Cultura
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El Faro de Oriente: cultura para todos
M

agali Cadena dirige el Faro de Oriente de Iztapalapa, que nació en 2000. Magali es una chava prendida que ha salido adelante gracias a su capacidad organizativa. Es muy bonito oír su voz, fuerte y segura, al dirigirse al grupo que formamos Javier Aranda, su hija Carolina, Conrado Martínez, Paula Haro y su segura servilleta. Magali, orgullosa, nos guía por un inmenso hangar y explica: El Faro de Oriente es el primer modelo de descentralización de la cultura que lanzó el poeta Alejandro Aura con el ex secretario de Cultura del entonces Distrito Federal, Eduardo Vázquez.

–¡Híjole, cuántas cosas logró Alejandro Aura!

–Sí, fue un artista y un promotor... Voy a enseñarles las naves inauguradas hace ocho años. Recibimos la primera certificación porque creamos la cartonería monumental que se usa en los desfiles. Este año me designaron responsable de la megaofrenda del Zócalo; voy a invitar a todos los creativos y vamos a traer calacas monumentales de cada estado.

“Los chavos del rumbo de Iztapalapa entran como alumnos a los talleres y terminan como profesionales. Hemos conformado 40 cooperativas; eso me enorgullece, porque estuve siete años en la Secretaría de Cultura y trabajamos menos que ahora, ya que en los meses que llevo aquí logramos alcanzar la meta de siete años. Cada año damos 300 apoyos a 300 colectivos, y ahora intento que todos los grupos conozcan nuestras formas de organización: sociedad civil, Sociedad Anónima de Capital Variable y cooperativa. Lo que les digo es que se pueden convertir en todas, que una no se contrapone a la otra y que todas tienen beneficios económicos. Yo era la responsable de cooperativas en la Secretaría de Trabajo antes de venir aquí y, como me sé todo el tema de cooperativismo, propuse al secretario de Trabajo generar colectivos culturales, desde cartonería, y cerámica hasta jabones de herbolaria, o talleres de telar de cintura...

–¿Ese es el Faro?

–El Faro es conocido por los conciertos masivos, se abren esas puertas y nos convertimos en escenario. Aquí se han presentado ante 10 mil personas Panteón Rococó y La Cuca. Nunca hemos tenido ningún incidente. Me responsabilicé de los actos culturales; coordiné esa área, y desde entonces los hacemos en el Zócalo y aquí.

“Todos los espacios del Faro se aprovechan. En esos túneles que ven allá también se dan talleres de literatura, de música, de fotografía, con Jesús Villaseca, quien fue fotorreportero de La Jornada y ahora dirige la escuela de cine comunitario Pohualizcalli, en la alcaldía Iztapalapa...”

–¿Por qué es usted la directora?

–Tuve la fortuna de nacer aquí, pertenezco a esta comunidad, la recorrí cuando no había nada. La amo. El arquitecto del Faro de Oriente es Alberto Kalach, también autor de la biblioteca Vasconcelos. Hizo la remodelación de la Cineteca Nacional. La imagen del Faro es un barco. Primero, el espacio se destinó a oficinas de la alcaldía Iztapalapa, pero se transformó en un proyecto para jóvenes.

“El Faro de Oriente es un referente. Por sus dimensiones rompió esquemas porque no existía nada de ese tipo en Iztapalapa. Se ubica en una zona periférica, de migrantes, por cómo se ha conformado la ciudad, pero, sobre todo por sus cinturones de pobreza, la abundancia de migrantes del interior de la República Mexicana. A Iztapalapa la conforman oaxaqueños, guerrerenses y poblanos. También estamos al ladito de Nezahualcóyotl, que ha generado movimientos urbanos de importancia. Neza tiene sus características bien específicas, y somos realmente la visión de una cultura muy urbana en contraposición con la de elite o la alta cultura.

“Iniciamos nuestros talleres el primero de septiembre. Miren, estos son los de grabado. Aquí están las oficinas, aquel es el salón multimedia. Ningún espacio del Faro es desperdiciado. Recordemos que en 1997 llegó el primer gobierno democrático, el del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas.

Unas oficinas de la territorial de Ermita iban a ser administrativas y decidimos utilizarlas como recinto cultural para jóvenes gracias a la intervención de Alejandro Aura. Yo lo traté porque tuve la fortuna de ser de las primeras en formarme en libroclubes, uno de los programas de El Hijo del Cuervo, en Coyoacán. Yo era universitaria, y Aura me regaló una colección de libros. Soy de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, como Alejandro.

***

Entramos a un recinto muy asoleado...

–Este es nuestro Club House, el único que existe en la Ciudad de México. Teníamos dos, uno que estaba en el Palacio Postal, hoy Museo de la Marina. El Club House disminuye la brecha digital entre jóvenes en condiciones vulnerables. Aquí les damos clases de robótica, modelos de tecnología que auspicia, en parte, la Universidad de Boston. Es una red internacional de herramientas tecnológicas para comunidades marginadas. Contamos con impresoras 3D y todos los recursos digitales para proyectos, ideas para hacer robots. Varios de nuestros niños han ido a la universidad de Boston y ahora, con Por América, otra asociación de Estados Unidos, vamos a abrir otro Club House en El Rule, en Eje Central.

Tenemos un foro al aire libre y una residencia en la que hospedamos a artistas europeos.

–¿Los jóvenes siempre son los más difíciles de complacer?

–Curiosamente, las primeras en llegar son las mujeres que buscan cómo mejorar las condiciones de vida de sus hijos... Los jóvenes tuvieron una excelente estrategia para la etapa inicial de este Faro, porque todos los grupos de rock de esa época se asentaron aquí, como Santa Sabina, y deduje que antes nos teníamos que trasladar al centro de la ciudad y ahora ellos vienen a nuestra casa.

“Aquí está la única librería hasta ahora, la del Fondo de Cultura Económica, y se llama Eusebio Ruvalcaba. Esas dos naves de artes y oficios que ven allá tienen más de 15 años, así como el auditorio para encuentros masivos.

“Hace 10 años que al Faro no se le da un retoque; va a venir el mismo crew que hizo este mural, los SF o Sin Fronteras, artistas grafiteros, muralistas, creadores del megamural de Palmitas, en Hidalgo. En dos semanas inician aquí mismo un nuevo mural.

“Miren hacia allá, la fila de chavos impacientes que ya se están inscribiendo. Los talleres son trimestrales; el Faro de Oriente intentó hacerlos semestrales, pero aquí brindamos una educación no formal. Por primera ocasión vamos a oficializarnos y a recibir nuestra certificación.

“A 22 años creemos que ya es necesario dar el paso para el reconocimiento de los Pilares, modelo de la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum. Vamos a buscar convertirlos en escuelas de iniciación artística, que los Faros sean el segundo piso y los centros culturales sean de nivel técnico. Tenemos nuestro nivel profesional que es la escuela Ollin Yoliztli. Todo lo que se hace en nuestros recintos, desde los 300 Pilares hasta los ocho faros y los cuatro centros culturales, más la Ollin Yoliztli, con 25 licenciaturas, todo es gratuito. No hay ningún recinto que cobre absolutamente nada.

“Se dan 200 talleres. Asisten entre mil y mil 500 personas por semestre. Permanecen con nosotros cinco años y los consideramos profesionales. Tenemos a jóvenes que vienen a un taller, se enganchan y se pasan a otro y luego a otro.

Muchos se han quedado aquí, y en la educación papelito habla; entonces, si no sacan su certificado, no pueden acceder a otras oportunidades. Tanto un joven como una persona mayor, como usted, Elena, puede tomar uno o varios talleres y obtener la certificación.