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Descubrieron un agujero azul en la bahía de Chetumal, segundo más profundo del mundo

Denominada Taam Ja’, esa oquedad marina fue dada a conocer en septiembre de 2021 a un equipo interdisciplinario de El Colegio de la Frontera Sur. Sus aguas son de tono verdoso por la someridad de esa entrada de mar y el sedimento blanquecino del lecho; tiene una extensión aproximada de 13 mil 690 metros cuadrados. El hallazgo es de gran relevancia, pues es una ventana para obtener información acerca de cómo eran el ambiente y el clima, explica Juan Carlos Alcérreca Huerta, coordinador de la investigación

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▲ El tríptico con las medidas y ubicación del agujero azul, tomada de frontiersin.org.Foto Joan Alberto Sánchez Sánchez
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▲ Las aguas de Taam Ja’ son de tono verdoso por la someridad de esa entrada de mar y el sedimento blanquecino del lechoFoto Joan Alberto Sánchez Sánchez
 
Periódico La Jornada
Jueves 23 de marzo de 2023, p. 2

Un equipo interdisciplinario de científicos mexicanos de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur) descubrió en el lecho marino de la bahía de Chetumal, Quintana Roo, el segundo blue hole o agujero azul más profundo del mundo, de 274 metros.

El hallazgo y sus pormenores fueron dados a conocer en la más reciente edición de la revista Frontiers in Marine Science, después de un trabajo de investigación que corroboró la profundidad de ese cuerpo, cuya boca es de forma ovalada y abarca una extensión de 152 metros de largo por 124 de ancho, el equivalente a un campo y medio de futbol profesional.

Estos cuerpos u oquedades marinos reciben su nombre por el cambio de color que adquiere el agua, más intenso u oscuro en relación con el tono que la circunda, debido a la profundidad que alcanzan. Es un término técnico adoptado en el ámbito científico a escala internacional.

En el caso del blue hole de la bahía de Chetumal, bautizado como Taam Ja’, que en maya significa agua profunda, presenta un tono verdoso por la someridad de esa entrada de mar y el sedimento blanquecino del lecho marino, detalla Juan Carlos Alcérreca Huerta, coordinador del proyecto y de la publicación, quien precisa que la ubicación del mismo está a 4.5 kilómetros de la costa del pueblo de Calderitas y a unos 18, en línea recta, de la ciudad de Chetumal.

De acuerdo con el doctor en ingeniería e investigador del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), la existencia de ese agujero azul era conocida desde hace mucho tiempo por los pobladores de esa localidad del sureste mexicano, pero fue en septiembre de 2021 cuando los especialistas del Ecosur fueron notificados del mismo por el guía comunitario Jesús Artemio Poot Villa.

Se trata de un hallazgo de gran relevancia para la investigación científica marina, pues representa una ventana para obtener información de cómo eran el ambiente y el clima hace miles de años, lo cual puede ayudar a la comprensión de los procesos ambientales y geológicos, la conectividad de los acuíferos y el origen de agua de estos sistemas hidrogeológicos, según información del Conacyt.

El agujero azul más profundo del mundo que se ha reportado es Sansha Yongle, en China, con profundidad de 300 metros bajo el nivel del mar; en segundo lugar estaba hasta ahora el denominado Dean Blue Hole, en las Bahamas, con 200 metros. Hasta antes del descubrimiento en Chetumal, el de mayor profundidad en la región del Caribe era el Great Blue Hole, en Belice, con 127 metros.

En entrevista con La Jornada, Juan Carlos Alcérreca Huerta resalta que hasta antes del hallazgo del Taam Ja’ se creía que en la Península de Yucatán sólo existían cenotes, con los cuales, de hecho, los agujeros azules comparten el mismo proceso de formación, por karstificación –consistente en la disolución de la roca caliza a causa de la acción del agua–, aunque se diferencian por contener el líquido predominantemente marino, no dulce, como los cenotes.

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▲ El equipo interdisciplinario de científicos mexicanos de El Colegio de la Frontera Sur, integrado por Óscar Fabián Reyes Mendoza, Joan Alberto Sánchez Sánchez, Teresa Álvarez Legorreta y Laura María Flores-Franco.Foto Joan Alberto Sánchez Sánchez

Otra característica es que su profundidad o toda la estructura (de los agujeros azules) se desarrolla por debajo del nivel del mar. En el caso del de la bahía de Chetumal se encuentra a partir de cinco metros por debajo.

De acuerdo con el investigador, es muy posible que el Taam Ja’ en una época anterior haya sido un cenote, como lo conocemos todos, pero cuando subió el nivel del mar inundó la región y quedó cubierto por agua marina. Estamos hablando de la Edad de Hielo, de hace 10 mil años, aproximadamente.

Aunque la investigación emprendida por el equipo científico en el citado agujero azul no se enfocó al aspecto biológico, los datos obtenidos por la medición de la calidad del agua descartan la existencia de condiciones para que allí se desarrolle vida marina.

Los niveles de oxígeno son muy bajos, por lo que no permitirían albergar lo que llamaríamos macrofauna o fauna como peces u otros seres que requieren del oxígeno para vivir. Lo que se encontró, fundamentalmente, fueron películas de bacterias y algas; es decir, microfauna y microorganismos, explicó.

Desconocemos qué otro tipo de seres vivos se pueden encontrar dentro o a mayores profundidades. Lo que sí sabemos es que estarían bajo condiciones anóxicas o prácticamente sin oxígeno. Esa es otra particularidad de los agujeros azules, que son muy profundos.

Taam Ja’ abarca un área aproximada de 13 mil 690 metros cuadrados. Sus lados son empinados, con pendientes de 80 grados que forman la estructura de un gran cono cubierto por biopelículas, sedimentos, piedra caliza y salientes de yeso.

La investigación fue realizada mediante buceo, ecosondas y los perfiladores conductividad, temperatura y profundidad (CTD, por sus siglas en inglés) y la recolección de muestras de agua en septiembre de 2021.

El equipo científico estuvo conformado por Teresa Álvarez Legorreta, Laura Carrillo, Laura Flórez Franco, Óscar Reyes Mendoza y Joan Alberto Sánchez Sánchez, además de Juan Carlos Alcérreca Huerta, académicos de la Unidad Chetumal de Ecosur.

El artículo está en https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fmars.2023.1141160/full.