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Arritmia, historia blanca con acercamientos a la visión filial y la difusión del territorio
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Domingo 16 de octubre de 2022, p. 7

Bastaron una pila de postales turísticas. Pero no de las más reconocibles y afamadas de la bota italiana, sino de la isla sureña de Sicilia, de vista plena al Mediterráneo. Las fotografías correspondían a la Torre de Monterosso, una edificación turca de más de mil 500 años de antigüedad –un antiguo faro, en realidad–, un paralelepípedo rectangular que permanecía en pie, sobreviviendo a tempestades y guerras, a turcos, africanos, romanos y cientos de otras culturas en la provincia de Agrigento.

¿Quién podría vivir ahí hoy en día?, se preguntó el guionista y realizador Gibrán Bazán Longi, mientras estudiaba las fotografías con detenimiento. La historia de un parisino, Karl (Fernando Sarfati), ya entrado en años, al que le diagnostican una enfermedad cardiaca que requiere una operación para implantarle un marcapasos y que obsesivamente cuenta sus latidos hasta descubrir que se trata de una clave numérica repetida, que se revelan como coordenadas al visitar Google Maps, mismas que lo conducirán a la torre siciliana para descubrir o encontrarse o a revelarse una hija, Ada (Valentina Buzzurro), de la que desconocía su existencia.

Con ese argumento en la cabeza, desarrolló el guión de su cuarto largometraje, Arritmia (México-Italia, 2019) y emprendería un complejo periplo para producir la primera coproducción entre nuestro país y la región autónoma de Sicilia, hablada en italiano pero con un equipo de 20 mexicanos, filmada en París, Agrigento y Siracusa, con apoyo de las comisiones fílmicas de las dos últimas regiones.

En todas mis películas pongo algo biográfico a nivel personal. Esto de estar marcando los latidos lo hice porque durante casi un año, tuve ataques de pánico y de ansiedad cuando murió mi esposa, yo era mucho más joven y sentía que me iba a morir, estaba igualito que el protagonista, checando mis latidos todas las noches, cuando era mi propia ansiedad la que subía el pulso. Todo eso lo viví y lo retraté un poco, me di esa licencia, relata Bazán respecto al origen de la anécdota.

Un puente con Sicilia

La protagonista, Valentina Buzzurro resultó ser el puente entre Sicilia y México, pues su padre es de aquella isla –el bajista y guitarrista Giovanni Buzzurro– y su madre es mexicana, Claudia Lara Baeza, abogada graduada en Sicilia y coproductora del filme, pues además de dominar los dos idiomas, ama ambos países. Y tanto Giovanni como Claudia, hicieron las gestiones para abrirles las puertas en Agrigento, donde se encuentran los templos romanos más conservados, locaciones históricas que a las que les dieron acceso sin cobrarles, además que lograron que les cerraran la Piazza del Duomo, por unas horas.

Fue un apoyo invaluable, expresa el director de Los rollos perdidos (2012), Generación Spielberg (2014) y El buquinista (2018).

Otra de las cómplices del proyecto fue la actriz Patrizia Schiavo, nacida en Siracusa, quien además de traducir el guion le ayudó a realizar los casting en italiano y aparece como Abril, la colega de Karl y, prácticamente, su único contacto afectivo en el mundo.

“Es un maestro de historia particularmente necio, se niega a que lo cuiden, no deja de fumar, desayuna huevos con tocino y cerveza, bebe whisky para calmarse, hasta que recibe estas señales que decide seguir por cierta disposición mental. Ahí comienza la historia, pero no quería seguir esa fórmula gag que siguen en Hollywood, él mismo se dará cuenta de forma natural que conoció a la mamá, pero no sabe que ella sabe”, añade Bazán.

Gracias al productor Giovanni Buzzurro, el equipo de Marsash Producciones acudió al Festival de Cine de Taormina, en la costa oeste de Sicilia, para presentar el proyecto ante la Comisión de Filmaciones italiana, que recibió el proyecto con entusiasmo, “porque no quieren estigmas como el de la mafia, así como en México ocurre con el cine de narcos. Les interesó que era una historia blanca, con acercamientos a la visión filial y la difusión de su territorio”.

Sin apoyo oficial en México

Pero una vez que contaron con los apoyos sicilianos, en México fueron rechazados hasta en tres ocasiones en el Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine), durante la administración de Jorge Sánchez, en el sexenio anterior, lo que les obligó a buscar productores privados hasta dar con Irving Rosette, que aceptó participar y prácticamente salvó la coproducción del filme.

“No les interesó y me sorprendía porque era la primera coproducción con Sicilia en la historia de México, teníamos asegurada la mitad del presupuesto y permisos para filmar en los monumentos históricos. Además, se había anunciado una línea política de darle prioridad a las coproducciones internacionales. Dejaron ir un proyecto culturalmente importante y todavía solicitamos la exención fiscal de Eficine y en el dictamen nos dijeron básicamente que la película culturalmente no ofrecía valor, en un año que apoyaron dos películas de Omar Chaparro. ¿Qué está pasando, estoy en la Dimensión desconocida o en el mundo al revés?”, concluye.

La película, que tuvo su estreno mundial justo en la 65 edición de Taormina, en 2019, y en febrero de este año en el 6 Festival de Cine de Taxco, estrenó en Cinemex y la Cineteca Nacional, antes de iniciar un recorrido por salas alternativas de la República.