Opinión
Ver día anteriorDomingo 4 de mayo de 2025Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Una flor en el desierto
F

inalmente, después de esperar años, décadas, pude sobrevolar las líneas de Nazca. Una asignatura pendiente, de esas que en el Perú forman una larga fila. Hace poco se añadió a mi lista de pendientes el observatorio solar de Chankillo, patrimonio de la humanidad, donde se puede observar cada tarde cómo avanza el calendario anual, otra maravilla del desierto peruano.

La aventura empezó en el aeropuerto de Pisco, un moderno edificio, grandísimo y vacío. Al fondo, en un pequeño mostrador de la compañía de avionetas, que da el servicio de sobrevuelo, esperaba un grupo de 12 personas, listos para emprender la aventura.

La avioneta Cessna dejaba ver los años y horas de vuelo acumuladas, al interior dos filas de seis asientos, cada uno con su ventanilla, se llenó rápidamente con el pasaje. Al mando, piloto y copiloto daban las instrucciones: para poder ver las líneas la avioneta tiene que inclinarse a un lado de manera pronunciada y luego dar la vuelta, para que los del otro lado puedan ver la pampa y las figuras.

El viaje dura hora y media, 30 minutos de ida, otros 30 de vuelta y media hora de sobrevuelo sobre la zona, lo que permite ver 20 figuras: el mono, la araña, el colibrí, la ballena, el perro, el astronauta, el espiral, la flor y varias más. Pero más allá de lo figurativo hay líneas, muchas y largas líneas que atraviesan la pampa y que se cruzan entre ellas, otras se dirigen hacia el horizonte, de ahí su nombre.

En la actualizad, con el uso de drones e información satelital se han descubierto decenas de otras figuras en la zona de Nazca y Palpa. Al parecer la tradición viene de antes, de la cultura Paracas, famosa por sus tejidos; luego se desarrolló por los Nazcas, de los cuales se cuenta con amplia evidencia arqueológica, cerámica de muy alta calidad y diseño, construcciones monumentales y sistemas de riego en el desierto, que persisten y se utilizan en la actualidad.

Más aún, la tradición de hacer figuras en las laderas de las montañas, que se pueden ver desde los planos, sigue presente en la actualidad. Muchos equipos deportivos ponen sus letras en los cerros, los militares suelen también recurrir a esta tradición y en general en muchos cerros de Perú se pueden ver signos, letras y fechas.

Si bien en las líneas catalogadas en Nazca, sólo hay una figura humana llamada el astronauta, que propiamente está en una ladera, en los nuevos descubrimientos hay muchas figuras humanas, calificados de guerreros, además de llamas andinas, animales de otras regiones alejadas como los monos y mucha fauna marina, lo que da cuenta de la tradicional articulación de pisos ecológicos entre el mar, la costa, las cordilleras andinas y la selva amazónica.

Un reciente descubrimiento, de un fardo funerario de 5 mil años de antigüedad en la región costera de Caral, la ciudad más antigua de América, contiene diferentes textiles de algodón y un manto ricamente decorado con plumas de guacamaya. La arqueología peruana ha evolucionado notablemente, con diferentes escuelas universitarias y convenios con otros países (ver video: BBC Caral).

Pero el gran desarrollo en investigación y descubrimientos se ha dado en la costa, en culturas pre-incas como Nazca, Chancay, Caral, Sechín, Mochica-Chimú, Vicús y tantas otras. Se trata de un corredor que va desde Nazca, en el sur, hasta Lambayeque, en el norte chico. Ya existen un conjunto de museos de sitio de primerísima calidad, de zonas arqueológicas con buena infraestructura para visitarla, como las Huacas del Sol y la Luna, con magníficos murales, se ha avanzado en el entrenamiento de guías turísticos y agencias de viajes y hay una amplia tradición culinaria regional, de primera calidad.

Es un corredor costero de más de mil 200 kilómetros con unas 10 paradas obligadas y otras tantas por descubrir. Desde la ruta costera se pueden hacer incursiones en la sierra, los valles cordilleranos y visitar otros tantos sitios arqueológicos, centros artesanales y turísticos, lugares de caminata, aventura y alta montaña.

Al llegar a Perú, la primera parada es Lima, o como dijera Augusto Salazar Bondi, Lima la horrible. Una ciudad gris, terrosa, húmeda y ruidosa. Ciudad de contrastes, pero que ha sabido reorientarse, acicalarse y mirar al Pacífico. A lo largo de más de medio siglo ha logrado ganarle terreno al mar y año con año avanza inexorablemente, a pesar de sus alcaldes y políticos, construyendo la costanera y kilómetros y kilómetros de jardines y malecones, paseos y restaurantes en la parte alta del barranco.

La segunda parada es Cuzco y su increíble ciudad y alrededores, sobre lo que no es necesario profundizar. Más de alguno ha querido explicar sus maravillas, por la llegada de alienígenas, argumento que se aplica a Sacsayhuamán, Ollantaytambo o Machu Picchu, pero que también se aduce, para el caso de las inexplicables líneas de Nazca.

Pero no hay duda, ni algo más humano y terrenal, que asombrarse ante la inmensidad de una ballena, ante la gracia de un mono o la belleza de una flor, algo que los nazcas supieron plasmar y plantar en pleno desierto.