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No sólo de pan

De una reconciliación histórica

L

a Cruzada por la Milpa la haremos todos y será la argamasa que reúna la fuerza social de nuestro país en un bloque invencible, por virtuoso en sus objetivos, por claro en sus propósitos, por respetuoso de las diversidades y de cada quien como sujeto pensante y capaz. ¿Sus objetivos? Recuperar la fuerza social representada por los seres humanos más discriminados de la población mexicana desde hace más de 500 años, ¿Cómo? Recuperando sus saberes no para vitrina de museo, sino como política nacional gubernamental para recuperar la soberanía alimentaria y la calidad nutricional de sus elementos. ¿Cómo? Devolviendo a los maestros de las milpas su lugar en la estructura del saber y la cultura nacionales, con sus derechos civiles plenos y su lugar en la educación y formación laboral de las nuevas generaciones, campesinas o no. Favoreciendo así el resurgimiento de una fuerza social revolucionaria, capaz de fortalecer y mantener la solidez de la 4T. Mientras sigamos pensando que el campesinado es retrógrada, con la lógica del capital que convierte los alimentos y la Naturaleza en mercancías y a todos nosotros en puros consumidores, seguiremos separados de nuestros connacionales para una transformación que no será sin ellos. Así que digamos: ¡benditos los pueblos que tienen aún campesinado, incluso maltrecho por los abusos históricos! Campesinos poco confiados en sí mismos por la discriminación basada en la ignorancia y la soberbia. Pero la Cruzada por la Milpa se arma para rescatar la autoestima del pueblo en el que cree y tanto elogia el Presidente de la República, aunque todavía no nos escuche bien y siga pretendiendo que nuestros campesinos van a recuperar su autoestima con programas asistenciales dirigidos por quienes les dictan qué y cómo hacer las cosas que ellos conocen y practicaban desde hace cientos de generaciones...

Sólo con una política de regeneración del campo en la que se pregunte a los campesinos tradicionales qué y cómo hacer para restaurar sus suelos y fuentes de agua, sus formas de cultivos combinados y protección de plagas, uso de insectos y yerbas, métodos de almacenaje y preparaciones en lo que ellos tengan la absoluta libertad de expresar qué necesitan, estando preparados para distinguir los métodos prehispánicos de las técnicas impuestas por la Colonia hasta ahora, sin miedo a reconstruir lo que les quitamos ni a olvidar las acciones que necesitan para la reintegración de comunidades cuyos diferendos fueron auspiciados por caciques sostenidos por autoridades urbanas, vigilando el cumplimiento del bien común y desechando la politiquería ajena a las comunidades, los enviados del gobierno de la República cumplirían un papel realmente virtuoso y de muy útil autoaprendizaje. Para ello también se levanta la Cruzada por la Milpa. Porque de lo que se trata es de salvar a México en sus cinco niveles de mayor degradación (no exhaustivas): 1) de la pobreza alimentaria y nutricional que está basada en la producción de mercancías como política de la Sagarpa (y sus hermanas de todo el mundo neoliberal); 2) de la insostenibilidad de los criterios de propiedad donde se privilegia la titularidad privada y un sistema jurisdiccional importado y caduco que deberá ser sustituido por la propiedad, explotación y comercialización comunitarias o en cooperativas, con sus propios sistemas judiciales apegados a la Constitución nacional, 3) del cambio de los recursos aportados por decisión de las autoridades a recursos demandados y justificados por los productores más antiguos y apegados a las siembras tradicionales, de tal modo que se vaya haciendo la transición hacia la recuperación, sustentabilidad y crecimiento productivo de la agricultura nacional sin químicos, 4) del criterio de que la producción campesina es sólo autosuficiente, en el mejor de los casos, y en cambio prever su desarrollo progresivo para el mercado interno con una infraestructura moderna de almacenamiento, transporte, conservación y distribución de los productos del campo en zonas semiurbanas y urbanas, y 5) de la visión romántica sobre pueblos que necesariamente serían conservadores en todos los rubros, desde sus culturas tradicionales hasta una ética y estética incambiadas pasando por sus capacidades técnicas y científicas. Lo que es falso, porque nuestros pueblos originarios han demostrado una fortaleza que no parte del inmovilismo sino de la resistencia que sabe distinguir lo que debe conservarse de lo que gana con los cambios y porque no existen pueblos inmóviles, sino pueblos que se han ido adaptando con ventaja y virtuosismo a los cambios de Natura y de los otros pueblos, agresivos o amistosos.

Debemos confiar en que una nueva política social hacia nuestros campesinos tradicionales les permitirá formar una clase social que más temprano que tarde salvará a la 4T e incluso podría ser protagonista de una 5T a la que no debemos tener miedo.