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De Ricardo Flores Magón a Julian Assange
C

on sus singularidades y en la era del ciberespacio, el caso de Julian Assange se entrelaza con el de Flores Magón 100 años después, al ser acusados ambos por Estados Unidos de espionaje y sedición. En 2010, Assange y sus compañeros de WikiLeaks humillaron al Comando Ciberespacial de EU al filtrar más de 250 mil documentos oficiales secretos del Departamento de Estado y el Pentágono, que exhibieron la delgada línea que separa la diplomacia del espionaje −es decir, el uso de las embajadas de EU para recopilar información útil para la CIA−, y videos de 2007 de pilotos de helicópteros estadunidenses que dispararon a civiles iraquíes, incluidos niños, y dos periodistas de la agencia británica Reuters. También 2 mil 80 cables enviados desde la Oficina de Intereses de EU en La Habana sobre la práctica de la tortura a prisioneros en el Campamento Rayos X de la base naval de Guantánamo.

Asociado con cinco grandes periódicos: The New York Times (NYT) , The Guardian, El País, Le Monde y Der Spigel −y utilizar leaks (fugas, rendijas) como estrategia−, el golpe de Assange y WikiLeaks a la política imperial de EU fue demoledor, erosionando su capacidad de domesticar y silenciar a los medios hegemónicos en que se ha fundado siempre su hegemonía y dominación. WikiLeaks ganó entonces la primera gran batalla de la era de la información contra los mecanismos propagandísticos que desde la época de la guerra fría habían usado EU y sus aliados para influir, controlar y coaccionar a todo el planeta.

Ante el tsunami global de comentarios alrededor del cablegate (el Watergate de los cables), EU atacó al mensajero para que todos se olvidaran del mensaje y convirtió a Assange en villano. Desde entonces EU ha tratado de silenciar, extraditar y eliminar a Assange, acusándolo de conspiración para cometer intrusión de computadora, en complicidad con Chelsea Manning, porque aceptó conseguir la contraseña de un ordenador del gobierno de EU para obtener documentos clasificados, acusación por la que Assange podría ser condenado a 175 años de prisión.

Tras publicar los documentos, el NYT , The Guardian y los otros tres medios se sumaron a una campaña de propaganda negra contra Assange y WikiLeaks, según los lineamientos asentados en un documento filtrado del Pentágono preparado por el área de Evaluación de Contrainteligencia Cibernética. El documento instruyó al gobierno de EU destruir el sentimiento de confianza que era –y es− el centro de gravedad de WikiLeaks, con el objetivo de silenciar y criminalizar al medio y a Assange. El Departamento de Justicia elaboró acusaciones de espionaje, conspiración para cometer espionaje, robo de propiedad del Estado y fraude y abuso informativo (pirateo de archivos)”, y en 2015, un tribunal federal de Washington bloqueó la difusión de cualquier información sobre la investigación de WikiLeaks por razones de seguridad nacional.

Además de exponer los crímenes de guerra y las mentiras y manipulaciones criminales de la administración de George W. Bush, Assange se ganó la ira del Partido Demócrata al publicar 70 mil correos electrónicos pirateados pertenecientes al Comité Nacional Demócrata y funcionarios de la administración de Barack Obama, como de John Podesta, presidente de la campaña de Hillary Clinton. Los co­rreos develaron la donación de millones de dólares de Saudiarabia y Qatar −dos de los principales financiadores del Estado Islámico− a la Fundación Clinton; los 657 mil dólares que Goldman Sachs pagó a Clinton para dar conferencias (una suma que sólo puede considerarse soborno), y correos que la exhibieron como la principal arquitecta de la guerra en Libia. Con la intención de culpar a Rusia por su pérdida electoral ante Donald Trump en 2016, el liderazgo demócrata acusó que los correos de Podesta fueron obtenidos por piratas informáticos de Moscú, aunque James Comey, ex director de la FBI, admitió que probablemente fueron entregados a WikiLeaks por un intermediario.

WikiLeaks también divulgó las herramientas de piratería usadas por la CIA y la Agencia de Seguridad Nacional y su interferencia en elecciones extranjeras como la francesa. Otro colaborador de WikiLeaks, Edward Snowden, exhibió la vigilancia general del público estadunidense por las agencias de inteligencia de EU. Sus filtraciones también revelaron que Assange estaba en una lista de objetivos de caza de EU. Es decir, era un objetivo militar a exterminar del Pentágono y la CIA. En 2021, Yahoo News reveló un complot de la CIA y la Casa Blanca (en 2017), para secuestrar o matar a Assange, que fue ratificado por el director de WikiLeaks, Kristinn Hrafn­sson. En agosto de 2022, periodistas y abogados de Assange demandaron a la CIA y a su ex director Mike Pompeo por haberlos espiado durante sus conversaciones con él en la embajada de Ecuador en Londres. Alegaron que sus conversaciones fueron grabadas y los contenidos de sus teléfonos y computadoras portátiles copiados en secreto.

En el caso Assange la verdad juega un papel importante. Cuando el ex analista de Defensa Daniel Ellsberg entregó a 17 periódicos de EU los llamados Documentos del Pentágono −un informe de la administración Johnson relacionado con la guerra de Vietnam clasificado top secret−, el NYT, afirmó que demostraban, entre otras cosas, que ésta había mentido sistemáticamente al público y al Congreso sobre un tema de interés nacional trascendente e importante. La Corte Suprema permitió que el periódico publicara los Pentagon Papers, fallo que ha sido llamado pilar moderno de los derechos de la Primera Enmienda a la Constitución de EU, que prohíbe la creación de cualquier ley que reduzca la libertad de expresión o vulnere la libertad de prensa. El caso Assange es casi idéntico.

Tras permanecer siete años asilado en la embajada de Ecuador en Londres, Assange fue detenido en 2019 por la policía británica y trasladado a la prisión de Belmarsh (el Guantánamo inglés), donde ha sido sometido a tortura sicológica. En 2022 la Corte británica aceptó los alegatos de EU para su extradición, y de consumarse deberá enfrentar cargos de espionaje. Como el de Flores Magón, el caso Assange exhibe el uso del Poder Judicial de EU y Gran Bretaña para perseguir, encarcelar y condenar a los rebeldes y los críticos del sistema de dominación capitalista. En sendos casos la libertad de expresión fue criminalizada.