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En Tepito, no todo es nota roja
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principios de los años 70, el joven Mauricio Castro, originario de Xalapa, Veracruz, llegó a radicar a la Ciudad de México y comenzó a trabajar en la Secretaría de Comunicaciones; se instaló primero en Tlatelolco y, por medio de un hermano que tenía un local de zapatos por las calles de Florida y Costa Rica, se mudó a la colonia Morelos. Un día caminando por la calle de Florida escuchó en una vecindad a un grupo que interpretaba música latinoamericana, se acercó a ellos con el fin de participar, el organizador de este evento le dijo que esta actividad no la organizaban regularmente y lo remitió a la Parroquia de la Divina Institución, ubicada en la calle de Vidal Alcocer casi esquina con Jardineros; en este lugar recién había sido removido el padre progresista Federico Loos, quien había dejado un trabajo con la comunidad creando una biblioteca, una telesecundaria, una preparatoria popular y proyectos autogestionarios de zapateros.

Entre las primeras actividades que promovió Mauricio Castro fue el invitar a Elena Poniatowska, pero con el transcurso de las semanas, se dio cuenta de que los jóvenes tenían otro tipo de intereses. Su camino e inquietudes lo llevaron a relacionarse con el grupo Emaús, que era parte del coro de jóvenes de la iglesia de la parroquia de San Francisco, ubicada en Toltecas esquina con Fray Bartolomé de las Casas, en el mero corazón de Tepito, al lado de la cancha de futbol Maracaná. En ese lugar fue donde conoció a Diego Cornejo, que era parte de ese grupo, y de inmediato coincidieron en intereses, realizando diferentes eventos en la vecindad ubicada en Fray Bartolomé de las Casas 13; este fue el inicio de la Peña Tepito en 1974, teniendo que abandonar el sitio porque Mario Olivares no estaba muy de acuerdo con las actividades, no sin antes haber participado en Chin Chin el Teporocho, que utilizó el lugar como una de las locaciones para filmar esta película.

Entonces estuvieron deambulando por distintos sitios como la Universidad Obrera y el mercado Abelardo Rodríguez, obteniendo los mismos resultados de ser incómodos por sus programaciones; el único factor a su favor fue que en los diversos recorridos se les fueron sumando jóvenes como Cuauhtémoc García y Enrique Karuki Hernández, hasta que finalmente llegaron a la 4ª calle de Labradores esquina con Sastrería, en donde con el tiempo se unieron más integrantes como Felipe Hernández, Guadalupe Hernández, Blanca Montaño, Eduardo Macedo, Laura Leal, Sergio Ordoñez, Agustín Villa, Ezequiel Aguillón, Ignacio Morán, Marco Antonio Serna y Sergio Urquieta, entre otros, quienes en las funciones sabatinas nocturnas preparaban el escenario.

Al contrario de las peñas folklóricas de esos años, la peculiaridad que tenía la Peña Morelos, que así fue nombrada en su nueva locación en el año de 1976, era que la mayoría de sus eventos se realizaban en la calle de manera gratuita, donde los vecinos llevaban sus propias sillas y prácticamente se cerraba la calle al paso vehicular; gentes de las colonias Martín Carrera y Guerrero, que ya estaban organizadas en uniones de inquilinos, acudían al lugar y comenzaron a tener una relación de colaboración con la que se impartieron talleres de serigrafía, entre otras actividades; en un momento, esto llevó a una incipiente organización de los inquilinos de la colonia Morelos, pero el terremoto del 19 de septiembre de 1985, hace ya casi 40 años, vino a sacudir las actividades de la Peña Morelos, que ya en ese tiempo estaban en decadencia. De inmediato, dentro de los derrumbes por ser uno de los sitios más afectados, los vecinos encaminaban a los tráileres con la ayuda directamente a la Peña Morelos y comenzaron a organizarse y reconstruir sus viviendas formando una unión de vecinos que agregó el nombre de Peña Morelos en sus siglas; lamentablemente, con el tiempo, las organizaciones sociales que acudieron como zopilotes desestimaron el trabajo cultural.

No obstante, la mayoría de quienes pasaron por las filas de este proyecto cultural continuaron con su desarrollo profesional: Mauricio Castro trabajó hasta su jubilación hace unos años en varias dependencias programando a artistas; Diego Cornejo se dedica a la fotografía y participa en el Foro Internacional de Narración Oral FINO; Marco Antonio Serna Toño Canica, además de ser compositor y cantante, participa con La Trouppe; Ignacio Morán está dedicado a la música académica; Laura Leal, con estudios de posgrado, participa en eventos de formación académica; Enrique Karuki Hernández realiza documentales, además de tener un estudio de grabación; Sergio Ordoñez es miembro del grupo Los Folkloristas. En fin, la lista continúa, no sin antes mencionar que varios de los participantes ya fallecieron, dejando una profunda huella en sus compañeros que el sábado 9 de agosto del presente, a las 4 de la tarde, estarán festejando los 50 años de la Peña Morelos en la galería José María Velasco, ubicada en Peralvillo #55, en la colonia Morelos.

* Cronista e historiador musical