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Despertar en la IV República

Enterremos a don Porfirio

L

a presencia de Porfirio Díaz sigue rondando. El 5 de octubre el legislador Daniel Gutiérrez presentó un punto de acuerdo en la Cámara de Diputados para exhortar al gobierno federal a solicitar a su homólogo francés repatriar los restos del ex presidente, quien falleció en París el 2 de julio de 1915, lejos de su natal Oaxaca, donde es visto como un héroe.

Es intrigante que a 108 años de su muerte genere controversias. El debate sobre traer sus restos a México, país que abandonó tras ser derrocado por Madero, sigue vigente. A propósito de esta iniciativa, es pertinente analizar algunos hechos de su régimen:

Durante el Porfiriato, México experimentó una modernización gracias a la paz alcanzada y que no se había logrado desde la Independencia. La modernización se manifestó en el impulso a las vías de comunicación que conectaron las regiones más remotas del país. Las líneas telegráficas se desarrollaron paralelamente a las del ferrocarril, logrando conexiones internacionales. Este progreso atrajo a inversionistas interesados en llevar mercancías, pero también, según historiadores, sirvió para que la dictadura aumentara su control social, manteniéndose informada de intentos de insurrecciones.

La modernización del país evidenció contradicciones. Mientras una élite se benefició de los avances, el pueblo no experimentó mejoras. Por ejemplo, indígenas yaquis fueron asesinados por defender sus tierras y enviados a campos de trabajos forzados en Yucatán.

Porfirio Díaz fue derrocado por el maderismo, pero su estilo autoritario no desapareció con la Revolución. Los gobiernos postrevolucionarios mantuvieron un carácter autoritario, ejerciendo a menudo violencia excesiva. Durante la administración del general Álvaro Obregón, asesinaron a generales del ejército y opositores, como lo denunciara el general Murguía. En el periodo de Calles, persistió esta tendencia, como se evidenció durante la Guerra Cristera. Daniel Cosío Villegas denominó a este estilo de gobernar como Doña Porfiria, diferenciándolo del porfirismo sólo por la renovación del poder presidencial sexenalmente.

Es evidente que al impedir la repatriación de los restos prolonguemos su presencia. Si fueran devueltos, el régimen porfirista desaparecería de la memoria colectiva como otros personajes de la historia de México, entonces don Porfirio sería olvidado o juzgado con imparcialidad en los aspectos positivos y negativos.