Opinión
Ver día anteriorDomingo 3 de agosto de 2025Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
No sólo de pan...

De ser humano

N

o queda lejos. No. Está aquí mismo…

en un único grito de dolor agudo

y roncos estertores que revientan las venas

donde estallan los huesos,

rasgan la piel y hienden adentro,

entrañas y fuego

que imprime en los rostros

el aura de infierno

que no soporta verse a sí mismo

y, sin embargo,

el mío no queda tan lejos de mí

y los de nosotros aquí,

que, aunque nos ahorramos el fuego,

quedaron voces de alerta y de miedo

desgarrado de tanto usarlas y subirlas

entre su volumen y la saliva

sin agua que no hay en los caminos de la huida

sobre asfalto y en la arena

donde van quedando tapices de piel humana

agujas de huesos, sangre en nombres y firmas,

mínimos dedos y orejas, piernas

y piernitas, panzas con niña adentro,

caras arrancadas pudriéndose

en tapices de oriente.

Los miembros arrancados no hallaron

la salida inexistente de la vida a la muerte

donde nunca llegó nadie

a abrazar la suya con otras

sin límite entre ellas

confundidas muerte y vida

en una sola corona de miedo

sólo separadas por el fuego intermitente

que desorienta las huidas

confunde cuerpos muertos con todavía vivos…

Y arriba, lejanos, disfrutan del caos,

suman y apuestan sobre las capas de cuerpos

vivos o muertos, en pedazos, a gritos o en silencio,

en movimientos indescifrables

como el encuentro fatal de ríos desbordados

donde todo se ha revuelto y resuelto

en el ojo tragatodo que lleva al centro de la Tierra

mientras otros disfrutan desde arriba

y apuestan sobre el resultado

del caos que les enseñaron a lograr con destreza

para merecer un puesto en la fábrica de guerra

sin enemigos, sólo cobayas indefensas

para entrenar la pelea sin motivo.

Sin embargo –nadie les ha dicho que habrá suicidio colectivo,

con los asesinos incluidos

cuando, al final del recorrido de un mundo vacío,

estarán limosneando un poco de fentanilo

para huir de la falsa muerte

más aterradora que dolorosa en el momento de repente.

Porque no habrá ya nadie ni nada adentro

de los cuerpos deambulantes y perdidos

los de ellos mismos, los asesinos,

mientras sus amos contaminados y condenados

a un mundo vacío

–del que Dios desertó a tiempo de desconocernos

y maldecirnos para buscar otro rincón del universo

donde rehacer lo humano

sin los gringos que se colaron en el primer intento

y que, si quedaran en la Tierra, ellos, ellas

y su descendencia,

serán tan zombies como los que inventaron,

para placer de sus niños

que de grandes disfrutarían las masacres

de donde nadie ni nada queda indemne:

muertos, medio muertos de cuerpo

o bien muerto lo humano de la humanidad

con los asesinos.