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Cauduro, otro ejemplo de injusticia de la historia del arte nacional: Comisarenco

La experta presentó un libro publicado por Trilce que acerca a la impactante obra del muralista

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▲ Rafael Cauduro durante el proceso de creación de Un clamor por la justicia: Siete crímenes mayores.Foto tomada del libro Aquí estubo Cauduro
 
Periódico La Jornada
Sábado 28 de mayo de 2022, p. 3

Entre los muralistas contemporáneos, Rafael Cauduro es un ejemplo significativo de algunas de las grandes injusticias cometidas por la historia del arte nacional y de las enormes deudas historiográficas que se tiene la obligación de comenzar a saldar.

Así lo afirmó la historiadora del arte Dina Comisarenco en la presentación del libro Aquí estubo Cauduro (Trilce), en el anfiteatro Simón Bolívar del Colegio de San Ildefonso, en el contexto de la exposición Un Cauduro es un Cauduro.

La especialista criticó que así como la historia del arte occidental ignora no sólo el valor, sino la existencia de otras civilizaciones milenarias que son la base de la cultura de la humanidad, la historia del muralismo mexicano ha sido escrita de forma decididamente parcial y, consiguientemente, incompleta.

Esto se debe, explicó, a que desde muy temprano se estableció un canon muy reducido y excluyente formado sólo por los llamados tres grandes: Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco, que a veces se amplía a cuarteto, para incluir a Rufino Tamayo.

Deja fuera al resto de los miembros de la orquesta. Es decir, a muchos artistas que también contribuyeron a la enorme riqueza del movimiento fundador, que, sin embargo, fueron prácticamente invisibilizados por la historia del arte nacional desde el inicio.

Tal situación, sostuvo, ha heredado prejuicios más o menos explícitos en contra de todos los demás artistas que no son esos tres o cuatro ya mencionados, injustamente relegados a una categoría menor.

Dina Comisarenco censuró que esos injustos prejuicios historiográficos han obstaculizado la apreciación y reconocimiento del trabajo de Cauduro como muralista, en particular de su obra Un clamor por la justicia: Siete crímenes mayores, que el pintor realizó en la sede de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) entre 2006 y 2009.

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▲ Detalle del mural Un clamor por la justicia: Siete crímenes mayores, que pintó Cauduro en la SCJN entre 2006 y 2009.Foto archivo

Dichos prejuicios, precisó, tienen que ver con el estilo realista de dicha obra y la fama del creador, así como la institución comitente y la ubicación de la pieza. Entre otros aspectos, ese recelo se revela en los escasos estudios académicos dedicados a profundidad a dicho ciclo mural, no obstante de que en el ámbito internacional, es reconocido como una de las obras más significativas del muralismo mexicano contemporáneo, indicó la experta.

A su decir, en los murales de Cauduro no es la belleza la que se imita o copia, y la intención del artista no es la de romper con la tradición para expresar sus sentimientos más personales: Su extraordinario virtuosismo técnico está al servicio de la intención de poner el dedo en la llaga, de comunicar y de denunciar injustas y muy dolorosas realidades, para que incluso los más incrédulos y aquellos que prefieren no enterarse de lo que pasa no puedan ya volver la vista hacia otro lado.

Editora de Aquí estubo Cauduro, Deborah Holtz resaltó que a través de este libro es posible acercarse a ese artista mexicano de forma distinta, al mostrar cómo desarrolló la idea de su obra y, al mismo tiempo, permitir entender la intención de sus creaciones, conceptualmente complejas e impactantes.

Describió que la publicación está conformada por cinco capítulos, con textos del ensayista y crítico Rafael Coronel Rivera, el poeta Gonzalo Velez, Dina Comisarenco, el historiador del arte Luis Martín Lozano y el crítico y promotor musical Gerardo Kleinburg.

Sobre el título del libro, en el que aparentemente se comete un error ortográfico, aclaró que es una frase que en ocasiones agrega Rafael Cauduro al firmar sus obras, como si fuera un grafiti callejero, en un guiño a lo que hizo Jan van Eyck en su cuadro El matrimonio Arnolfini, al firmarlo con la inscripción: Van Eyck estaba aquí.