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Sofía G. Buzali aleja a Lucia Joyce del estigma de ser la hija loca del genio

En su novela, publicada por la editorial Dos Líneas, la muestra como una bailarina adelantada a su época, con una visión de la vida muy liberal

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▲ James y Lucia Joyce captados en 1924. Imagen de la colección Poesía de la biblioteca de la Universidad de Búfalo.Foto cortesía de G. Buzali
 
Periódico La Jornada
Viernes 21 de enero de 2022, p. 2

La relación filial de James y Lucia Joyce era muy simbiótica y cercana, compartían la creatividad artística que uno expresó en la escritura y la otra en la danza. Ella pudo haber llegado a ser una bailarina al nivel de Isadora Duncan, sostiene la narradora mexicana Sofía G. Buzali, autora de la novela Mi nombre es Lucia Joyce.

En entrevista con La Jornada, la escritora dice que este vínculo la tiene como musa y con un padre que le brindó a su hija toda la libertad y el mundo intelectual de la época, hasta que ella tuvo este truene sicótico, porque le prohibieron bailar. Es descubrir a esta Lucia y que no se quedará solamente como la descendiente loca del gran genio.

Ella aceptó la prohibición, aunque pudo haberse liberado, pero no lo logró, lamenta Buzali. Desde esas épocas y hasta la actualidad las reglas están escritas por los hombres, y esta mujer que siempre quiso liberarse, ya iba a vivir sola, tenía un departamento e iba a dar clases; para la época era muy adelantada.

Añade que el texto publicado por la editorial Dos Líneas muestra a Lucia Joyce como “una bailarina profesional adelantada a su época, con una visión de la vida totalmente distinta, muy liberal y liberada sexualmente; una Lucia que convivía con un padre con esta creatividad.

Tuvo la oportunidad de hacer contacto con el mundo intelectual, con los escritores, Sylvia Beach y todo ese entorno de Fitzgerald y Hemingway, en un país muy rico; ella iba a la ópera, al teatro, lo que la unía mucho con su padre.

Buzali agrega que “esta relación tan cercana entre ambos, creativos e imaginativos, produjo celos tremendos en Giorgio, el hermano, y la madre, Nora. Se dice que cuando Lucia ensayaba para sus bailes, Joyce se inspiraba para escribir Finnegans Wake. Algunos personajes de esa novela parten exactamente del mundo interno de Lucia y la comunicación que había entre los dos”.

La autora explica que nunca utiliza el nombre de James Joyce (Dublín, 1882-Zúrich, 1941), sino que siempre se refiere a él como el escritor, porque quería darle la importancia como protagonista a Lucia Joyce (Trieste, Italia, 1907-Nort-hampton, Inglaterra, 1982).

Además, explica que narra en primera persona desde el título, Mi nombre es Lucia Joyce. Quien va a hablar se tiene que presentar.

Relata que al principio buscaba contar la historia de la novela vanguardista Ulises, que este 2022 cumple 100 años, y de la familia de James Joyce a través de la mirada de Lucia.

Para ello, la narradora se documentó al principio con la biografía de James Joyce escrita por Richard Ellmann, en la que se aborda muy poco a Lucia, y con la que versa directamente sobre la bailarina, escrita por Carol Loeb Shloss. Ella hace una investigación muy amplia y la recrea en la época y la personalidad de Lucia.

Mi nombre… responde a la curiosidad de escritora, dice Buzali, sobre por qué esa estirpe la borró de su historia por muchos años, ya que el nieto de James Joyce, Stephen, le pidió a Samuel Beckett, quien mantuvo una relación sentimental con Lucia, que quemara todas las cartas y desapareció muchas de las misivas entre padre e hija.

La novelista afirma que descubrió a una mujer apasionada por la danza, que tomaba clases con el hermano de Isadora Duncan. Todo este mundo de libertad, de sensualidad, es lo que encuentro en esta mujer, sobre todo por la época, en un París de los años 30 del siglo XX. Ella pertenecía a estas mujeres que se adelantaban a su época. Cuando se liberó y comenzó a tener éxito, empezaron sus grandes problemas familiares.

Relata que la madre de Lucia “era mucama de un hotel; no tenía estudios ni capacidad de entender a Joyce o a su hija con su creatividad. Cuando James Joyce terminó el Ulises, le regaló el primer tomo a Nora, quien nunca lo leyó y le dijo: ‘lo voy a vender’”.

Con la narración, me adentré en primera persona para descubrir o imaginar lo que ella podría haber vivido: la lucha de esas mujeres de la época que cuando se salían de las reglas eran consideradas locas, las metían al siquiátrico. Hay un capítulo en mi novela en el que hablo de Zelda Fitzgerald y de Vivienne Haig Wood, esposa de TS Elliot, quien también termina en un hospital siquiátrico.

Buzali es autora las novelas Leonora antes de Leonora, sobre la pintora Leonora Carrington, y Marguerite, intensidad y dolor de una vida, en torno a la escritora francesa Marguerite Duras.

Buzali cuenta que tras ser internada, Lucia nunca logró reponerse. Cuando Joyce murió, en 1941, quien siempre le escribía, la apoyaba, y no le quedó nadie que la rescatara.

Refiere que, como dijo de Jung cuando la trató: James Joyce tiene esta creatividad, esta locura, pero nada en el río; en cambio, Lucia la comparte, pero se hunde. No tiene esa capacidad emocional de nadar en el mundo.