Opinión
Ver día anteriorDomingo 4 de mayo de 2025Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
La justicia en Tenochtitlan
C

aminando hace unos días por la avenida José María Pino Suárez, me encontré frente a la masiva construcción que alberga la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Recordé que en el siglo XVI, aquí había un espacio abierto donde se llevaban a cabo los rituales de los voladores, que todavía se realizan en muchos lugares del país. Después de la conquista, en el predio solía levantarse una plaza de toros y los virreyes y su corte podían ver el espectáculo desde los balcones laterales de Palacio Nacional, entonces virreinal.

En 1792, el virrey conde de Gálvez y de Revillagigedo mandó construir el famoso mercado El Volador, para ubicar a los regatones (vendedores ambulantes) que inundaban la Plaza Mayor.

Un siglo y medio más tarde, en el mismo lugar se edificó la sede de la Suprema Corte de Justicia bajo el gobierno de Lázaro Cárdenas, quien colocó la primera piedra en febrero de 1936.

Ahora que se preparan las elecciones de la debatida reforma judicial, nos vino a la mente que en estos espacios se ejercían las leyes durante los gobiernos mexicas. Fray Bernardino de Sahagún, el notable fraile que recopiló en el Colegio Real de Tlatelolco con el apoyo de sus informantes indígenas todos los aspectos de la cultura de la poderosa México-Tenochtitlan, describe la estructura del poder político que se ejercía dentro de las casas reales:

“El palacio de los señores o casas reales tenía muchas salas, la primera era la sala de la Judicatura donde residía el rey, los señores cónsules o oidores (sic) y principales nobles oyendo las cosas criminales como pleitos y peticiones de la gente popular, y allí juzgaban y sentenciaban a los criminales a pena de muerte o a ahorcar o apedrear o a achocarlos con palos, de manera que los señores usaban dar muchas maneras de muerte por justicia y también allí juzgaban a los criminales nobles y cónsules, cuando caían en algún crimen, condenándolos a muerte o a destierro, o a ser trasquilados o les hacían macehuales o los desterraban perpetuamente del palacio, o echábanlos presos en unas jaulas recias o grandes. También allí libertaban a los esclavos injustamente hechos”.

Relata la forma como se dividían los poderes del Estado: en el mismo palacio real se localizaban las instancias judiciales, diferenciando la aplicación de justicia que existía para juzgar cosas del pueblo y con juzgados especializados para nobles y hombres de guerra.

Vamos a mencionar lo que escribe el jurista alemán Josef Kohler, quien nació en 1849 e hizo trascendentes contribuciones a la filosofía y a la historia comparada del derecho. Se interesó en las leyes de las civilizaciones antiguas y realizó una profunda investigación sobre el mundo prehispánico en México y escribió El derecho de los aztecas, en el que hace valiosas aportaciones.

Menciona que el problema de la corrupción estaba muy controlado en la sociedad mexica. Diversos testimonios hablan de la severidad del sistema que aplicaba la pena de muerte en todas sus modalidades. Los juicios eran rápidos y sumarios, ninguno tardaba más de 80 días en resolverse. La elección de jueces era muy exigente, debían tener la suficiente preparación, no amigos de los amigos, no corruptos y, también eran juzgados con gran severidad cuando se les sorprendía recibiendo soborno o cargando la balanza hacia una de las partes. Narra Kholer que existían normas jurídicas perfectamente estructuradas y menciona que parte del Códice de Mendoza las contiene en pictogramas.

Relata que los procedimientos judiciales eran orales, se levantaba un protocolo con base en jeroglíficos, las sentencias más importantes se registraban en forma de pictografía y se guardaban en un archivo oficial. Los tepantlatoanis (abogados) podían ofrecer todo tipo de pruebas como la testimonial, confesional, documental (planos), presuncional o careos.

El derecho penal era sumamente rígido, se castigaba con pena de muerte los siguientes delitos: aborto, adulterio, asalto, calumnia, estupro, encubrimiento, falsificación de medidas, homicidio, incesto, peculado, pederastia, riña, robo en mercado, sedición, traición, mentira; además, había penas menores como la quema de cabellos o trasquilada que se aplicaba a los borrachos, o por alcahuetería.

Ahora que se espera que con la elección de los juzgadores comience un nuevo ejercicio del derecho más eficaz, justo y honesto no estaría mal aplicar algunas de las normas que regían el sistema de los antiguos mexicanos.

Vamos a comentar el asunto a la cercana cantina La Nueva Don León, ubicada en Pino Suárez 18. El añejo establecimiento que vivió su crisis durante la pandemia renació con un espíritu renovado, su generosa botana y el excelente servicio con el personal de hace 30 años. De la carta destacan las tortas que prepara Venancio Delgado, la longaniza con papas en salsa verde y las albondigas.