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¡Viva el mole de guajolote!
C

on esa frase terminaba el manifiesto estridentista que redactó Manuel Maples Arce a nombre de un grupo de jóvenes literatos que impulsaban un movimiento cultural de vanguardia que se desarrolló entre 1921 y 1927.

El estridentismo se caracterizó por su irreverencia y rechazo a los estilos académicos, buscaba la experimentación en todos los aspectos. El movimiento era reflejo de la agitada situación política y social que prevalecía en esos años en que México buscaba un camino nuevo tras el largo y extenuante periodo revolucionario.

Se inspiró en el vanguardismo europeo y en una actitud cosmopolita exaltaba lo moderno, lo tecnológico y lo urbano. Sus representantes rechazaban la tradición y los valores y estilos establecidos, eran intransigentes, radicales y enemigos del conformismo.

En la corta vida del estridentismo, varios creadores destacados apoyaron la propuesta, entre otros, Leopoldo Méndez, Ramón Alva de la Canal, Fermín Revueltas, Gabriel Fernández Ledesma y el pintor francés avecindado en México Jean Charlot.

Entre los principales organizadores sobresalía un brillante escritor y poeta, Germán List Arzubide, quien nació en Puebla en 1898 y falleció en la Ciudad de México 100 años después, en octubre de 1998. Ahora el Museo Nacional de Arte (Munal), en su hermoso edificio de la Plaza Manuel Tolsá, rinde homenaje con la exposición Germán List Arzubide (1898-1998): En las letras está la vida.

Se exhiben cerca de 300 piezas, la mayoría pertenecientes al archivo que resguarda la familia List Crespo y de 39 colecciones diferentes que incluyen documentos, fotografías, periódicos, libros, marionetas y pinturas que permiten apreciar la propuesta estética e ideológica del poeta y escritor.

En su larga vida, List Azurbide realizó innumerables y diversas actividades sin alejarse nunca de su postura política de izquierda que quedó plasmada en muchas publicaciones, entre otras, en las revistas estridentistas Horizonte, Vincit, Ser e Irradiador, que fundó y en las que fue constante colaborador.

Fue un autor prolífico con más de 58 libros que abarcan cuentos, poesía, novelas y crónicas; fueron muchos sus escritos sobre la historia nacional. Su activismo político lo llevó a Europa del Este como diplomático. En la entonces Unión Soviética recibió la Medalla Lenin.

Fue profesor en la Universidad Obrera, en preparatorias y en la Normal de Jalapa; frecuente colaborador en Excélsior, Siempre!, La Opinión y Tiempo.

En la Secretaría de Educación Pública creó el teatro infantil y en Bellas Artes el guiñol. En la exposición se puede ver una colección de marionetas de guante y de títeres que se utilizaron en las obras que escribió y en la que participaron personajes como Roberto Lago, Graciela Amador y Germán y Lola Cueto. List Azurbide explicaba que era un teatro rápido, nervioso, sencillo, sin maquinaria que se pudiera representar en cualquier parte y atrajera a una gran parte de la población.

Un atractivo de la exposición son las fotografías, muchas del poeta en diferentes épocas de su vida, de grandes autores como Tina Modotti y Manuel Álvarez Bravo, así como varios retratos, sobre todo óleos que le pintaron sus amigos y camaradas, entre los que sobresalen los de Diego Rivera, Aurora Reyes –la primera muralista mexicana–, Ezequiel Negrete Lira, Juan Leonardo Cordero, Francisco Arturo Marín, Luis Arenal, Isaías Cervantes y Ramón Alva de la Canal.

Dice el poeta Iván Cruz Osorio: En Germán List Arzubide nos encontramos al verdadero estridentista que le canta al obrero, que sale a marchas, que está con organizaciones sindicales y dispuesto a dejarlo todo. Él es el más auténtico de todos los estridentistas. Para el poeta Daniel Téllez era el más estridente de los estridentes.

Ahora, inspirados por la célebre frase estridentista, vamos aquí al lado del Munal, al restaurante Los Girasoles, a saborear un mole de guajolote al estilo poblano, que seguramente gozaría List Azurbide, originario de esa entidad y quien sin duda influyó en la redacción del original lema. Antes puede compartir unos sopecitos de tuétano y unos molotes de plátano con chilorio.

La ensalada de mandarina, para refrescar el paladar antes del mole poblano es una delicia; si prefiere algo más ligero, hay un salmón con mole de frutas. De postre, es única la mousse de pétalos de rosas orgánicas con galleta de vainilla de Papantla.