El país debe apuntar a su mercado interno
Domingo 19 de octubre de 2025, p. 12
El mundo de la certidumbre ya no existe. Su primer quiebre fue la crisis financiera de 2008, y sobre ese cisma vino una ruptura en 2015, cuando los principales centros de pensamiento de Estados Unidos y Europa comenzaron a decir abiertamente: la globalización ya no nos funciona, no nos sirve. En este nuevo entorno, la ventana de la relocalización para México parece haberse cerrado y el nuevo enfoque de las inversiones se encuentran en la producción para el mercado local, explicó Jorge Mario Martínez Piva, director interino de la sede subregional de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en México.
“Pareciera, y lo sabíamos, que la ventana del nearshoring no era eterna. Tenía una entrada y una salida. Bueno, la entrada fue un momento, parece que la salida ya llegó. ¿Se acaba con eso la inversión? No, se acaba esa forma y ahora se abren otras (…). Entonces, yo no sería pesimista, todo lo contrario”, dijo en entrevista con La Jornada. Enfatizó que ahora, así como se hizo hace siete décadas, cuando la Cepal hizo la propuesta de industrialización por sustitución de importaciones, el riesgo es que América Latina y el Caribe vuelvan a quedar en la periferia.
“Hoy lo que vemos es que hay un riesgo muy alto de otra vez quedarnos en la periferia, pero ya no necesariamente en materia industrial, sino en servicios, en inteligencia artificial, en software, en nuevas tecnologías, en todo lo que es la industria 4.0, que no solamente es chips y carros eléctricos, estamos hablando que la agricultura también es industria 4.0”, agregó.
Pensar fuera de la caja
El economista explicó que si bien esa ventana para producir cerca de Estados Unidos, como mercado de destino final, parece haber concluido, hay ejemplos en América Latina de programas que intentan contrarrestar estos cambios con políticas hacia el desarrollo nacional. A su parecer, en este punto, el Plan México mueve el centro de las inversiones hacia la producción nacional, hacia el mercado interno y algunos terceros, como medida para contrarrestar los vaivenes geopolíticos a nivel global.
“La incertidumbre está ahí, nos viene de fuera, por tanto es muy difícil actuar sobre ella. Creo que no solamente se refiere al actual gobierno de Estados Unidos, que ha generado mucha incertidumbre; si nos damos cuenta, venía desde antes y posiblemente siga. ¿Por qué? Porque estamos cambiando. La geopolítica está cambiando la forma en que se relacionan los países y las instituciones estables que conocíamos ya no están ahí.
“En el caso de México, que tiene un vínculo tan fuerte con Estados Unidos, la incertidumbre sí tiene que ver precisamente con la política comercial de ese país, pero si nos damos cuenta, la inversión extranjera directa va bien (…) Posiblemente veremos que algunas inversiones que son muy susceptibles a esa inestabilidad se van a congelar o posponer, pero hay otras –por ejemplo, las que producen para el mercado interno mexicano y terceros– que siguen adelante.”
En ese punto, más allá de su acuerdo con Estados Unidos y por ello, una cierta restricción a los intercambios con China, Martínez Piva apuntó que México tiene varios caminos para diversificar sus relaciones comerciales, de investigación y desarrollo, sobre todo con otras economías de América Latina y el Caribe.
“Estados Unidos es la economía más potente del mundo y por tanto seguirá siendo un imán y eso es inevitable. Y está bien, hay que sacar provecho de eso. Pero también es importante que México haga esfuerzos que no se dan de manera de manera espontánea”, recomendó.
“La geopolítica juega. Entonces, posiblemente haya restricciones, temores o frenos para tener lazos comerciales con países asiáticos, porque el socio principal que es Estados Unidos, no ve con buenos ojos algunas de estas relaciones. Sin embargo, Asia es muy grande. Está la India, que está creciendo muchísimo. Está Japón, que siempre ha sido un socio comercial importante de México. Y en ese sentido, creo que no todo es comercio.”

Más allá de las relaciones comerciales, también se pueden tener socios fiables en áreas de investigación y desarrollo, consideró el investigador. Por ejemplo, México puede producir vacunas y en el mismo sector hay otros países que destacan como Brasil, Argentina y Cuba.
“Puede haber acuerdos de innovación, de patentes. Esas son áreas en las que los países pueden incursionar y eso no es un tratado de libre comercio (…) hay que pensar fuera de la caja.”
Sobre la dimensión de los recursos públicos necesarios para que la inversión pública pueda atraer también a privados –esto en un contexto en que hasta agosto el gasto de capital acumula una caída de 33. 7 por ciento en México– el economista apuntó que los parcos márgenes fiscales obligan a ver otras alternativas.
“No es un problema sólo de México, todos los países en desarrollo tienen escasez de recursos. Entonces la respuesta no está en poner mucho dinero, porque no lo tenemos, sino en una combinación de políticas que pueden dar para sí generar un cambio en la matriz productiva”, apuntó.
En los últimos tres sexenios varias iniciativas sobre industrialización se han levantado, primero con las Zonas Económicas del Bienestar, proyecto que con varios saltos se volvió los Polos de Desarrollo para el Bienestar, que ahora se recuperan en el Plan México.
Al respecto, se preguntó a Martínez cómo lograr una continuidad en las políticas de desarrollo más allá de los cambios de gobierno.
Martínez Piva respondió que la política pública de largo aliento no puede depender sólo del gobierno ni del Estado, porque “por su naturaleza, sobre todo en países democráticos, cambia”, sino de incorporar a otros actores que tienen visiones de largo plazo, como la sociedad civil y la academia. Agregó que un buen ejemplo de este enfoque se encuentra en las políticas de clúster y ahí México tiene una gran experiencia.
Más allá de lo que puede hacer el país, con la iniciativa de la actual administración para atraer al sector privado a través del Plan México, el funcionario de Cepal reiteró que actualmente la incertidumbre a nivel global refuerza la importancia de que tanto los productores nacionales como los mismos consumidores y la sociedad sepan que el país busca determinar su proyecto de desarrollo más allá de lo que pase fuera de sus fronteras.
Sobre todo porque el “mundo de la incertidumbre”, como lo llama Martínez Piva, se impuso. El primer cisma, “la crisis financiera de 2008 fue un baño de realidad para el mundo cuando hasta ese momento se decía: los mercados se autorregulan, que el Estado no intervenga, o sea, eran la aplicación estricta del Consenso de Washington. En 2008 hubo una crisis financiera provocada precisamente por la liberalización financiera. Entonces, los mercados no se autorregularon y tuvo que entrar el Estado al rescate.
Esto se reflejó en el descontento de las clases medias de países desarrollados que notaron que sus ingresos se habían estancado y, con ello, “los centros de pensamiento más importantes en Estados Unidos y en Europa comienzan a decir abiertamente: la globalización no nos funciona, no nos sirve.
“Eso empieza en 2015. Creo que estamos en el ojo del huracán, no sabemos todavía cuándo va a terminar ni para dónde vamos, solamente sabemos que las cosas como las conocíamos están cambiando.”