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74 Festival de Cannes
Otra pifia de Sean Penn
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▲ Katheryn Winnick, de izquierda a derecha, Sean Penn y Dylan Penn posan para los fotógrafos a su llegada al estreno de la película el Día de la Bandera en el Festival de Cannes.Foto Ap
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odavía ha de resonar en los oídos de Sean Penn la rechifla de la que fue objeto su anterior realización, The Last Face, en la competencia de Cannes de 2016. Su nueva película Flag Day ( Día de la Bandera) no le ganará abucheos, pero tampoco ovaciones. Basada en hechos reales, consignados en el libro autobiográfico de Jennifer Vogel, la película trata sobre la fijación edípica de una hija (Dylan Penn) hacia su padre, un buscavidas (el propio Penn), sin oficio ni beneficio. Esa admiración filial sólo le causará decepciones a lo largo de un relato que brinca tres décadas, desde los 70 hasta los 90, sin lograr deshacerse de una cauda de clichés tanto formales como estéticos.

Hay una narración en off para explicarnos los profundos sentimientos de la protagonista, varias canciones para ilustrar las emociones del momento, tomas de Súper 8 que describen momentos idílicos de la infancia y nada de autenticidad.

Valiéndose de una serie de pelucas malas, Penn interpreta al irresponsable paterfamilias con sus tics acostumbrados mientras su hija en la vida real (producto de su matrimonio con la también actriz Robin Wright) no parece poseer mucha presencia escénica. Por otro lado, buenos actores como Josh Brolin, Eddie Marsan y Regina King son desperdiciados en apariciones fugaces.

¿Por qué el festival ha escogido una mediocridad como Flag Day para representar al cine estadunidense? ¿De verdad no había nada mejor? ¿O es que la presencia de Sean Penn sobre la alfombra roja resulta muy cotizada?

Una película que comienza con una canción de Roxy Music en sus créditos iniciales no puede ser mala. En efecto, la producción finlandesa Hytti Nro 6 ( Compartimento No. 6), segundo largometraje de Juho Kuosmanen, es una afectiva historia sobre una relación improbable. Una estudiante de Finlandia en Moscú, Laura (Seidi Haarla) decide viajar en tren al puerto ártico de Murmansk para conocer sus célebres petroglifos; en él, debe compartir el espacio titular con Lioha (Yuri Borisov), un minero ruso que resulta ser un patán agresivo y borracho.

Aunque ella tiene una relación amorosa con una moscovita, algo especial sucede con ese imprevisible hombre después de un inicial rechazo, que se acerca a la intimidad, en un contexto poco invitador de un tren de espacios estrechos, gente grosera y un clima helado en paisajes agrestes. Ciertamente, la película no servirá para promover el turismo en Rusia. Pero demuestra la existencia de otros cineastas finlandeses además de Aki Kaurismäki, con un dominio del humor oblicuo y las emociones inusitadas.

No he hablado hasta ahora del clima de Cannes. Es bastante diferente a lo que se vive en mayo. Entre el calor veraniego y la abundancia de turistas ligeros de ropa, el contraste es marcado. Ahora sí, uno quisiera estar en la playa y no encerrado en salas climatizadas, viendo películas tan poco recomendables como Flag Day.

Twitter: @walyder