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Los premios Princesa de Asturias saldan una deuda histórica con el flamenco

Reconocen las trayectorias de Carmen Linares y María Pagés // Ambas despliegan experiencias que reivindican el género musical como uno de los más sugerentes de nuestro tiempo, justificó el jurado

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▲ Carmen Linares es considerada una de las voces más importantes del cante flamenco.Foto Europa Press
Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 6 de mayo de 2022, p. 5

Madrid. El flamenco, una de las expresiones artísticas más elevadas de la cultura popular española, fue reconocida, por fin, en los premios Princesa de Asturias, que en esta ocasión saldaron una deuda histórica con esta expresión artística al reconocer la labor de dos gran figuras contemporáneas: María Pagés y Carmen Linares.

El jurado justificó su decisión en que ambas creadoras despliegan en su trayectoria experiencias que reivindican el flamenco como uno de los géneros musicales más sugerentes de nuestro tiempo y un acontecimiento artístico perenne y único.

Desde 1981, el Estado español inició la entrega de una serie de galardones, que entonces se llamaban Príncipe de Asturias, para reconocer la labor de personalidades de todo el mundo en distintas ramas y géneros, si bien la idea original era privilegiar sobre todo a los que habían realizado, con su labor, un trabajo en favor de la concordia y la paz. Actualmente, hay hasta ocho categorías, que son Artes, Comunicación y Humanidades, Ciencias Sociales, Deportes, Letras, Cooperación Internacional, Investigación Científica y Técnica y, finalmente, el más simbólico de todos, el de la Concordia.

Desde la instauración de los galardones, nunca se había reconocido la trayectoria o el trabajo de las grandes figuras del arte flamenco. En ninguna de sus modalidades, ya sea el cante, el baile o el conjunto de todas esas expresiones que nacieron de la cultura popular, pero que se han ido desarrollando al mismo ritmo de la sociedad, con un sinfín de fusiones y expresiones multigénero.

Por eso la noticia del reconocimiento a María Pagés y a Carmen Linares llena un hueco y, sobre todo, provocó enorme alegría en el mundo del flamenco.

El jurado, integrado por personajes de la cultura como Claude Bussac, José María Cano de Andrés, Dionisio González Romero, Antonio Lucas Herrero, Joan Matabosch Grifoll, Carlos Mena Ostériz, Helena Pimenta Hernández y Ricardo Martí Fluxá, entre otros, informaron en su acta que las elegidas eran la cantaora Carmen Linares y la bailaora y coreógrafa María Pagés.

Explicaron que la obra de Carmen Linares y María Pagés es parte de la genealogía del flamenco contemporáneo. Ambas, en sus disciplinas, han ensanchado el cante y el baile desde el respeto por la tradición, apostando por ampliar sus cauces expresivos, impulsando así el carácter universal de un extraordinario patrimonio cultural, popular y sensorial.

Amplifica la expresión

Añadieron que con voluntad de permanente exploración, su trabajo dota al flamenco de nuevas herramientas a la vez que amplifica el lenguaje de una manifestación cultural que vive un momento de esplendor y búsqueda de nuevos horizontes. Ambas creadoras despliegan en su trayectoria experiencias que reivindican el flamenco como uno de los géneros musicales más sugerentes de nuestro tiempo y un acontecimiento artístico perenne y único.

Al conocer la noticia, Linares afirmó que hoy ha sido un día grande para mí por el reconocimiento del Premio Princesa de Asturias de las Artes; estoy muy feliz por mí y por el arte flamenco, en mayúsculas, que es lo que yo más quiero y a lo que he dado mi vida. He entregado mi vida a este arte, pero de verdad me lo está devolviendo con creces. Ha sido una suerte, la suerte de mi vida, encontrarme con esta música flamenca, que es para mí una de las mejores músicas del mundo, poderme dedicar a esta profesión y dar todo lo que llevo dentro.

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▲ María Pagés, fundó en 1990 su propia compañía.Foto Europa Press

María Pagés y Carmen Linares son dos de las figuras más importantes del flamenco de las décadas recientes, ya que en ellas converge el espíritu de varias generaciones que, desde el respeto por la tradición y la hondura de las raíces del flamenco, han sabido modernizar y adaptar su esencia al mundo contemporáneo. Con su labor, ambas han abierto caminos de repercusión no sólo artística, sino también social.

Carmen Linares, quien nació el 25 de febrero de 1951 en Linares (Jaén), comenzó a cantar en compañías como la de Paco Romero o Carmen Mora, y en tablaos madrileños populares, como Torres Bermejas y Café de Chinitas. Es, según los expertos, una de las voces más importantes del cante flamenco, a la altura de nombres como Enrique Morente, Camarón o La Niña de los Peines.

Fue la primera cantante flamenca en actuar en el Lincoln Center de Nueva York, invitada por la Orquesta Filarmónica de la ciudad, y ha actuado en los escenarios más importantes del mundo, como el teatro Colón de Buenos Aires, la Ópera de Sídney, el Palau de la Música de Barcelona, el teatro Chaillot de París, el Barbican Center de Londres o el Teatro Real de Madrid.

En su discografía destacan los álbumes Cantaora (1988), Canciones populares antiguas (1993) –con textos de Federico García Lorca–, Antología de la mujer en el cante (1996), Que no he muerto (2003) –con textos de Juan Ramón Jiménez–, Oasis abierto (2011) y Verso a verso (2017).

Mezcla de tradición y modernidad

La bailaora María Pagés nació el 28 de julio de 1963 en Sevilla. Comenzó a bailar en la compañía de Antonio Gades y fue primera bailarina en la compañía de Mario Maya, en el Ballet Español Rafael Aguilar y en el Ballet Español de María Rosa. En 1990 creó su propia compañía, en la que ha producido numerosos espectáculos y con los que ha renovado, según los críticos, las formas del baile flamenco mediante la mezcla de tradición y modernidad. Ha colaborado con artistas de la talla de Mijaíl Barý-shnikov, Carlos Saura, Tamara Rojo o Ángel Corella.

Algunos de sus montajes destacados son Sol y sombra (1990); Autorretrato (2008), fruto de su residencia en el Barýshnikov Arts Center; Soleá pas de deux (2010); Mirada (2010); Utopía (2011), estrenado en el Centro Niemeyer de Avilés; Casi divina, leve (2012); La alegría de los niños (2013); Siete golpes y un camino (2014); Visages (2016), y Una oda al tiempo (2017).