por la manta, Ávila se presentó en la sala de prensa para el control de daños. Negó, primero, haber amenazado a los priístas. Reconoció que sí les había enviado un mensaje central: “cuando se excede en los temas personales, hay un antes y un después”. Y eso, insistió, definitivamente no es una amenaza.
–Monreal se refirió a Luisa Alcalde como su pareja –le soltó un reportero.
–No, no, es un error, claramente. La cercanía… o seguramente hablaba de que somos pares.
–No, pareja.
–No, no dijo eso. O si dijo eso, seguramente es el calor de la noche. ¡Ya quisiera yo! Pero no, a ver, para dejarlo muy claro, agravia que siempre se metan en este tipo de cuestiones. La foto está sacada de contexto, es lo que menos preocupa. A mí no me preocupa realmente.
“La lona decía que estábamos de vacaciones. Pues no, estamos trabajando… entonces, es una foto sacada de contexto.”
Los agravios se extendieron entre las bancadas, pues asesores e invitados de legisladores increpaban a los oradores de la oposición en tribuna e incluso participaron en los empujones del sainete con la lona. El propio coordinador del PAN, Elías Lixa, acompañó hasta la puerta de salida a un asesor que increpaba a una diputada, e incluso el líder del PVEM, Carlos Puente, solicitó a la mesa directiva sacar a los colaboradores de todos los grupos, para evitar más encono.
A las 2 de la mañana, y cuando ya habían desfilado por la tribuna más de 130 oradores, las bancadas pactaron reducir las intervenciones y agrupar las reservas. Los diputados no sólo tenían sueño, a los de MC –por ejemplo– les urgía que la sesión terminara antes de la 6 para tomar un vuelo a Guadalajara y estar a tiempo en el informe del gobernador Pablo Lemus.
Casi a las 5:30 de la mañana, el bloque mayoritario aprobó únicamente las reasignaciones que Monreal llevaba en una lista en el bolsillo de su saco.











