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Estado de México, posible conflicto
Y

a arrancó la campaña por la elección a gobernador del estado de México que culminará en las urnas el domingo 7 de julio de 2023. Es la entidad políticamente más importante del país después de Ciudad de México. Según sea la votación en él, su peso influirá sobre la fortaleza nacional de los partidos y de los contendientes para el siguiente año. Será una especie de eco.

Dado el clima de violencia nacional, sin alarmismos malsanos puede decirse que será una lid de graves riesgos de varias clases para la imagen nacional, para el futuro del estado, sus partidos y ­contendientes.

No es sólo quién gane, sino quién es él, sus orígenes y compromisos, tarea que debieran cumplir los partidos hoy puestos en duda sobre tan delicado tema. La fecha es propicia para la violencia electoral y sus consecuencias y, por dejarlo ahí, también serán semanas útiles para la criminalidad común.

En esos tiempos cada municipio es un posible espacio de conflicto y son 125. Cada gobierno, sea el estatal o los municipales, debería asumir sus responsabilidades constitucionales de garantizar la paz; pocos lo harán. Es ahí donde la responsabilidad, en vez de cumplirse según la ley en forma piramidal, con base en el municipio, asumirá forma de embudo, cayendo la mayor carga en las instituciones federales, ejércitos y Guardia Nacional.

Los mapas delincuenciales desde ya identifican zonas rojas de alto peligro, no sólo electoral, sino de violencia criminal. Está presente Tierra Caliente, la colindancia con Guerrero y también concentraciones urbanas críticas como Chalco o Ecatepec. Mucho se debe actuar desde ya en prevención de delitos alrededor del proceso. Es de esperarse un año difícil.

Como ejes de la campaña, los actores centrales serán PAN, PRI y Morena, por ende, protagonistas naturales de confrontación, sin desestimarse la participación en el tema de otro partido, ya que sus votos, debidamente asociados les reportarán dividendos.

Los precandidatos ya sacan las orejas. Del PAN pesará mucho Enrique Vargas, hoy diputado local y ex alcalde de Huixquilucan. Su presencia es amplia en los municipios conurbados del norponiente de la Ciudad de México.

De Morena están la profesora Delfina Gómez Álvarez, secretaria de Educación Pública federal, Higinio Martínez, senador, y Horacio Duarte Olivares, director general de Aduanas. A este partido esa victoria le es vital.

El PRI, dueño del estado por 90 años, siguiendo el rito se apoyará en Toluca, pero su enemigo mayor son sus quebrantos internos. El invencible nacional antes debe salir del pozo en que tanto ayudó a hundirlo Alito. Está obligado a resolver el cómo salir de él. No será fácil para el partido ni para el dirigente encontrar cómo quedarse o cómo irse.

Sus precandidatos más visibles son el ex secretario de Gobierno Ernesto Nemer y la secretaria de Desarrollo Económico Alejandra del Moral, seguramente respetables, pero sin peso suficiente.

Consciente, el PRI hará uso total de su máquina de ganar, experiencia y recursos que siguen siendo vastos. El institucional tiene ante sí cuatro callejones cuya salida no se ve: 1) cómo subsistir con Alito presidiendo; 2) cómo zafarse de él; 3) cómo desaparecer dignamente, y 4) cómo impedir que sea el arrastre del destino quien resuelva todo.

El duelo previsible será entre las maquinarias electorales; sus cúpulas nacionales arriesgarán todo, incluidos sus vicios. Cada partido tiene su historia negra en materia de violencia electoral. Así la olla pronto ebullirá.

En lo individual el PAN o el PRI o en una coalición irán con su máximo poder contra Morena y éste defenderá su expectativa de resultar todopoderoso para 2024 y lo que venga después.

El PAN tiene una firme presencia en el estado, sobre todo en su colindancia con el noroeste de la Ciudad de México. Para el PRI desprestigiado, rígido e inadaptable, encarar desatinadamente la peor crisis de su existencia puede ser el fin. Para Morena es una ocasión determinante de un largo futuro. Para el sistema político nacional no son buenas nuevas.

La elección mexiquense, según se gane o se pierda, marcará la vida de los partidos. Lo feroz de la batalla es un serio riesgo para cada contendiente, su partido y al prestigio del estado que lo es en alto grado. Todo ello es de interés nacional, lo que es que tenerse muy en cuenta. No es una elección más.

A lo largo de los meses siguientes una dosis de violencia en el estado dañaría la imagen del país. ¡Gran oportunidad para el crimen de significarse!

Como reflexión final sería deseable poder suponer que los órganos de concertación política, de inteligencia y de operación de la elección federales, estatales y municipales conjuntamente están haciendo su tarea. Yo lo dudo, volveremos a tocar de oídas y luego nos inculparemos.