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A pesar de la adversidad, los desterrados buscan hacer oposición

El régimen Ortega-Murillo ha dejado a las fuerzas críticas sin posibilidad de luchar o resistir dentro de Nicaragua

Junto con su esposo, Julio López Campos, y una de sus hijas, es parte de los 317 nicaragüenses que este año fueron despojados de su nacionalidad, su pasaporte, su patrimonio e incluso, en el caso de los jubilados, de sus pensiones

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▲ En días recientes la también defensora de los derechos, Mónica Baltodano, quien radica en Costa Rica, viajó a México para presentar un nuevo libro,0 El pueblo contra la dictadura, y también para movilizar una visión mas solidaria hacia la Nicaragua silenciada y excluida.Foto Roberto Garcia Ortiz
 
Periódico La Jornada
Domingo 5 de noviembre de 2023, p. 23

El régimen de Daniel Ortega-Rosario Murillo ha dejado a todas las fuerzas críticas, potenciales opositores, sin margen ni posibilidad de luchar o resistir desde el interior del país, denuncia la historiadora Mónica Baltodano. En esas condiciones, la disidencia en el exterior –los desterrados y cientos de líderes, activistas, periodistas y estudiantes exiliados y migrantes– intentan levantar cabeza y reconstruir redes políticas y sociales.

No hemos cejado en nuestro sueño de recuperar la libertad como cosa vital. La lucha por reorganizar una resistencia continúa ante todos los desafíos, asegura la autora de Memorias de la lucha sandinista, cuatro tomos con la recopilación más completa de aquel proceso.

Los disidentes intentan construir oposición a pesar de todas las adversidades que pretenden paralizarnos: un sistema de vigilancia y espionaje que inhibe, el silenciamiento de toda prensa o expresión independiente, el encarcelamiento como forma de control y la confiscación de bienes a discreción, que nos deja a todos aquellos que hemos tenido un asomo de rebeldía sin formas de sustento con tremendas dificultades.

Baltodano, junto con su esposo Julio López Campos, y una de sus hijas, es parte de los 317 nicaragüenses que este año fueron despojados de su nacionalidad, su pasaporte, su patrimonio e incluso, en el caso de los jubilados, de sus pensiones.

Antigua combatiente sandinista

Mónica fue guerrillera en sus años adolescentes en su natal León –la tierra de Rubén Darío– durante la lucha armada contra la dictadura de Anastasio Somoza. Al triunfo del Frente Sandinista de Liberación Nacional en 1979 fue ascendida al grado de comandante guerrillera y fue ministra de asuntos regionales del gobierno revolucionario de la época. Ya en la oposición, a finales de los años 90 fue diputada por el Movimiento de Renovación Sandinista que se formó de la ruptura con el orteguismo.

En días recientes la nicaragüense, que radica en Costa Rica, viajó a México para presentar un nuevo libro, El pueblo contra la dictadura, y para hacer diplomacia ciudadana con organizaciones de la sociedad civil, pero también con el partido oficial Morena y la cancillería, para movilizar una visión máns solidaria hacia la Nicaragua silenciada y excluida.

Ni un rasgo de progresista

Baltodano admite que a algunas fuerzas de izquierda, que en el pasado fueron cercanas al proceso sandinista, como es el caso de México, les cuesta trabajo reconocer que lo que encabezan Ortega y Murillo no tiene ni el más mínimo rastro progresista: en lo económico es neoliberal y extractivista y en lo político es represivo y totalitario.

Sostiene también que, aunque la retórica del orteguismo se dice víctima del imperialismo yanqui, su país no sufre sanciones como Cuba o Venezuela. son individuales, a ciertos funcionarios, no al Estado. Nicaragua tiene un muy fluido comercio con Estados Unidos, sus inversionistas gozan de grandes ventajas.

Mónica Baltodano salió en 2022 de Nicaragua como parte de la oleada de activistas o dirigentes que tuvieron que huir tras el encarcelamiento de todos los precandidatos a la presidencia en las elecciones de 2021. Fueron detenidos decenas de periodistas, religiosos, líderes campesinos o estudiantiles y a toda la directiva del partido Unamos (antes MRS).

Luego de la excarcelación y destierro de 222 figuras del periodismo, la oposición y religiosos, el gobierno mantiene aún alrededor de 130 presos políticos en las cárceles del país.

Baltodano realizó a principios de año una gira por Uruguay y Brasil. Ahora México, como un esfuerzo dirigido a que, particularmente en medios progresistas, se comprenda que los que fueron los dirigentes de la revolución en los 90 del siglo pasado, que en su época suscitó mucha solidaridad y simpatía, han cambiado y hoy son lo opuesto a lo que fueron y aun predican.

La teoría del campismo

Las izquierdas venimos de una tradición en la que se decía que el fin justifica los medios; es una forma de pensar que admite que Ortega, porque se dice revolucionario, tiene derecho a echar presa a la gente que disiente. Esa cultura de desestimar la importancia de la democracia y los derechos humanos también está un poco en el ADN de algunos de esos dirigentes que se han anclado en el pasado. En ciencia política hay una teoría sobre esto: el campismo. Es una forma de ver el mundo dividido en dos campos. Si un gobierno viola brutalmente los derechos humanos y no es democrático, pero es de mi campo entonces yo lo defiendo. No es exclusivo de las izquierdas, también de las derechas.

La autora entiende que su esfuerzo es hacer comprender que el régimen orteguista no tiene ni un rasgo de progresista. No tiene un modelo económico transformador. El producto interno bruto de Nicaragua sigue siendo el más bajo de América Latina, el extractivismo campea, las concesiones mineras son ventajosas para las empresas. Es capitalista en su forma más extrema.

Hace años hacer comprender esta realidad era más difícil. Recuerda el Foro de Sao Paulo de 2018, en plena crisis represiva en Nicaragua.

La mayoría de los partidos repetían el discurso Ortega-Murillo. Cinco años después esto ha cambiado. Este año, en el foro que se realizó en Brasilia ya no hubo consenso a su favor. No logramos una condena, pero sí el respaldo de muchos partidos a una declaración que enviamos los exiliados y desnacionalizados.

Morena, lejos de emitir una condena

En este terreno, el trabajo diplomático de Mónica Baltodano y sus compañeros tiene un largo camino que recorrer con los partidos: es el caso con Morena; todavía está lejos de decidirse a condenar a Nicaragua. Pero estamos trabajando con la sociedad civil, los estudiantes, las organizaciones y las iglesias, porque éstos van levantando el tema que después tienen que tomar los partidos políticos.

La Nicaragua de la que habla esta antigua combatiente sandinista es un país en donde en la prensa se puede escribir libremente de la Grecia antigua, de los pájaros, de los animalitos. Pero no se puede escribir nada de cuestiones políticas, de lo que sucede en la realidad, de los derechos humanos.

Un país con un Estado opresor y vigilante que espía a rodos sus ciudadanos en las redes sociales y que recientemente condenó a ocho años de prisión a cuatro muchachas que habían protestado en Facebook contra la confiscación de la Universidad Centroamericana, jesuita. Lo mismo que a un viejo periodista, Víctor Ticay, que ya no tiene espacio en ningún medio, pero a quien se le ocurrió subir a su perfil escenas de teatro callejero de las representaciones religiosas de Semana Santa, porque en su país hasta los santos están prisioneros en sus iglesias. En menos de tres horas la policía ya estaba en su casa deteniéndolo.

Un país en el que, de acuerdo con el registro del Observatorio del Derecho de Asociación, ya fueron clausuradas 3 mil 400 organizaciones sociales, desde agrupaciones de asistencia a los niños, de defensa del medio ambiente, de protección a las mujeres violentadas, religiosas, de educación. Así, fueron cerradas la Academia de la Lengua, la Academia de Ciencias y la Cruz Roja Nicaragüense. La más reciente, una clínica independiente de especialidades médicas propiedad de Tania Fonseca Terán, hija de Carlos Fonseca Amador, figura histórica y fundador del Frente Sandinista de Liberación Nacional.

Además, desde 2021 fueron cerrados todos los medios impresos que no fueran los oficiales. Y el gobierno confiscó sus locales, su maquinaria, sus reservas de papel y sus rotativas.