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Invasiones y concesiones en la ribera de Chapala
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l lago de Chapala está rebosante, con 75 por ciento de su capacidad después del buen temporal de este año. Y la orilla empezó a moverse y a invadir la propiedad federal concesionada en años y épocas anteriores. Son miles de hectáreas privatizadas a lo largo de décadas, que impiden el tránsito por las playas de Chapala, Ajijic, San Juan Cosalá, Jocotepec y tantos otros pueblos.

Mejor dicho, prácticamente no hay playas en la ribera de Chapala. Existen entradas, que son propiamente calles o callejones que llegan a la laguna, pero en los costados hay muros de propiedad concesionada que te impiden incluso ver el lago.

En otras épocas se podía ir caminando por la orilla de Ajijic a Jocotepec, pero ahora casi toda la orilla está privatizada, incluso hay muros en el agua que impiden el paso en tiempos de secas, cuando el lago se retira. Las pocas playas existentes o a las que se tiene libre acceso son de la época de secas, cuando el lago se retira y baja de nivel hasta que llegan las primeras lluvias.

En las concesiones, no existe ningún orden ni criterio; a algunos se les dio la concesión de avanzar 50 metros a otros 75 y a unos más 100 metros o más. Y las concesiones animan a otros a invadir, poner cercas o avanzar con desmonte para ganarle tierra al lago. Se supone que en el terreno federal concesionado no se puede construir, pero muchos han hecho terraplenes y ponen pasto, otros construyen albercas, canchas de tenis o de futbol, la mayoría pone bardas para proteger su propiedad federal.

En varios pueblos ribereños se han construido malecones, con buen material y diseños adecuados, que son muy visitados por los pobladores y turistas. Un buen ejemplo es el malecón de Ajijic, que tiene buena infraestructura y mantenimiento. Pero podría crecer varios kilómetros hacia el este y el oeste, si no se topara con la propiedad concesionada.

En uno de los fraccionamientos más bonitos y bien diseñados de Ajijic, en la Floresta, con calles empedradas anchas y muy arboladas, no se puede ver o visitar el lago, dado que no hay entradas: casas y terrenos impiden el paso. Allí, se dice, está la casa del ex presidente Díaz Ordaz, con varios miles de metros cuadrados de jardín y una mansión con una estupenda vista a lago. También hay hoteles y otras propiedades particulares. Son concesiones que tienen más de medio siglo y que sería muy difícil corregir o recuperar.

Pero hay otros casos donde sí es posible recuperar el terreno invadido o concesionado para hacer playas públicas o aprovechar la infraestructura construida para hacer parques y miradores.

Según parece, la Conagua, durante este periodo de la 4T no ha otorgado nuevas concesiones y no ha renovado las existentes. Algunas concesiones muy antiguas eran de 100 años, pero lo más común es renovarlas cada 10. Sin embargo, la posibilidad de hacer trámites de este tipo no avanza, sea por la pandemia, la falta de personal o por una política expresa de no hacer nuevas concesiones, que en todo caso habría que manifestarla y difundirla públicamente.

Duramente años se han realizado múltiples denuncias ante la Conagua y la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) para impedir o revertir las invasiones y detener la solicitud de concesiones, pero caen en saco roto. Si un presidente municipal se atreve a cancelar una obra, luego otra institución lo permite, o simplemente no se le hace caso. No sólo se está urbanizando la laguna, también están depredando los cerros aledaños, donde hacen terraplenes inmensos y no respetan los arroyos y avenidas naturales de agua.

Hace unos meses, antes del temporal, los pobladores de Ajijic se reunieron y decidieron quitar las cercas y alambradas de algunas playas, incluso pudieron detener las construcciones de muros que avanzaban hacia la laguna. Pero un mes después volvieron a poner las cercas y ellos a quitarlas. Ahora que el lago ha recuperado su nivel, el agua en muchos casos choca con los muros de contención de las propiedades ribereñas, lo que pone en evidencia la irracionalidad de estas concesiones.

La ribera de Chapala es una comunidad diversa, en ella conviven personas originarias de los pueblos, inmigrantes estadunidenses, canadienses y de otros países y gente de Guadalajara que vive allí o tiene casa para los fines de semana. Es una zona turística con muchos visitantes, pero donde nadie puede sacarse los zapatos para pisar la arena y mojarse los pies.

Las concesiones son también un buen negocio, porque una casa que vale 10 millones de pesos se puede vender hasta en 18 millones de pesos por el terreno federal concesionado, por tener vista, exclusividad y acceso directo al lago. En los litorales turísticos se cierran los accesos a las playas y se privatizan las entradas, pero por lo general, el pueblo tiene la clara conciencia de que todas las playas son públicas. En Chapala no, es más, no hay playas. Pero se podrían recuperar si se devuelve al pueblo lo robado y concesionado.