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Revolución digital, de la banca española deja en el camino a millones de personas
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▲ Carlos San Juan, de 78 años, ha recogido más de 600 mil firmas de apoyo para su campaña Soy Mayor, No Idiota, que pide un trato más humano en las sucursales bancarias.Foto Europa Press
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 9 de febrero de 2022, p. 20

Madrid. Carlos San Juan, el jubilado de 78 años que inició una rebelión contra la banca por su cada vez más impersonal trato y la brecha digital que está provocando entre la gente mayor, entregó al gobierno español, presidido por el socialista Pedro Sánchez, una caja con más de 600 mil firmas que apoyan sus reivindicaciones. Que no son otras que exigir a las entidades financieras que mantengan un mínimo de trabajadores y sucursales para atender de manera personalizada a los millones que clientes que siguen sin entender bien sus aplicaciones de teléfonos celulares, sus cada vez más complejos pasos para hacer una sencilla transacción bancaria o simplemente para conocer el saldo de su cuenta bancaria.

Hace algo más de un mes este jubilado valenciano se sintió humillado en la sucursal de al lado de su casa, en su banco de toda la vida. Quería conocer su saldo para saber si le habían depositado su pensión, pero el sensor del cajero no servía, por tanto tenía que poner su número secreto y hacer una serie de verificaciones. El problema es que Carlos San Juan sufre mal de Parkinson, que le dificulta operar el cajero, Y cuando pidió ayuda al banco se encontró con un muro infranqueable. Todo el tiempo lo remitían al cajero –que no podía operar– a la aplicación del teléfono celular o a través de su computadora.

Se sintió no sólo humillado, sino víctima de un atropello y cuando levantó la mirada vio a su alrededor que había mucha gente como él, la mayoría de la tercera edad, que intentaban hablar con alguien del banco para resolver sus dudas, pero la mayoría de las veces se volvían a casa frustrados, cuando no llorando de rabia o de frustración.

Ese momento inspiró a Carlos San Juan para escribir una carta, Soy mayor, no idiota, que publicó en la plataforma Change.org y que ya ha recabado más de 600 mil firmas. La misiva se dirige directamente a la banca privada, sobre todo los grandes operadores como Santander, BBVA y CaixaBank, pero también a las autoridades públicas, para que hagan algo, para que exijan unos mínimos de protección al usuario.

Con ese mismo espíritu reivindicativo, San Juan, con sus 78 años a cuestas, se dirigió desde su natural Valencia a Madrid para entregar la caja con las firmas a las puertas del ministerio de Economía, donde incluso intercambió algunas palabras con la titular y vicepresidenta de Economía, Nadia Calviño.

La entrega se hizo, además, una semana después de que los grandes bancos españoles, BBVA y Santander, presentaron sus cuentas anuales y sus planes de futuro, en los que no había nada específico para reducir la brecha digital de los mayores y sí muchos proyectos de modernización de la banca digital. Ni siquiera la campaña de San Juan, que tuvo eco en numerosos medios de comunicación españoles e internacionales, sirvió para que tuvieran un guiño con esos millones de usuarios que se agolpan a diario en los cajeros y las pocas sucursales que todavía operan para que les resuelvan sus dudas. El gobierno, hasta la fecha, tampoco ha hecho ningún movimiento específico al respecto.

En el breve encuentro, la vicepresidenta Calviño aseguró que de aquí a final de mes espero que podamos tener un plan de medidas eficaces que se pongan en marcha inmediatamente y den respuesta a esta situación, que no sólo es cuestión de las personas mayores, sino de nuestra sociedad. Vamos a hacer todo lo posible por resolverlo, le aseguró.

San Juan le informó que hasta ahora todos los bancos se han puesto de acuerdo en limitarnos el acceso y transmitirnos que vamos a pedir dinero del bolsillo de los banqueros, pero no, se trata de nuestro dinero y tenemos derechos. El jubilado agregó que estarán atentos a las próximas convocatorias de los Consejos de Ministros a ver si es verdad que se aprueban medidas urgentes para hacer que las entidades financieras cambien el ritmo de su supuesta revolución digital, que está dejando por el camino a millones de personas.