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Marcha en defensa de la oligarquía // ¿Salvaguardar las instituciones? // Democracia y cúpula empresarial

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▲ Entre consignas, miles de personas acudieron este domingo al llamado de partidos y empresarios a la marcha; aquí sobre Paseo de la Reforma.Foto Marco Peláez
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l objetivo de la dominical marcha blanco y rosa es clarísimo: defender a la oligarquía político-empresarial que dominó y exprimió al país durante casi cuatro décadas, proteger a ese uno por ciento que de México hizo su empresa privada (a costillas de la nación, desde luego), y acapara poder, ingreso y riqueza, de tal suerte que le urge no destruir las instituciones democráticas, con sus dirigentes democráticos a modo que le han permitido todo tipo de tropelías y, sobre todo, impunidad.

¿En serio son democráticos esperpentos como Vicente Fox, que se cagó en el cambio y cargó los dados en las elecciones de 2006 a favor de Felipe Calderón; Borolas mismo, un fraudulento personaje que llegó por la puerta de atrás haiga sido como haiga sido, gracias a las instituciones democráticas; Luis Carlos Ugalde, el crupier en esa ocasión, y sus sucesores Lorenzo Córdova y pandilla que lo acompaña, ambiciosos talladores de casino, todos regenteados por José Woldenberg, a quien de noche le pasaron los Amigos de Fox y el Pemexgate?

¿Lo son Roberto Madrazo (fraude electoral en Tabasco en 1994); Margarita Zavala y sus firmas falsas, amén de garante de la impunidad de sus familiares por la guardería ABC; Elba Esther Gordillo, compradora de votos en 2006 y uno de los íconos de la corrupción del régimen neoliberal; Santiago Creel, el de los casinos a Televisa para que el emporio financiara su fallida campaña por la Presidencia de la República; los tres cochinitos (Alito Moreno –no hay más qué decir de él–, Marko Cortés, el siempre babeante líder panista, y Jesús Zambrano –me vendo a domicilio–); tres partidos políticos que se alquilan al mejor postor; un ejército de ladrones que hace coro y pregona odio y desinformación por todas partes y por todos los medios; y, desde luego, la cereza del pastel: Claudio X. González Guajardo, cara visible de los barones, quien maneja la chequera de esa minoría que atracó a la nación con la que todo lo compra para mantener intocado el estatus?

Qué decir de la democrática cúpula empresarial, la cual financió negras campañas propagandísticas ante el riesgo de cambiar de rumbo, porque apostarle a algo distinto implicaría retroceso (léase que Andrés Manuel llegara, en aquel entonces, a Los Pinos) en los comicios de 2006 (lo mismo hizo en los procesos electorales de 2012 y 2018, más la que está en curso), durante el cual la democrática autoridad electoral la dejó hacer y deshacer por mucho que descaradamente violara la ley.

En aquel entonces, transcurridos seis meses de la campaña electoral por la Presidencia de la República (e igual periodo de la campaña negra pagada por la cúpula), con sólo dos días para los comicios y ante la ostentosa actitud ilegal de esa cúpula, el entonces IFE tímidamente solicitó al Consejo Coordinador Empresarial (CCE, a la sazón con José Luis Barraza a la cabeza, el mismo que poco después apareció como uno de los propietarios de la privatizada, por Felipe Calderón, Aeroméxico) que fuera tan amable de retirar su propaganda sucia y promotora del miedo e invitó a Vicente Fox a que cerrara la boca.

Por aquellos días en este espacio se comentó que, rebasados gobierno, partido y candidato oficiales, el gran capital entró al quite y brincó a la palestra mediática-electoral para reforzar la campaña del miedo promovida por la derecha clerical que se retorcía ante la posibilidad de que su pollo ( Borolas) no llegara a Los Pinos. El CCE se metió hasta la cocina, con la venia de las autoridades e instituciones democráticas, pero nadie lo sancionó.

Consumado el fraude e instalado Borolas en Los Pinos nadie recordó ni castigó al organismo patronal. Debieron transcurrir más de dos años (octubre de 2008) para que el Tribunal Electoral del Poder Judicial sentenciara que siempre sí la salvaje campaña mediática a favor de un candidato chaparro, pelón y de lentes, financiada por los barones del dinero, fue ilegal, por lo que aplicó una suave multa, pero no al órgano patronal, sino a los partidos políticos beneficiados por esa propaganda negra (Acción Nacional y el tal Jelipe en primerísimo lugar). Democracia a manos llenas.

Más democracia: en junio de 1993, Carlos Salinas de Gortari pasó la charola a los más ricos entre los ricos para financiar, ilegalmente, la campaña presidencial del PRI de 1994. Y los barones, sin chistar, firmaron los democráticos cheques.

Las rebanadas del pastel

Entonces, ¿en defensa de la democracia y sus instituciones? Juar, juar, juar.