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Está vivo el mural de Julio Escámez que se creía destruido por régimen de Pinochet

El arquitecto Carlos Inostroza descubrió que De principio a fin está cubierto sólo por tres capas de pintura // El artista lo realizó en 1969 con el fin de que dialogara con las obras que Siqueiros y Xavier Guerrero realizaron también en la comunidad chilena de Chillán

Foto
▲ Fragmento del mural, cuyo hallazgo rescribe la historia del arte chileno, refiere Inostroza en entrevista. En la siguiente imagen, el pintor Julio Escámez, quien se exilió en Costa Rica, donde murió.Foto Fundación Escámez y tomada del Twitter del ex presidente de Costa Rica, Luis Guillermo Solís
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Lunes 20 de diciembre de 2021, p. 5

El mural De principio a fin, que pintó el artista Julio Escámez (1925–2015) en Chillán, Chile, el cual se creía perdido por la iconoclasia del dictador Augusto Pinochet, no fue destruido. El arquitecto Carlos Inostroza descubrió que está cubierto bajo tres capas de pintura en las paredes de la sala de sesiones del Consejo Municipal de esa ciudad.

En entrevista con La Jornada, el especialista en patrimonio señala que “después de haber intentado por más de 10 años analizar el estado del mural, fue posible hasta ahora, con el nuevo alcalde de Chillán, Camilo Benavente, quien se comprometió con el proyecto; entonces, pudimos abrir unas pequeñas ventanas de sondeo de cuatro por seis centímetros, en una de las cuales vimos que tres capas de pintura lo cubren. Logré encontrar un fragmento de un centímetro de capa pictórica roja y amarilla.

Fue tan contundente su existencia, que no tuvimos que seguir inspeccionando, porque es una acción que genera pequeños daños. No sabemos cuánto quede del mural, pero sí que existe y está vivo. Se echa por tierra la idea de que había sido completamente destruido; solo por este centímetro que hemos encontrado ha cambiado la historia del arte en Chile.

La obra mide unos siete por siete metros, y representa la subyugación del trabajo humano ante las máquinas y la tecnología, lo cual despierta solidaridad en la clase trabajadora, pero también resistencia, resaltada por las banderas rojas de la huelga y las antorchas, reprimida con la fuerza inhumana de los soldados-autómatas que contrastan con los cuerpos vulnerables y ensangrentados de los obreros. El fragmento que halló Inostroza corresponde al sector de las llamas de la maquinaria.

El arte fue uno de los sectores que más sufrió la política represiva de Pinochet. La exuberante etapa artística que ocurrió durante el gobierno de Salvador Allende (1970–1973) fue proscrita, censurada y destruida. El mural de Escámez, con un claro mensaje político, fue uno de los afectados. Está ubicado en la sala de sesiones del Consejo Municipal de Chillán, muy cerca de la Escuela México, en la misma ciudad que alberga los murales de David Alfaro Siqueiros y Xavier Guerrero, realizados 30 años antes.

Mito alrededor de la obra

La obra, titulada De principio a fin, tuvo resonancia nacional. Fue encargada por el alcalde Eduardo Contreras en 1969, antes de la victoria de Allende, e inaugurada en junio de 1972 con todos los honores por el mismo presidente chileno y por el nuevo alcalde, Ricardo Lagos Reyes, quien, tras el golpe militar, fue fusilado en la vía pública con su esposa embarazada y su hijo.

El hallazgo del mural de Escámez extrae un fragmento de la demolición moral y social provocada por la dictadura.

Inostroza agregó que “la destrucción del mural creó un mito enorme; el dolor que produjo en la población fue profundo, gestado en medio de una violencia brutal. Fue una manera de crear terror sin una acción directa, sino con palabras, engrandecidas por la gente misma. Se creía, hasta ahora, que el mural había sido tapado en 1974 por capas de pintura y alquitrán, que había sido picado, demolido o atacado por ráfagas de metralleta.

“Si bien es pronto para dar un diagnóstico certero, hemos descubierto que no se le aplicó alquitrán y que lo cubrieron sólo con pintura. Podría haber ocurrido que la municipalidad modificara la sala y demoliera ese muro sin saber que todavía estaba la obra. Escámez falleció creyendo que se había perdido y queriendo realizar uno nuevo en Chillán.

“Las muestras de laboratorio que tomaremos nos permitirán comprender la composición de las capas que cubren la obra para saber cómo removerlas. Abriremos nuevas ventanas de sondeo más amplias para diagnosticar su estado general. Nuestro equipo profesional incluye a María Eugenia Van de Maele, quien es la mejor restauradora de murales en Chile. Es apenas el inicio de una obra que requerirá un trabajo y costo enormes, para lo cual esperamos conseguir los recursos.

“El muro posee pilares de hormigón y rellenos de ladrillo, lo que no es bueno, porque crea fisuras pequeñas, ya presentes. La obra, además, está intervenida arquitectónicamente, porque al salón se le dividió horizontalmente agregando un piso adicional soportado en la pared del mural, a lo largo de toda la superficie. La idea también es restaurar la arquitectura, y retornar el salón a su doble altura original.

“Considero que es la obra cumbre del artista, quizás el mayor mural de América Latina realizado por un artista no mexicano. Pienso que Escámez toca en una banda de grandes maestros, donde cada uno se estimula para dar lo mejor de sí. Quiso entablar este diálogo con las mayores obras murales presentes en Chile, las cercanas Muerte al invasor (1942) de Siqueiros, en Chillán, y Presencia de América Latina (1965), de Jorge González Camarena, en la Casa de Arte de Concepción, ciudad adoptiva de Escámez, quien pintó su mural en seco en un periodo de experimentación, eligiendo, como Camarena, el acrílico.

“A propósito, tenemos una fuente que nos señala que las pinturas que empleó son mexicanas, lo cual esperamos comprobar pronto. Lo eligió, creo, por ser un material más expresivo y de tonalidades fuertes respecto de la opacidad propia del fresco. Da lo mejor de sí, piensa que tiene que hacer una obra que dialogue con la de sus colegas mexicanos.

De Escámez, quien se exilió en Costa Rica, donde murió, existen en Chile unos nueve murales, la mayoría de los cuales se han perdido, y ahora, con la recién creada Fundación Escámez, esperamos reunir fondos para restaurar otro relevante, el de la antigua farmacia Maluje, en Concepción, ejecutado al fresco en 1957, concluyó el arquitecto.