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Importancia del TNPAN en la crisis nuclear actual
C

uando el presidente de EU, Harry S. Truman decidió arrojar una bomba atómica contra Hiroshima, el 6 de agosto de 1945, se propuso darle 20 días al emperador japonés para operar políticamente la rendición. Concluido el plazo, arrojaría una segunda bomba atómica contra Japón. No se sabe con certeza por qué Truman precipitó la segunda bomba, pero hay importantes indicios. El 8 de agosto José Stalin avisó al diplomático estadunidense George Kennan que la URSS había declarado la guerra a Japón y sus tropas habían iniciado la liberación de Manchuria (zona de China ocupada por Japón). Truman, preocupado por el involucramiento del Ejército Rojo en el continente asiático y decidido a imponer la supremacía estadunidense en la posguerra, precipitó el segundo ataque atómico contra Japón, programado para el 9 de agosto contra la ciudad de Kokura. Phillip Morrison, físico del Instituto Tecnológico de Massachusetts, e integrante del proyecto Manhattan, contó en un simposio de la Academia Nacional de Ciencias de EU, que los científicos atómicos, lamentaron no haber filmado la detonación en Hiroshima, porque todavía tenían muchas incertidumbres sobre los efectos de la reacción en cadena, por lo que decidieron filmar la siguiente detonación. El 9 de agosto de 1945 a las 3:47 de la mañana el avión Bockskar, una superfortaleza B29, despegó de la base de Tinian, con una bomba de plutonio, Fat Man, de 22 kilotones (la arrojada contra Hiroshima había sido de 12 kilotones). Cuando el avión sobrevoló Kokura, el piloto Fredrick L. Ashworth, preguntó si la visibilidad era suficiente para filmar la explosión, Phillip Morrison dijo que la nubosidad lo impedía. El avión enfiló al segundo blanco asignado, Nagasaki. La bomba asesinó a más de 100 mil civiles, precipitó la rendición japonesa y dio el banderazo de salida a la proliferación nuclear. Stalin, sorprendido por la detonación de Hiroshima y alarmado por la explosión de Nagasaki, citó a una reunión el 20 de agosto, en la que encomendó a Laurent Beria y al físico Igor Vasili Kurchatov construir una bomba atómica soviética. Así comenzó la proliferación de armas nucleares cuyo momento más álgido según el Nuclear Notebook, fue en la década de 1980, cuando nueve países poseían unas 65 mil ojivas.

El Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNPAN) ha sido el instrumento más importante para reducir los arsenales y sus riesgos. El pasado 4 de agosto, al intervenir en la décima Conferencia de Revisión del TNPAN, que sesionó hasta el 26 de agosto, Antonio Guterres, secretario general, de la ONU, declaró que la humanidad está a un mal entendido o un accidente de la autodestrucción. La conferencia se desarrolla en un contexto desafiante. La guerra en Ucrania entre Rusia y la OTAN ha dado lugar a hechos inéditos y peligrosos. Vladimir Putin declaró en alerta máxima los arsenales nucleares rusos y amenazó con usar esas armas contra cualquier país que apoye a Ucrania o ataque territorio ruso. En Chernóbil, por primera vez en la historia se libraron combates por el control de un reactor nuclear. En días recientes, de acuerdo con la ONU, el ejército ruso disparó cohetes desde la central nuclear de Zaporiyia. La proliferación nuclear horizontal (el aumento del número de países poseedores de armas nucleares) es más probable que nunca: la cooperación entre Rusia y Estados Unidos está rota, lo cual obstaculiza: evitar el contrabando de material fisionable, prevenir el terrorismo nuclear y garantizar la seguridad de las plantas nucleares de generación de electricidad. Según Francois Diaz-Maurin, NPT Review Conference: Will it rise to the proliferation challenges?, The Bulletin of Atomic Scientists (8/22), la coyuntura genera desafíos extraordinarios: Norcorea suspendió la moratoria autoimpuesta de pruebas nucleares y podría estar a punto de detonar una más. Irán apagó las cámaras que vigilan sus instalaciones nucleares, Arabia Saudita aumentó a más de 20 por ciento el enriquecimiento del combustible de sus plantas nucleares y Australia recibió uranio enriquecido para los submarinos nucleares como parte de su pacto militar con EU. Suecia podría cambiar su postura sobre el emplazamiento y posesión de armas nucleares tras su incorporación a la OTAN. Vladimir Putin y Alexander Lukashenko discutieron en junio la posibilidad de emplazar armas nucleares de mediano alcance en Bielorrusia. De acuerdo con Joe Ciricione, “Are US Threat Assessments Outpacing the Military Threats America Actually Faces? The Bulletin of Atomic Scientists, (2/8/22) el 15 de marzo de 2022, el presidente Joe Biden envió un presupuesto militar de 780 mil millones de dólares que incluye, por ejemplo, sistemas antibalísticos que vuelven obsoleta la estrategia china de disuasión nuclear mínima.

Técnica y políticamente es posible desmantelar los arsenales nucleares, pero se requiere una sólida opinión pública global capaz de oponerse a las empresas del complejo militar industrial que tienen sometida a la clase política de Estados Unidos y los demás países poseedores. La iniciativa de Argentina de revigorizar las áreas libres de ármas nucleares, de las que México fue pionero al impulsar el Tratado de Tlatelolco y la idea de crear en Europa una Zona Libre de Armas Nucleares resulta interesante. México puede jugar un papel importante si reactiva su tradición en favor del desarme nuclear en alianza con otros países.

* Doctor en historia y profesor de tiempo completo de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM