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El último beso fue el miércoles; ahora indígena maya llora ante la foto de su hijo
 
Periódico La Jornada
Sábado 13 de noviembre de 2021, p. 4

Chajul. Teresa habla en maya-ixil, pero su llanto es universal. Su hijo Giovani salió de una remota aldea en Guatemala y murió en un camión que se volcó en Chiapas. El último beso fue el miércoles y ahora en su casa una foto descansa sobre una mesa, acompañada por una vela encendida.

Todavía estaba oscuro cuando Giovani Raymundo, de 18 años recién cumplidos, dejó la casa prestada donde vivía, hecha de barro y techos de zinc, en el municipio indígena de Chajul, que junto con Nebaj y Cotzal forman el llamado Triángulo Ixil, una zona seriamente afectada durante la guerra civil (1990-1996).

El pueblo está en las montañas, rodeado de cipreses, pinos y campos de maíz, unos 340 kilómetros al noroeste de Ciudad de Guatemala por carretera.

Junto con su cuñado, Miguel Lainez, decidieron viajar sin papeles a Estados Unidos, en busca de trabajo, como lo hacen cada año miles de sus compatriotas.

Él (Giovani) fue a buscar nuevas oportunidades para mandar recursos y que pueda comprar un sitio y hacer una casa, comenta Teresa Ochoa, de 48 años. Quien traduce a la madre es un maestro del pueblo.

Era la segunda vez que Giovani intentaba establecerse en el norte. El primero, hace tres años; cruzó la frontera estadunidense, pero lo apresaron y lo devolvieron, cuenta Pablo Asciona, de 32 años, profesor de matemáticas de la escuela de la localidad.

Giovani quedó con una deuda de 20 mil dólares del viaje truncado, dinero que prestó la familia para poder pagar a los traficantes.

Intentó buscar trabajo en Guatemala para saldar esa deuda pero, como no hubo, decidió irse otra vez. El punto de encuentro con los polleros era la ciudad de Sacapulas, rumbo a la frontera con México.

Por redes sociales, los vecinos de Teresa supieron de un accidente en una carretera de Chiapas.

El jueves, un tráiler que transportaba migrantes hacinados chocó contra un muro, presuntamente por exceso de velocidad. Se cuentan 55 muertos y casi un centenar de heridos. Teresa se resistió a pensar que su hijo iba dentro.

La llamada que esperan usualmente es la del pollero, para avisar que ya cruzaron al otro lado. En cambio, fue Miguel quien se comunicó. Ellos iban a bordo del camión y, durante el accidente, se agarraron mutuamente.

Pero Giovani se soltó y terminó debajo de la multitud hacinada. Teresa aún llora cuando cuenta de la llamada.

Ella piensa cómo hará para pagar la deuda que tienen y la nueva que adquirieron para este segundo viaje, monto que no revela.

Como toda la población de Chajul, cuando llegan a la edad de 12 a 18 años, por la necesidad de tener una oportunidad de vida, poder cubrir los gastos de la familia, por pobreza, los muchachos emprenden el viaje a Estados Unidos, dice el profesor Pablo.

El viernes, un día después del accidente, en la escuela de Chajul estaban en pleno acto de graduación de los escolares que terminan la secundaria. Giovani debía estar allí, porque era uno de los que se graduaba.

Cuando recibimos la noticia nos impactó bastante (...) Estuvo tres años conviviendo con nosotros, teníamos mucho cariño por él, explica el profesor.

Relata que los jóvenes que optan por una carrera superior, cuando se gradúan, tampoco tienen oportunidades laborales. Eso los empuja a migrar.

Le dijimos que no se fuera

En Xecoja Quiché, la familia de Juan Cumes Quino dice estar desesperada, sobre todo luego de ver que otro migrante, quien también iba en el tráiler, ha vuelto por sus propios medios y se recupera de las heridas.

Walter Cumes Quino, hermano mayor de Juan, dice que la última vez que supo de su hermano, de 21 años, fue la mañana del accidente, desde entonces el celular que llevaba está apagado. Me llamó a las 7 de la mañana del jueves y me dijo que había dos tráileres, uno va a salir temprano y otro en la tarde, hoy nos van a sacar, relata.

Eran cinco del grupo, pero cuando tuvieron el accidente se separaron, le preguntamos al compañero (el que regresó), pero no sabía qué le pasó, dijo que estaba aturdido y no sabía nada. Me dijo que él iba parado y mi hermano sentado al momento del accidente.

Sin dinero ni trabajo, el joven migrante decidió irse a Estados Unidos, así alcanzaría en Houston a su hermano Germán, de 17 años. Nosotros le dijimos que no se fuera, pero quería alcanzar su sueño americano, dice Walter. La familia prestó los 15 mil dólares que el pollero pidió para llevarlo al norte. Sólo queremos saber si está vivo o muerto, pide Cumes.

En 2019, Estados Unidos deportó vía aérea a 54 mil 599 guatemaltecos, una cifra récord, pero el año pasado las expulsiones cayeron drásticamente, con 21 mil 57 personas, a causa de la pandemia.