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Libertad de expresión y democracia
L

a libertad de expresión es un derecho humano considerado fundamental para el fortaleci-miento de la democra-cia en México y el mundo, por lo que los Estados deben garantizar condiciones que permitan el desarrollo de las ideas, pensa-mientos y expresiones diversas en las esferas físicas y digitales. Esto implica procesos de construcción de datos y cifras a través de la recopilación de información, expresadas en opiniones orales, escritas o corporales; representaciones gráficas, visuales o auditivas, y/o ideas que brinden posibilidades de diálogos críticos, responsables y colectivos con otras, otres y otros.

La libertad de expresión no sólo genera condiciones de participación y expresión democrática, sino que también posibilita la continuidad de la labor de periodistas, medios decomunicación e informativos, defensoras y defensores de derechos humanos y organizaciones que acompañan luchas sociales y políticas a través de la denuncia social, investigación y seguimiento del desempeño de los gobiernos locales, nacionales y comunidad internacional.

Por ello, es necesaria la existencia de instituciones que garanticen la participación política, social y democrática, así como los derechos al acceso a la información, manifestación, asociación, entre otros relacionados con la libre expresión. Si bien, en los gobiernos democráticos el ideal de la libertad de expresión es hacer uso del espacio público en el sentido más amplio, no significa que este derecho sea respetado. De acuerdo con el Informe sobre libertad en el mundo 2022, de Freedom House, en los años recientes se ha disminuido la libertad de expresión y protesta social en países denominados como democráticos, provocando deficiencias en las instituciones garantes de derechos humanos, justicia y acceso a la información, ruptura y confrontación discursiva entre diversos actores sociales y políticos, cuyas principales motivaciones fueron la discriminación, la violencia y el odio hacia grupos que históricamente han sido mantenidos en situación de vulnerabilidad, llamados también discursos de odio (https://bit.ly/3WBvXAG).

La importancia de la libertad de expresión es que la libertad de las ideas son semillas de revolución que germinan en la organización y movilización social y se cosechan con las transformaciones sociales. Por tanto, es importante identificar qué discursos estamos promoviendo, desde qué lugar socio-político los enunciamos y por qué estamos visibilizando esa libertad de expresión. Ello, con la finalidad de promover una cultura de paz y no discriminación basada en el ejercicio y respeto a los derechos humanos con perspectiva de género, intergeneracionalidad e interseccionalidad.

Es necesario tener en cuenta que la libertad de pensamiento y expresión se manifiesta de formas distintas, pues diversas son las personas y sociedades. Por lo que es fundamental ser conscientes de los discursos e ideas que construimos, replicamos y difundimos, para prevenir la continuación de los discursos de odio, pues cuando estas narrativas se hacen praxis, se convierten en actos violentos que en muchas ocasiones arrebatan vidas. La construcción de contranarrativas audiovisuales, gráficas y escritas, en donde se visibilizan los impactos de los diversos sistemas de opresión, siendo alternativas usadas para combatir narrativas hegemónicas basadas en la discriminación. Por consiguiente, es necesario reflexionar en torno a cómo podemos hacer posible diálogos basados en el respeto y la escucha transformativa entre opiniones contrapuestas en una sociedad polarizada a través de la opinión pública dirigida por el Estado dentro de la cultura de la cancelación. También habrá que considerar cuál es el papel del Estado como ente garante de la libertad de expresión y cómo es que se entiende el uso del espacio y la opinión pública tanto para las personas, sociedad civil, periódicos y organizaciones, así como para el gobierno y sus dependen-cias adscritas.

Aunque los ataques hacia las diversas manifestaciones de este derecho son más visibles en gobiernos autoritarios y dictatoriales, en democracias fallidas la monopolización de los medios de comunicación masiva y el control de las instituciones relacionadas con los derechos a la transparencia, el acceso a la información y datos personales son amenazas contra la libre expresión. Habrá que recordarnos que todas las personas tenemos una voz propia y necesitamos usarla, principalmente quienes han sido históricamente mantenidos en situación de vulnerabilidad, para hacer uso del espacio público y tomar esos lugares que socialmente han dicho que no pueden ocuparse.

Esto, no sólo es un ejercicio del derecho a la libertad de expresión, sino una práctica política y social necesaria para transformar nuestras realidades desde los principios del respeto y la no discriminación. Y, sobre todo, para construir democracias que sean sostenibles y representativas para quienes las conformamos.