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Astillero

Saludo nazi contra Lula // Bolsonarismo golpista // Derecha y juego democrático // Biden: negacionismo electoral

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▲ EL VIVO SE LE SUBIÓ AL MUERTO. En la celebración del Día de Muertos, familiares y amigos velan y acompañan en el panteón a sus seres queridos fallecidos.Foto Luis Castillo
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ue en San Miguel del Oeste, en el estado brasileño de Santa Catarina, frente al cuartel del 14 Regimiento de Caballería Mecanizada. Varios cientos de seguidores de Jair Bolsonaro, el candidato derrotado en su intento de relección consecutiva, exigían, como lo estaban haciendo otros bolsonaristas en otras partes del país, que los militares impidan la llegada de Luiz Inácio Lula da Silva al poder y mantengan a Bolsonaro como presidente de la República. Al final, a la hora de cantar su himno, la muchedumbre extendió el brazo derecho al frente, en abierto saludo nazi.

Santa Catarina es uno de los 26 estados que forman la República Federativa de Brasil, más el Distrito Federal. Sus habitantes son mayoritariamente descendientes de europeos (87 por ciento); 47 por ciento de éstos son descendientes de alemanes y austriacos. Su capital, Florianópolis, es la segunda ciudad más visitada de Brasil.

Con más de seis millones de habitantes, Santa Catarina está “en la cumbre del ranking brasileño de desarrollo humano y económico”, con una población de colonización europea con alto índice de educación y mano de obra calificada. Tiene 67 por ciento arriba del promedio nacional de Producto Interno Bruto y una tasa de crecimiento 5.8 por encima de la media nacional, estimándose que así seguirá hasta 2025 (Santa Catarina Industrial Land: https://bit.ly/3Dxn2am).

Lo sucedido en San Miguel del Oeste es un botón de muestra del ánimo y la ideología que mueve a una parte de quienes en Brasil están invocando un golpe de Estado para cerrar el paso al comunismo, el socialismo o el peligro nacional que creen significará el arribo de Lula a la presidencia de la República.

El presidente saliente, Bolsonaro, está jugando a una especie de indefinición general con concesiones particulares. No ha desconocido el triunfo de Lula, pero tampoco lo ha reconocido, manteniéndose en la flexible postura de decir que seguirá la línea constitucional. No ha alentado expresamente a sus seguidores a la resistencia civil (camioneros bloquearon centenares de lugares carreteros) ni al golpismo solicitado ante cuarteles, pero tardó en pedir (lo hizo anoche) que sean desalojadas las carreteras y justificó las movilizaciones, las más notables son las que piden el golpe militar) al considerarlas parte del juego democrático.

Lo que está sucediendo en Brasil ofrece lecturas necesarias para el proceso mexicano denominado Cuarta Transformación. La derecha y la ultraderecha acusan a sus adversarios de antidemocracia, autoritarismo y falta de respeto a los resultados oficiales electorales pero, llegado su momento, actúan no sólo en términos de fuerte resistencia civil sino de llamamientos abiertos al golpismo militar, con invocaciones y expresiones hitlerianas.

Bolsonaro, es decir, la derecha y la ultraderecha brasileñas, están apostando a exacerbar los ánimos políticos y sociales para obstruir el ejercicio presidencial de Lula, quien ya de por sí tiene un panorama difícil ante el predominio de sus opositores en el Congreso federal y en la mayoría de los gobiernos estatales, entre ellos los más importantes en términos de demografía y economía.

No hay en Brasil una denuncia formal de fraude electoral y hasta ahora el sistema, que incluye el voto electrónico, ha sido considerado fiable. Lo que mueve al bolsonarismo es un abierto rechazo a los resultados que no le fueron favorables, mediante una radical objeción fundada en un supremacismo deseoso de barrer, exterminar, lo que ellos consideran peligros para Brasil. ¿Le suena al lector algo parecido?

Y, mientras Joe Biden, a seis días de las elecciones intermedias de Estados Unidos, ha alertado de los negacionistas electorales, republicanos tendientes a desconocer resultados si no les son favorables, lo que podría llevar a violencia política y una situación perjudicial, corrosiva y destructiva, ¡hasta mañana!

Twitter: @julioastillero

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