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Con amor y furia
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▲ La directora francesa Claire Denis (izquierda) con la actriz Juliette Binoche.Foto Afp
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esde finales de los años ochenta, el cine de la francesa Claire Denis, nacida en Camerún, asistente de dirección de Jim Jarmusch y Wim Wenders, se ha librado a la exploración de un legado colonial, profundamente racista, que aún provoca fuertes crispaciones en el tejido social francés. A esa preocupación social se añade la meticulosa disección del tema de la pasión amorosa que ha sido en sus películas una constante y una clara distinción de estilo. En México se conoce casi todo su trabajo –en especial su cinta clave, Buen trabajo (1999), y obras inquietantes como No tengo sueño (1994), Sangre caníbal (2001) o White material (2009)–, pero su distribución se limita al circuito de salas de arte y de festivales. Hasta la fecha, el Festival Internacional de Cine de Morelia ha sido su mejor plataforma de promoción. Se trata, sin embargo, de la directora francesa en activo con mayor prestigio y reconocimiento mundial. Revalorar hoy su trabajo en una retrospectiva, como en los casos de Agnès Varda o Marguerite Duras, es una asignatura pendiente.

En Con amor y furia ( Avec amour et acharnement, 2022), una de sus cintas más recientes, la realizadora recurre a tres de sus comediantes predilectos, Juliette Binoche, Vincent Lindon y Grégoire Colin, para narrar una historia más de amores contrariados. Esta vez se trata de Jean (Lindon), un popular jugador de rugby venido a menos luego de purgar, por motivos jamás explícitos, una condena carcelaria. El ex presidiario vive ahora al lado de la conductora de radio Sara (Binoche), una vez que su esposa martiniquesa ha decidido volver a su país, confiando el cuidado de Marcus, su pequeño hijo, a Nelly (Bulle Ogier), madre de Jean. La armonía sentimental de la pareja, evidente desde las primeras escenas idílicas en una playa de las Bahamas, se ve perturbada cuando al regresar los dos a París aparece en escena François (Colin), antiguo amante de Sara y amigo, por largo tiempo ausente, de Jean. A primera vista, lo que parece perfilarse es un clásico triángulo amoroso con todos los dramas y contratiempos de rigor, entre los que destaca el lugar común de los celos pasionales.

Sin embargo, Claire Denis difícilmente sería la directora inspirada y magistral que tiene fama de ser si su guion, basado en una compleja novela de Christine Angot, Un tournant de la vie (2018), se redujera, por razones comerciales, a un esquema narrativo convencional. La reivindicación del placer sexual femenino y las ambigüedades morales de la respuesta amorosa son sólo algunas de las facetas que la cineasta analiza a través del melodrama, ciertamente, pero con la aportación de una perspectiva sorprendentemente irónica y lúdica. El personaje de Sara vacila todo el tiempo entre el deber de tipo conyugal que le inspira un Jean a quien sinceramente ama, y la pasión carnal que no puede evitar sentir por François, el incómodo amante intruso. A los reclamos del primero responde con amor y paciencia; a las duras imposiciones eróticas del segundo, con una obstinada furia pasional o, como lo prefiere el título francés, con singular encarnizamiento. Como en Una bella luz interior (2017), otra propuesta seductora, Juliette Binoche destila aquí sensualidad y malicia por todos los poros, al lado de un soberbio Vincent Lindon, maestro de la contención dramática, y un Grégoire Colin dueño de una oscura gracia mefistofélica. Reparto sobresaliente, buen trabajo.

Se exhibe en la sala 10 de la Cineteca Nacional a las 13:30 horas.