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Abre exposición en San Ildefonso con 161 obras del muralista Rafael Cauduro
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La balsa de Medusa (1995), óleo acrílico sobre tela de Rafael Cauduro.Foto cortesía de la © Colección Juan Carlos y Christian Serralde
 
Periódico La Jornada
Miércoles 23 de febrero de 2022, p. 3

Las pinturas y murales en la exposición Un Cauduro es un Cauduro (Es un Cauduro) permiten hurgar en la intimidad cotidiana de 50 años de trabajo de Rafael Cauduro (Ciudad de México, 1950). Maestro del engaño, alquimista de la materia para hacer arte, curioso de la experimentación, obsesionado del paso del tiempo, son algunos de los detalles que emergen en el Colegio de San Ildefonso ante la apertura de la selección retrospectiva abierta al público a partir de mañana.

En 161 obras se materializan sus obsesiones, ángeles que ven arder la humanidad, mujeres desnudas en lujuria, escenas de injusticia, la migración a bordo de trenes oxidados o la reflexión sobre el cuerpo en discapacidad, son algunas de las temáticas que ha abordado en 10 lustros.

La curadora Alesha Mercado señaló: Estoy convencida de que hay que mostrar la trayectoria de Cauduro, y llamó a estar atentos a sus aportaciones técnicas, así como al gran lugar que tiene en la historia del arte mexicano. Más que estética y perfección técnica, al adentrarme en su estudio, sus obras y escuchar las historias, me di cuenta de que hay mucho más como artista.

Cualquiera que haya tenido que esperar en los andenes de la transitada estación del Metro Insurgentes se ha detenido a observar, en su mural Escenarios subterráneos, los detalles de una realidad paralela que lleva al transeúnte hasta una estación de Londres, seres transparentes que esperan en una banca, junto a un póster descarapelado de los Rolling Stones.

En la exposición, una de sus obras maestras, el mural Siete crímenes mayores, que pintó entre 2007 y 2008 en el edificio de la Suprema Corte de Justicia, es analizada concienzudamente, a través de algunos bocetos y archiveros viejos que simbolizan a las personas encerradas. Imágenes sobre tortura, violación, secuestro y represión se recorren gracias a un video, ante la imposibilidad de transportar las pinturas monumentales.

El Colegio de San Ildefonso es un muestrario exquisito del muralismo mexicano, movimiento pictórico que este 2022 es celebrado en el centenario de su nacimiento, con obras de, entre otros, los tres grandes de este formato: Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco, que lucen entre los pasillos de sus tres pisos con arcos de cantera. Al otro lado de sus antiguos portones de madera, sus salones hospedan temporalmente a uno de los últimos y más reconocidos muralistas: Cauduro.

Aquí van a encontrar piezas nunca antes expuestas, que forman parte de su colección personal, y algunas otras que no han sido presentadas desde 1995, en Bellas Artes, detalló Lilina Pérez Cano, musa en varias pinturas, esposa y directora de la Casa Estudio Rafael Cauduro, así como su hija Elena, quien acudió en representación del artista a un recorrido ofrecido a la prensa y compartió que creció viendo tzompantlis y mujeres desnudas en los muros, incluso algunas personas siendo torturadas en las pinturas de su padre, la persona con mayor capacidad de asombro y que puede apreciar los mínimos detalles.

Cauduro, siendo un veinteañero estudiante de arquitectura y diseño industrial en la Universidad Iberoamericana, confirmó su vocación como artista con la hechura de cari-caturas, se atrevió a abrir con lienzos de gran formato las primeras ventanas a la vida cotidiana y de color deteriorado por el tiempo. Fue un autodidacta que desarrolló un estilo propio y la maestría del dibujo. También un innovador al trabajar con óxido, resinas y fibras de vidrio, además de crear técnicas en cristal.

Abundando en sus inicios es como arranca esta exposición con título a un eco de Gertrude Stein. El resto de la inmersión al trabajo de Cauduro se desarrolla en seis módulos temáticos. En total, más de mil cien metros cuadrados en la planta baja del edificio virreinal. Si bien los muros del colegio son muy generosos, no nos cabe todo, declaró Mercado sobre una curaduría muy ambiciosa, donde surgió el aspecto social y humano por encima del técnico y estético, en una exposición muy oportuna. Se suma el reto de transportar y colocar obras de gran formato.

Fue necesario un trabajo de espía para saber el paradero de muchas de sus creaciones, que están en colecciones privadas, describió Liliana Pérez. Además de sesiones muy íntimas con el artista, de platicar y ver los cuadernos de bocetos en su estudio.

El trabajo para la exposición se inició hace tres años, con el planteamiento de un homenaje por los 70 años de Rafael Cauduro. Su esposa calculó que ha realizado unas 900 obras. La pandemia fue un periodo dedicado a elaborar un catálogo razonado; hasta ahora se han documentado 600 piezas, pero queda trabajo por hacer.

En el Colegio de San Ildefonso, a la par de la exposición que concluye el 26 de junio, se realizarán diversas actividades como charlas y talleres; asimismo, un recorrido por la ciudad que ha pintado, que incluye el Edificio Cauduro en la colonia Condesa, el Metro Insurgentes y la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Además, se abrió un micrositio en la página del museo (www.sanildefonso.org.mx) para un acercamiento a distancia a la exposición gracias a Internet.