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El gobierno debe vigilar a desarrolladores, señalan

Se gesta burbuja inmobiliaria en varias ciudades del país, advierten especialistas

En lugares como Mérida, Querétaro y Puebla hay actos de especulación con viviendas, que son acumuladas con el fin de venderlas a mayor precio más tarde

 
Periódico La Jornada
Domingo 24 de julio de 2022, p. 9

En diversas ciudades del país –como Mérida, Guadalajara, Puebla y Querétaro– podría estarse gestando un movimiento de especulación urbana que consiste en comprar lotes para construcción de vivienda, pero sin la intención real de habitarla, sino de revender el terreno o la casa a un precio mayor, lo que daría lugar a un fenómeno de burbuja inmobiliaria.

Académicos y activistas especializados en el tema advirtieron que el Estado mexicano debe vigilar de manera más cercana a los desarrolladores de vivienda para evitar que estos inmuebles sigan usándose como moneda acumulable, pues las consecuencias serían muy negativas en términos financieros, sociales y medioambientales.

En entrevista con La Jornada, Carla Escoffié, directora del Centro de Derechos Humanos de la Facultad Libre de Derecho de Monterrey, señaló que en el caso de la capital yucateca todo indica que se generó una burbuja inmobiliaria por el tema de los lotes de inversión, porque la mayoría de las personas no compran terrenos para darles un valor de uso, sino para revenderlos después.

Como parte del creciente interés que ha surgido en los meses recientes por vivir en Mérida, se han desarrollado cientos y cientos de fraccionamientos donde no hay certeza de que sean habitados a futuro, por su ubicación y características. Se habla mucho de que Yucatán está creciendo, y es verdad, pero este fenómeno es desproporcionado y no corresponde a su crecimiento real.

Luego de elaborar un análisis con base en la propia información y cifras de los desarrolladores inmobiliarios, Escoffié identificó que muchos de estos lotes tienen métodos o facilidades de pago atractivas y ofrecen estar a 40 minutos de la playa, aunque en Yucatán muchas ciudades están de por sí a esa distancia del mar.

Lo anterior, dijo, puede atraer a compradores foráneos, pero se oculta que los fraccionamientos pueden estar a la mitad de la nada y no contar con ningún tipo de urbanización, por lo cual no hay seguridad de que sean una buena inversión.

Pese a ello, en México avanza la financiarización de la vivienda, es decir, que ésta es usada como activo o divisa que compras y acumulas con la expectativa de que aumente de precio. No atiende a una lógica de oferta y demanda, y vemos que hay claros procesos de especulación en Mérida, Querétaro, Puebla, Tijuana, Guadalajara y la alcaldía Cuauhtémoc en la Ciudad de México, que deforman el mercado.

Escoffié subrayó que las autoridades deben vigilar más de cerca a las empresas inmobiliarias y los bancos que otorgan créditos, porque sólo se confirma la existencia de una burbuja hasta que estalla, dejando cientos o miles de lotes sin vender o sin pagar porque sus precios se elevaron demasiado.

Por su parte, Enrique Soto, urbanista y profesor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México, coincidió en que los lotes de inversión se han convertido en uno de los factores que encarecen artificialmente el precio de la vivienda y dejan a muchas personas con la única opción de adquirir casas en la periferia de las ciudades.

Nos hacen creer que son terrenos para pagarlos a valor presente, con expectativas de ganancia en los próximos años, pero muchos de ellos se han prestado a fraudes, porque a veces esos desarrollos no logran concretarse, indicó.

Pese a lo anterior, y aunque son predios lejanos de las ciudades y sin servicios básicos, su precio llega a niveles parecidos al de zonas céntricas. El efecto que tiene es que los terrenos dentro de las ciudades también suben y se pervierte la tendencia de crecimiento natural de los valores del suelo.

El experto se sumó al llamado de que las autoridades, especialmente las secretarías de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano y de Medio Ambiente, supervisen a los desarrolladores inmobiliarios, porque muchos de estos proyectos no tienen permisos municipales, pero sí del gobierno federal.