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Ni es tan malo
L

ippmann. Es conocida la historia sobre los orígenes y evolución del neoliberalismo. Fernando Escalante ofrece un sucinto y preciso relato ( Historia mínima del neoliberalismo, 2015). Es posible poner una fecha concreta en el acta de nacimiento. Entre el 26 y el 30 de agosto de 1938, convocada por Louis Rougier, se reunió en París una conferencia internacional con motivo de la publicación de la versión francesa del libro de Walter Lippmann, The Good Society. Asistieron 84 personas. El motivo básico era la defensa del mercado, del mecanismo de precios como única forma eficiente de organización de la economía, y la única compatible con la libertad individual.

El malvado Leviatán. Aunque el centro de la elaboración cultural del neoliberalismo fue la crítica del Estado y de la burocracia. La novedad, como subraya con gran perspicacia Escalante, es que coincidan en esa denuncia del Estado, de las burocracias, de la regulación y en defensa de la libertad, algunos de los movimientos contestatarios de los años anteriores. La intención y el propósito son distintos. Pero la coincidencia es indudable: el Estado es el gran enemigo.

¿Por qué se impuso el modelo neoliberal? David Marquand (2005) enlista cuatro razones. Ofrecía una respuesta simple para todos los grandes problemas. Su veta populista resultaba atractiva en tiempos de crisis. Prometía resolver el problema de ingobernabilidad imponiendo a todos la disciplina del mercado. Por último, y no es poca cosa, el neoliberalismo, afirma Escalante, tiene afinidades obvias con el nuevo privatismo de la época, derivado por una parte del individualismo de los 60, con su énfasis en la autenticidad, en la expresión individual, y por otra, de los nuevos patrones de consumo.

Wendy Brown en dos textos recientes ( Undoing the Demos: Neoliberalism's Stealth Revolution, 2015; In the Ruins of Neoliberalism, 2019) profundiza en el análisis del neoliberalismo y sus consecuencias para el presente y el futuro. Primero postula que el neoliberalismo se entiende mejor no solamente como una política económica, sino como una racionalidad rectora que disemina los valores y las mediciones del mercado a cada esfera de la vida y que interpreta al ser humano exclusivamente como homo oeconomicus.

Neoliberalismo, otra ideología fría. El punto de partida es la concepción mas común del neoliberalismo como un ensamble de políticas económicas y que impacta de cuatro maneras perniciosas. Intensifica la desigualdad preexistente no sólo en términos de ingreso sino de riqueza, no sólo material sino también intelectual y espiritual. Afecta la movilidad social ya que alguien que nace pobre tienen enormes posibilidades de mantenerse así. Busca mercantilizar todo lo relacionado con el ser humano –capital humano, capital social–. Esta manera de mercantilizar contribuye a la degradación humana porque limita o estratifica el acceso a bienes públicos que deberían estar disponibles para todos, como la educación o la salud. En esta conversión conceptual el gobierno no personifica lo público, sólo es un actor más y alternativo al mercado, en tanto que los ciudadanos se presentan como inversionistas o consumidores y no como miembros de un cuerpo político.

La democracia. Se transforma radicalmente mediante la mercantilización de otras esferas distintas a la economía, como el derecho y la política, pero además, los ciudadanos se configuran a través de la métrica de nuestro tiempo como capital humano de autoinversión. Por autoinversión del capital humano se refiere Wendy Brown a formas que contribuyan a su apreciación o disminuyan su depreciación como darle valor a sus aportes como la educación o ajustarse a los cambios en los mercados de salud y de pensiones.

El debate sobre el neoliberalismo ha sido constante a lo largo de los recientes 40 años. AMLO lo ha puesto nuevamente a discusión. Yo lo retomo para contextualizar mejor mis siguientes entregas que giran en torno al hambre, a los alimentos y a la seguridad nacional.

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