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La naturaleza matritense
D

icen que en Madrid se condensa la esencia de España entera. Seguramente tienen razón. De ahí la reciente disposición, que revela un gran trasfondo, de cambiarle a una calle el nombre de Sinaia por el de Baleares.

El hecho no es fortuito: se aviene a la tendencia cada vez más fascista de quienes parten el queso en dicha ciudad. ¡Qué lejos están los mandamases de ahora de aquel dignísimo alcalde llamado Enrique Tierno Galván, a quien tuvimos el privilegio de conocer, cuando él mismo promovió la erección en un parque de Madrid de una estatua de Lázaro Cárdenas!

Por cierto que dicho monumento fue vejado y agredido varias veces por gamberros de la nutrida derecha de dicha ciudad que, a la postre, obligaron a borrarle las leyendas de la base que sintetizaban la geta mexicana.

El Sinaia se convirtió en un emblema de la acogida de casi cincuenta mil españoles que encontraron generosa bienvenida en México a partir de 1939, gracias a lo cual en su mayoría salvaron su pellejo; no en vano muchos poetas españoles lo bautizaron como el barco de la vida.

Su nombre proviene del rumano, pero alude al monte Sinaí.

El barco, construido en Glasgow en 1924, llevó durante tres lustros muchos pasajeros de Marsella a Nueva York, por eso fue más accesible para hacer aquel famoso y emblemático viaje con destino a Veracruz. Llevó casi 1,600 pasajeros, muchos de los cuales todavía durmieron en campos de concentración hasta la víspera de su salida, el 25 de mayo de 1939.

Su arribo al puerto jarocho, motivo que fue de una multitudinaria recepción solidaria con el antifascismo español, se produjo a las cinco de la mañana del 13 de junio.

Muchos españoles habían venido ya por diferentes vías, y más aún lo hicieron después, pero el Sinaia es el emblema del asilo por ser el primero exclusivamente poblado por refugiados.

Por eso fue que un Madrid progresista le había puesto su nombre a una calle y por la misma razón se lo cambió el Madrid franquista que está emergiendo… se lo cambió por el barco franquista llamado Crucero Baleares, mismo que se cubrió de gloria bombardeando a la población civil en Málaga y a quienes intentaban pasar al norte de África.

Resultó más eficiente contra la población civil, pues en combate fue hundido en marzo de 1938 por una nave republicana de menor tamaño.

El cambio de nombre resulta ser intencionado precisamente cuando el gobierno de México procede a repudiar los abusos de empresas españolas de la peor ralea favorecidos antaño por gobiernos anteriores, y, por otro lado, el fascismo endémico en España cobra nuevos bríos en el corazón de ese país.

Claro está que hay un sector importante de españoles que quieren a México especialmente cuando pueden sacarle jugosa ventaja. No faltan quienes todavía no han asumido que hace ya más de doscientos años que ese país se independizó de ellos precisamente por la cerrazón de la que no se han podido desprender.

Concluyo recordando lo que nos dijo en 1982 el entonces alcalde Enrique Tierno Galván: las derechas españolas nunca perdonarán la ayuda mexicana a los republicanos.