"La Jornada del Campo"
Número 172 Suplemento Informativo de La Jornada Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver
#HastaEncontrarles
Integrantes del Colectivo Hasta Encontrarles CDMX. Colectivo Hasta Encontrarles CDMXIntegrantes del Colectivo Hasta Encontrarles CDMX.Colectivo Hasta Encontrarles CDMX

“Si (nos) desaparecen, acompañar-nos se hace preciso”

Mitzi Elizabeth Robles Rodríguez Colectivo Hasta Encontrales CDMX-GIASF

En México, la desaparición de personas se ha convertido en el signo de nuestra catástrofe. Una catástrofe que no sólo evoca el dolor propio sino, sobre todo, el dolor de otres. El sentido de la evocación del dolor de otras personas es el encuentro con nuestra vulnerabilidad física como condición inalienable.

Si somos capaces de dar cuenta de la vulnerabilidad propia es porque otra persona ha narrado el horror encarnado: con su relato de dolor, ha mostrado que la vida propia está condicionada en cierta forma por los actos de otras personas, de tal manera que, como dice la filósofa Judith Butler, permanecemos expuestas constantemente a su violencia. Saber esto, aunque parezca paradójico, nos exige una mayor responsabilidad en las respuestas. ¿Qué hacemos con el conocimiento sobre nuestra vulnerabilidad y cómo respondemos a una cadena de acontecimientos que, aunque puede no afectarnos de manera directa –física o psíquicamente–, si expone nuestra susceptibilidad a la violencia?

Butler dice que es necesario apelar al sentido de un “nosotros”. El nosotres que se crea a partir de las experiencias de pérdida y vulnerabilidad de las que podemos dar cuenta, aunque éstas no sean completamente equiparables con las experiencias de la desaparición. Un nosotres que hace posible no sólo que germine nuestra capacidad de enfrentarnos al efecto atroz de la catástrofe, sino también nuestra potencia para colmar de nuevos sentidos las prácticas humanas que hagan fluir las experiencias inenarrables de la desaparición. O como dice Cristina Rivera Garza implicarnos, condolernos, para que podamos asistir a nuevos escenarios de lo posible, más allá de la indiferencia, el sentimentalismo y el espectáculo voyerista de la violencia. Condolerse como una forma de acompañar, hacer comunal el dolor, es decir, transformarlo en dolor social.

Colectivizar los daños que sufren en primera persona las víctimas de desaparición y sus familiares, asumir que tras la potencia organizativa y enunciativa (denunciativa) de quienes buscan sin descanso, se construyen nuevas pedagogías de sensibilización y toma de conciencia que, ante la avanzada expansiva del crimen de la desaparición, territorializan solidaridades y configuran nuevas comunidades en las que las búsquedas y los afectos, trascienden la fuerza de la consanguinidad. ¿Qué otra cosa sino eso puede expresar un nosotres en tiempos de desaparición?

Los procesos de acompañamiento (diversos entre sí) que se han gestado alrededor de los colectivos de familiares, son una demostración viva de cómo se materializan dichas pedagogías. Acompañar la búsqueda de personas no sólo supone renunciar a la comodidad de señalar el problema con cierta distancia, sino también asumir una corresponsabilidad frente a los problemas que nos aquejan. Pensamos sobre todo en el acompañamiento que surge sin que la condición de parentesco o de expertise sean los factores determinantes para generar acciones de búsqueda y denuncia que se colectivizan y expanden. Acompañar sin ser familiar y sin los atributos que dan los saberes jurídicos o científicos, representa, a nuestro modo de ver, una de las apuestas más radicales y complejas. Porque se trata de acompañamientos que, en muchas ocasiones, surgen en los mismos entornos precarizados y marginados de la desaparición.

No todo acompañar se produce desde una posición de privilegio –cual sea. Hay acompañamientos que nacen desde el lugar de la empatía, marcados por experiencias compartidas de invisibilidad social y violencia. Lo saben bien, por ejemplo, las compañeras de las llamadas periferias. Esas compañeras que, en medio de la pobreza, del abandono y del olvido, van construyendo caminos colectivos de autodefensa y resistencia porque los dolores nunca son ajenos. Si luchar, resistir y esperanzarse frente a la desaparición nunca es algo sencillo, menos lo es cuando los espacios que se habitan son los mismos espacios en los que se desaparece. Entonces, acompañar deriva en acompañar-se, y acompañar-se no puede ser otra cosa que acompañarnos. Acompañarnos en la búsqueda de los seres queridos porque así se fragua la defensa de la vida de todes. Pero también acompañarnos en la denuncia de los actos y hechos que exacerban la violencia, la desigualdad y la injusticia sistemáticas, esas condiciones que explican quiénes desaparecen, por qué, para qué y en manos de quién. •

Abrazo de Vero y Faby, madres en búsqueda, Brigada Nacional de Búsqueda, 2021.  Verónica Rosas ValenzuelaAbrazo de Vero y Faby, madres en búsqueda, Brigada Nacional de Búsqueda, 2021. Verónica Rosas Valenzuela